Jirafa masái: hábitat y características

Las jirafas masái hacen parte de las 9 subespecies de jirafas que existen en el mundo. Destacan por su tamaño y manchas particulares.
Jirafa masái: hábitat y características

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 31 agosto, 2021

La jirafa masái, también conocida como “jirafa del Kilimanjaro”, es la representante más grande dentro de su familia y el animal terrestre más alto del mundo. Se tratan de unos mamíferos tan emblemáticos que probablemente su imagen viene a tu mente cuando piensas en una jirafa comiendo en la sabana, pues son un ejemplar prototípico. 

Esta subespecie pertenece a la familia Giraffidae, es capaz de recorrer cortas distancias con una velocidad de hasta 56 kilómetros por hora y ha sido declarada en peligro de extinción. Sin duda, su delicada situación es un llamado para conocer más sobre su importancia, hábitat y características. 

Hábitat de la jirafa masái

La jirafa masái (Giraffa camelopardalis ssp. tippelskirchi) es una subespecie de jirafa originaria de África, como todas sus parientes directas. Se encuentra en el sur y centro de Tanzania y Kenia. Debido a su capacidad para vivir a temperaturas extremas, estos grandes mamíferos son capaces de habitar tanto en regiones desérticas como en llanuras abiertas y zonas llenas de vegetación. 

Características físicas

Este mamífero tiene unas patas y cascos muy poderosos. La mayoría de los depredadores evitan a los adultos porque una patada rápida los mataría de inmediato, cuentan expertos de Giraffe Words. Sus extremidades miden unos 2 metros de largo y su cuello es igual de gigante, pues está formado por 7 largas vértebras y en su parte exterior tiene una melena.

Los machos adultos alcanzan una altura de 5,80 metros y las hembras de 5,50 metros. Su lengua mide hasta 50 centímetros y su cola es la más larga de todos los animales terrestres. El corazón de una masái pesa un promedio de 11 kilos y bombea 60 litros de sangre por minuto. Además, la extensión de sus extremidades le permite alcanzar grandes velocidades de hasta 35 millas por hora cuando corre.

Las manchas de esta subespecie particular de jirafa son irregulares en comparación con las demás. Con la edad, los machos tienen punteaduras más oscuras que las hembras y curiosamente el macho dominante porta las más apagadas de todas. Sin embargo, cuando asume su papel por primera vez puede que no sea así, por lo que se desconoce por qué resulta este cambio físico. 

Su piel se asemeja a un grupo de hojas secas de roble sobre un fondo de un color más claro, como naranja o crema. Los ejemplares de esta subespecie son fáciles de distinguir de otras jirafas debido a que, según fuentes profesionales, las manchas que las caracterizan llegan a la altura de sus rodillas, dejando que las patas terminen con un tono blanco o pastel claro.

Sus patas son tan delgadas que resulta asombroso cómo pueden sostener el gran peso de una jirafa adulta. Cuando son jóvenes, los machos tienen osiconos más desarrollados que las hembras, quienes los portan más delgados y cubiertos de pelo.

Los osiconos son protuberancias óseas cubiertas de piel. En las jirafas, se encuentran en la cabeza.

Un par de jirafas masai en la sabana.

Familia, género y especie

Su nombre científico es en honor a Herr von Tippelskirch, quien fue miembro de una expedición científica alemana a África Oriental y llevó información y muestras de piel a Europa por primera vez. Esta jirafa forma parte de la familia Giraffidae y el género Giraffa, descritos por primera vez en 1898. La única especie existente (Giraffa camelopardalis) cuenta con estas 9 subespecies, según Animal Corner:

  • Jirafa reticulada o somalí. (G.c. reticulata).
  • Jirafa angoleña o ahumada. (G.c. angolensis).
  • Jirafa kordofan. (G.c. antiquorum).
  • Jirafa de nubia. (G.c. camelopardalis).
  • Jirafa rothschild, baringo o de Uganda. (G.c. rothschildi).

Hay que sumarle también a esta lista la jirafa sudafricana (G.c. giraffa), la thornicroft o jirafa de Rhodesia (G.c. thornicrofti), la jirafa de África Occidental o Nigeria y por supuesto, la jirafa masái o kilimanjaro (G.c. tippelskirchi). En resumen, la que aquí nos atañe es solo una de las múltiples subespecies que alberga la única especie de jirafa existente a día de hoy. 

