7 mitos sobre los sapos

Los sapos son objeto de mitos y leyendas que perjudican a sus números poblacionales. Conoce con nosotros las ideas erróneas que se tienen sobre estos anfibios.
7 mitos sobre los sapos

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 30 julio, 2022

Los anfibios son los vertebrados que más están sufriendo las acciones del cambio climático. Tal y como indica la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), el 41 % de las especies dentro de este grupo están en peligro, ya sea por la contaminación de las aguas, la introducción de especies exóticas o enfermedades trasmisibles. Los mitos sobre los sapos no ayudan a preservarlos.

En muchas regiones, existen mitos y leyendas sobre animales que se expanden generación tras generación. A veces, estos ayudan a la protección de una especie (sobre todo si se asocian a eventos religiosos positivos), mientras que en otras ocasiones pueden llevar a la persecución de un ser vivo completamente inocente. Hoy rompemos 7 mitos perjudiciales sobre los sapos con evidencias científicas.

1. Los sapos y las ranas se diferencian por sus verrugas

Comúnmente, se dice que las ranas y los sapos se diferencian entre ellos de forma externa. Las ranas son más esbeltas que los sapos, tienen menos rugosidades en su piel y están más ligadas a los ambientes acuáticos. Por otro lado, los sapos presentan cuerpos rechonchos, verrugas por toda su piel y son más terrestres.

Esta preconcepción no tiene ninguna base filogenética. Por ejemplo, la denominada “rana” Bombina orientalis se pasa la mayor parte del tiempo dentro del agua, pero su cuerpo es rugoso, achatado y sus extremidades muy cortas. El sapo arlequín (género Atelopus) presenta una piel completamente lisa y es muy delgado, pero no puede clasificarse como “rana” a nivel genético.

Así pues, los únicos anfibios que pueden denominarse “sapos” de forma estricta son aquellos pertenecientes a la familia  Bufonidae. Este taxón engloba a 35 géneros que están relacionados genéticamente. Todas las especies en este grupo son consideradas sapos verdaderos, sin importar su aspecto externo o la rugosidad de su piel.

Un sapo sobre un fondo blanco.
Un sapo del género Bufo.

2. Mitos sobre los sapos: si los tocas, te salen verrugas

Como muchos representantes del género Bufo tienen la piel rugosa, se asume que tocarlos hará que le salgan verrugas a un ser humano. Esto no está basado en ninguna evidencia científica, pues realmente las formaciones verrugosas que aparecen de forma espontánea en el cuerpo vienen de una fuente completamente diferente.

Tal y como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), en realidad las verrugas son una formación fruto de la infección por papilomavirus (HPV). Existen más de 100 tipos de HPVs que afectan a los seres humanos: algunos entran por la piel y generan verrugas, otros causan lesiones genitales y unos pocos (14 de ellos) promueven la aparición de cánceres, sobre todo el de cuello uterino.

3. Los sapos escupen veneno

Los sapos no escupen venenoNo presentan glándulas que secreten compuestos tóxicos directamente a la boca y tampoco tienen mecanismos para eyectar líquidos. Son bastante torpes en general y, a la hora de cazar, se abalanzan sobre el insecto y lo recogen con su lengua pegajosa. Carecen de estrategias de defensa complejas.

4. Si se les molesta, se hinchan hasta explotar

Muchas especies de sapos, al verse en peligro, se yerguen sobre las puntas de sus dedos y aumentan de volumen de forma considerable. Para ello, toman aire en exceso y llenan sus sacos vocales (y pulmones) hasta que desaparece su depredador. Este es un mecanismo de defensa muy básico, pero puede disuadir a un mamífero hambriento en el momento clave.

De todas formas, si se les molesta mucho no cogen aire hasta explotar. Esta afirmación no tiene ningún sentido biológico, pues cada sapo enfadado moriría varias veces a la semana si fuese cierta. Las conductas en el reino animal surgen para preservar el linaje de una especie, no para que los ejemplares mueran antes de tiempo sin poder reproducirse.

5. Los sapos no necesitan agua para vivir

Como hemos dicho anteriormente, a veces se dice de forma errónea que las ranas están ligadas al ambiente acuático, mientras que los sapos viven en lugares secos y terrosos. Nada más lejos de la realidad: todos los anfibios requieren una humedad ambiental muy alta, pues necesitan tener su piel húmeda. Gran parte de su respiración se lleva a cabo vía epidérmica, así que la sequedad puede ponerlos en peligro.

En algunas especies de anfibios, hasta el 100 % del intercambio de gases se realiza por la piel.

6. Coger a un sapo no es peligroso

Los sapos son completamente inofensivos, pero solo si se les deja tranquilos. Todos los bufónidos presentan un par de glándulas parotoideas detrás de los ojos, en la región cefálica y sobre los hombros. Si son molestados, segregarán un líquido lechoso por ellas que resulta nocivo. Este fluido contiene bufotoxinas, una serie de compuestos neurotóxicos usados como defensa.

Por esta razón, no se recomienda manipular a los sapos sin guantes, mucho menos llevarse las manos a la boca o a los ojos tras hacerlo. Este compuesto secretado no suele ser mortal, pero si se ingiere en cantidades altas, puede causar intoxicación en casos excepcionales, con arritmias, mareos y problemas digestivos.

7. Los sapos silvestres son buenas mascotas

Más que un mito sobre los sapos, este último punto hace referencia a la irresponsabilidad que supone sustraer ejemplares silvestres de su medio natural. Aunque en el ámbito de la terrariofilia los anfibios sean cada vez más populares, estos siempre deben obtenerse de criaderos oficiales y con certeza de que no han sido cazados en su ambiente.

Sacar un sapo de un río o un camino puede parecer algo inocuo, pero debes tener en cuenta que la gran mayoría de las especies de anfibios están en peligro. Esto significa que sus números poblacionales suelen ser más bajos de lo normal y que, por desgracia, el porcentaje de reproductores cada vez es menor. Respetar los ejemplares salvajes es lo mínimo que podemos hacer para preservarlos.

Un sapo.

Como puedes ver, los mitos y leyendas sobre los sapos están completamente injustificados. Estos animales son completamente inofensivos, siempre y cuando se les respete y se evite manipularlos en exceso. Si escuchas cualquiera de estas falsas afirmaciones, ahora sabrás como rebatirlas. Es nuestro deber informar a la población para evitar persecuciones innecesarias.


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