Lepidosiren paradoxa, un pez con pulmones

No todos los días nos encontramos con un animal que nos descoloca como lo hace Lepidosiren paradoxa, un pez que sorprende al ser capaz de respirar mediante pulmones.

Un ejemplar de Lepidosiren paradoxa en un acuario.

Conocido por múltiples nombres —pirá cururú, loloch, lola, pez de barro americano y pez salamandra escamoso— Lepidosiren paradoxa es un pez con pulmones. Se considera único en su especie y miembro solitario de la familia Lepidosirenidae. Es un animal bastante desconocido dentro de la fauna del subcontinente sudamericano.

¿Por qué resulta tan particular este pez? Toda la vida se nos ha explicado como los animales que respiran bajo el agua lo hacen mediante branquias, así pues, ¿cómo es posible que exista un pez con pulmones? Sigue leyendo para descubrirlo.

Los dipnoos o peces pulmonados: parientes de Lepidosiren paradoxa

Los dipnoos son una subclase de peces muy cercanos a los tetrápodos, es decir, a los animales de cuatro extremidades, y entre sus rasgos más característicos está la posesión de respiración pulmonar. Del mismo modo, estos seres también poseen orificios nasales abiertos al exterior.

Aunque es cierto que la función de estas estructuras no es la de respirar aire —como en otros vertebrados terrestres—, sino la de albergar el sentido del olfato. Para captar el aire estos peces emplean la boca y, tal y como haría un anfibio, lo llevan hasta los pulmones tragándolo.

Curiosidades y características sobre Lepidosiren paradoxa

Este escurridizo animal pertenece, como era de esperar, al grupo de peces conocido como «dipnoos». Es quizás uno de los más particulares especímenes que podemos encontrar formando parte de la fauna de Sudamérica.

Su capacidad de respirar mediante pulmones ha dotado a este animal de claras ventajas adaptativas. La más destacada de todas es la de poder sobrevivir durante la estación seca en esos cauces de agua que quedan secos en las estaciones más calurosas.

¿Qué hace el pez en esos momentos, cuando su hábitat desaparece durante unos meses? El animal excava túneles en el lodo y forma en ellos una serie de cámaras respiratorias bajo tierra, a 30-40 centímetros de la superficie.

Un Lepidosiren paradoxa en una pecera.

Morfología de este pez con pulmones

Los especímenes juveniles de L. paradoxa son dorados con un relieve negro. En los adultos este color cambia para tornarse café o gris con manchas más oscuras. Las escamas que los cubren son muy pequeñas y se encuentran inmersas en la piel.

Los ejemplares adultos poseen un cuerpo alargado y rollizo —muy parecido al de una anguila— y pueden llegar a alcanzar tamaños de hasta 125 centímetros de largo y 20 kilos de peso.

Su cabeza es de forma roma y sus ojos, diminutos. Sus aletas pectorales son delgadas y filiformes. En cambio, las aletas pélvicas son más largas y gruesas y se proyectan hacía atrás. Por último, es necesario destacar que las aletas impares —dorsal, caudal y anal— están fusionadas entre sí.

En cualquier caso, todas estas aletas están conectadas al resto del cuerpo por un único hueso. Esta característica tan particular los diferencia de muchos otros peces, pero los acerca a los vertebrados terrestres. Otra de las tantas particularidades de este pez es que la abertura del ano se ubica en el lado derecho del cuerpo.

Comportamiento y costumbres

El hábitat de este pez suelen ser las aguas estancadas donde la corriente es escasa o nula, generalmente con abundante vegetación, de ríos y pantanos. En el momento en que su territorio se seca al llegar las altas temperaturas, los animales entran en una especie de letargo. Algo que se conoce en zoología como estivación.

Durante todo el tiempo que permanecen así, se doblan sobre si mismos y reducen su metabolismo. Además, segregan una capa de moco que sella la humedad de su cámara de aire, lo que deja solo dos o tres pequeños agujeros para permitir que el espacio se airee. Así sobreviven estos peces hasta que los cauces se vuelven a llenar de agua.

Conducta reproductiva

Con la llegada de la estación lluviosa, los adultos comenzarán a salir de su letargo para aparearse. Una vez culminada la conquista, los futuros padres construyen el nido donde se alojarán las crías, una larvas que sí que respirarán por branquias. De hecho, dichas larvas recuerdan bastante a los renacuajos de los anfibios.

El macho es el encargado de custodiar la puesta de huevos. Las larvas nacen con branquias externas que degeneran rápidamente y se transforman en un sistema branquial interno y reducido.

Puesto que el ambiente dentro del nido suele tener poco oxígeno, el padre desarrolla unas estructuras especiales en sus aletas pectorales con las que libera aire. Así, poco a poco, las crías van desarrollando la respiración pulmonar, que comienza a ser efectiva a partir de la séptima semana de vida.

Alimentación del pez con pulmones

En las etapas juveniles, L. paradoxa se alimenta de moluscos y crustáceos que habitan en el fondo, junto con larvas de insectos y pequeños peces. Al crecer, los adultos se vuelven omnívoros e incorporan algas, tallos herbáceos y plantas acuáticas a su dieta. Todo ello lo trituran con sus pesados dientes mineralizados.

¿Ha resultado ser el desarrollo de pulmones una adaptación evolutiva para este animal?

Lo cierto es que sí. En general, los dipnoos se han adaptado a vivir en hábitats que, durante todo el año o parte de él, cuentan con bajas concentraciones de oxígeno. De esta manera, Lepidosiren paradoxa logra sobrevivir con estos niveles bajos de oxígeno gracias al desarrollo de pulmones. Por eso, además, su sistema branquial es muy reducido más allá de la vida larvaria.

Lepidosiren paradoxa es un pez con pulmones.

El aparato pulmonar de estos peces no es ni mucho menos tan sofisticado como el de los animales puramente terrestres. Por ejemplo, carece de bronquios, esos conductos en los que se bifurca la tráquea para llevar el aire a los pulmones. Aún así, les ha servido para sobrevivir durante años en un medio que, de no ser así, les sería del todo hostil.

Bibliografía

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