Comportamiento de la jirafa masái

Estas peculiares jirafas viven en manadas que son bastante pequeñas. Parecen ser muy tolerantes entre sí en su mayor parte, especialmente las hembras. Los machos tienden a ser agresivos solo cuando se trata de dominar al grupo o por derechos de apareamiento y no suelen interactuar a menos que estén buscando copular.

Estos mamíferos se mueven a través de un territorio de origen que puede abarcar más de 50 millas. No son territoriales en la medida en que otros animales u otras manadas de jirafas estén en el mismo lugar que ellos y parecen formar fuertes lazos dentro de sus rebaños, sobre todo entre las hembras.

Alimentación

Son animales herbívoros y pueden pasar entre 16 a 20 horas alimentándose y buscando comida. Esto también es gracias a que duermen muy poco y a menudo lo hacen durante pequeños períodos de tiempo. Comparadas con el tamaño total de su cuerpo, sus bocas son muy pequeñas, por lo que ingieren su comida a un ritmo lento y en pequeñas cantidades.

Una jirafa adulta come de normal 75 libras diarias de alimento.

Su comida favorita son las hojas de acacia. Aunque estas tienen espinas peligrosas, las jirafas logran tragarlas con la ayuda de su lengua larga y su saliva espesa. Pueden pasar varios días sin beber agua porque obtienen mucha hidratación de las hojas, pero cuando la necesitan toman hasta 10 galones en un día. 

La dieta de estas jirafas es diversa y se compone completamente de vegetación como ramitas, frutas de temporada, flores y hojas de acacia, por supuesto. C uando se alimentan los machos lo hacen de las ramas superiores, mientras que las hembras explotan más la sección inferior del árbol. 

Reproducción

La madurez sexual de estas jirafas ocurre entre los 3 y 5 años. Las hembras comienzan a aparearse a partir de los 4 años, pero los machos esperan más para poder enfrentarse a los adultos de la manada. El apareamiento se da en cualquier época del año luego de que 2 machos entren en batalla por la hembra. 

La gestación es de 14 meses, el parto completo dura de 2 a 6 horas y la cría mide aproximadamente 1,83 metros de altura al nacer y puede pesar hasta 90 kilos. En unos 20 minutos o 1 hora después de llegar al mundo, está lista para caminar.

Las madres masái son muy protectoras y lanzan poderosas patadas para mantener a los depredadores alejados de sus bebés. Estos golpes son tan fuertes que pueden romper el cráneo o la columna vertebral de un animal del tamaño de un león. De todas formas, la suerte de las jirafas puede ser otra si se trata de una manada numerosa de depredadores.

Para cuidar a sus crías, existe una especie de guardería en la que unas madres se turnan para vigilar mientras las demás se alimentan. En las jirafas masái jóvenes la mortalidad es del 75 % por depredadores. No cabe duda de que cuentan con todas las capacidades para defenderse, pero las viejas y las recién nacidas son las más vulnerables y por ende las más atacadas por leones, leopardos y hienas. 

Estado de conservación de la jirafa masái

A mediados de julio del 2019, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) catalogó a las jirafas masái en peligro de extinción, debido a la caza furtiva y a la explotación de la tierra. Desde luego, su situación actual es muy delicada.

La población de esta subespecie ha disminuido casi un 50 % en las últimas 3 décadas y el número total de jirafas en África ha disminuido un 40 %. Las jirafas del Kilimanjaro eran alrededor de 35 000 en el año 2019, una cifra alarmante en comparación con las reportadas en el pasado. 

A pesar de que la caza de jirafas es ilegal en Kenia y en Tanzania, las masái se matan de forma furtiva por su piel, carne, huesos y cola, con el objetivo de crear joyas y alimentar la creencia de que su médula ósea y cerebro pueden curar el VIH y SIDA. Además de esto, las poblaciones humanas se han expandido hasta el punto de llegar a tierras silvestres y así afectar su hábitat. 

Una jirafa masai sobre el cielo azul.

Estos mamíferos han sido muy poco estudiados en comparación con otras especies y se desconoce incluso que en África quedan menos jirafas que elefantes. Informar sobre su vida e importancia ecosistémica es vital para que todos aportemos a su conservación, pues si la tendencia sigue así estas subespecies podrían desaparecer de la Tierra en menos tiempo del que creemos. 


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