La hormiga bala: ¿qué tan peligrosa es?

La hormiga bala destaca entre las 950 000 especies de insectos descritas en el mundo por el dolor que causa su picadura. Descubre a este temible insecto.
La hormiga bala: ¿qué tan peligrosa es?
Luz Eduviges Thomas-Romero

Escrito y verificado por la bioquímica Luz Eduviges Thomas-Romero.

Última actualización: 27 julio, 2020

Hormiga bala es el nombre común para la especie Paraponera clavata. Este apodo obedece al intenso dolor que genera su picadura, comparado con el que produce una bala. Según reportes, la víctima experimenta un malestar agonizante por las próximas 12 o 24 horas, por lo que también se la conoce como “hormiga 24”.

Además de la fama por infligir ese dolor descrito como “puro, intenso, brillante” por el entomólogo estadounidense Justin Schmidt, del Instituto Biológico de la Universidad de Arizona, también destaca por su tamaño.  Esta hormiga mide alrededor de 2,54 centímetros.

Según la clasificación actual, la hormiga bala es miembro del género Paraponera, de la familia Formicidae, perteneciente al orden Hymenoptera. Por mucho tiempo, esta fue la única especie de su género y tribu, hasta que en 1994 se produjo el hallazgo de su primer pariente extinto. El famoso fósil, clasificado como Paraponera dieteri, fue encontrado incrustado en un ámbar en República dominicana.

La hormiga fosilizada Paraponera dieteri, existió durante el Mioceno temprano, hace de 15 a 45 millones de años. La buena conservación del fósil permitió comparaciones exhaustivas entre las dos especies.

¿Cómo reconocer a la hormiga bala?

Estas hormigas son notables por su tamaño, pues los especímenes de la casta obrera  alcanzan a medir de 1,8 – 3,0 centímetros de largo. A primera vista se parecen a avispas gruesas, de color negro rojizo y sin alas. Cada una de las antenas forma en sí misma una “V” amplia.

Además, como todos los monomorfos primitivos, esta hormiga no muestra polimorfismo en la casta obrera. Así, la reina no es mucho más grande que los trabajadores. Es importante conocer que estas hormigas no son naturalmente agresivas, pero sí desenfrenadas cuando defienden el nido. Según reportes, cuando actúan a la defensiva producen un sonido estridente mientras pican con ferocidad.

Una hormiga bala de cuerpo entero.

¿Dónde corremos el riesgo de cruzarnos en el camino de la hormiga bala?

La hormiga bala se distribuye en toda América Central y del Sur, que se encuentra comúnmente en la ecozona neotrópica húmeda. Esto significa que podemos cruzarnos con estas hormigas en la zona que incluye a Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, y se extiende hasta Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Brasil.

En general, las colonias de hormiga bala se encuentran en zonas de tierras bajas, en elevaciones que van desde el nivel del mar hasta 750 metros. Sin embargo, se han recolectado especímenes en elevaciones de 1 500 metros.  En cuanto al número, la colonia puede estar conformada por unas pocas docenas de hormigas hasta un centenar de individuos. Por lo tanto, es una colonia pequeña en comparación con otras hormigas.

En general, estas agrupaciones buscan establecerse en las bases de los árboles. Aunque estas depredadoras son principalmente insectívoras, también se alimentan de savia y néctar de plantas. Así, es usual que las obreras trabajen perforando el árbol en el área cercana al nido, en busca de pequeños artrópodos y de néctar.

¿Existe predilección por un árbol específico para la anidación de esta hormiga?

Los estudios que abordan la posible selectividad de la hormiga bala por una especie de árbol sugieren que no existe una selectividad. En general, la hormiga habitará en los árboles con contrafuertes y nectarios extraflorales que brinden acceso al dosel del bosque.

Dos estudios realizados Costa Rica y en la Isla Barro Colorado encontraron alrededor de cuatro nidos de hormigas bala por hectárea de bosque. En la Isla Barro Colorado, los nidos se encontraron bajo 70 especies de árboles, 6 especies de arbustos, 2 especies de lianas y una especie de palma. Los nidos eran más comunes debajo de las copas de Faramea occidentalis y Trichilia tuberculata, pero estos árboles también son los más abundantes en este bosque.

En Costa Rica, los nidos estuvieron presentes con una mayor frecuencia de lo que se esperaría en función de la abundancia en los árboles Alseis blackiana, Tabernaemontana arborea, Virola sebifera, Guarea guidonia y Oenocarpus mapora.

La temible picadura de la hormiga bala: dolorosa pero no mortal

Sabemos que muchas avispas, abejas y hormigas (orden Hymenoptera) generan sustancias tóxicas o venenosas como método defensivo. Así, las hembras de una gran mayoría de himenópteros han desarrollado un aguijón al final del abdomen. Este arma constituye una adaptación evolutiva del canal de oviposición (infraorden Aculeata).

Resulta interesante conocer que las hormigas de familia Formicidae atacan generalmente mediante mordeduras. Sin embargo, algunas especies, incluidas las hormigas bala, además lo hacen mediante picaduras de su aguijón. La picadura, sin embargo, no suele resultar fatal para los humanos.

¿Qué hace que la picadura de la hormiga bala duela tanto?

Es importante tener en cuenta que la intensidad del dolor causado por una picadura de insecto depende de varios factores. Por ejemplo, el tamaño del insecto que pica, la cantidad de veneno que inyecta y, lo más importante, las propiedades químicas de los constituyentes inductores del dolor.

Entre las sustancias más conocidas en las picaduras de hormiga está el ácido fórmico, que se encuentra en la picadura de la subfamilia Formicinae. También lo encontramos en las picaduras de abejas. Pero esa no es la única sustancia, por ejemplo, las hormigas rojas de fuego inyectan un alcaloide del grupo de las piperidinas, la solenopsina.

Es posible que ya estés familiarizado con los efectos fisiológicos de algunos alcaloides, como la morfina, la efedrina y la nicotina. Las picaduras de insectos que liberan ácido fórmico y alcaloides no son más que una ola en el océano de dolor de la picadura de hormiga bala. La toxina que produce la hormiga bala es la poneratoxina.

¿Qué se conoce de esta potente toxina?

La poneratoxina es una proteína pequeña que interfiere con la función de los canales de iones sodio. La disfunción de estos canales interfiere, por ejemplo, en la capacidad de las células nerviosas para enviar señales eléctricas de un sitio a otro. Los músculos del cuerpo necesitan del control neuronal para su función.

Así, cuando un factor interfiere en la función de las células nerviosas se genera dolor y parálisis. De hecho, existe una delgada línea entre el dolor y el entumecimiento causado por disfunción de las células nerviosas. Así, es que esta neurotoxina puede causar oleadas de dolor extremo, sudores fríos, náuseas, vómitos e incluso ritmos cardíacos anormales.

La picadura puede ocasionar linfadenopatía (trastornos en los ganglios linfáticos), edema, taquicardia y la aparición de sangre fresca en las heces de las víctimas.  En la actualidad, se está investigando esta toxina para posibles aplicaciones médicas.

Una hormiga bala sobre una hoja.

Uso ritual de las picaduras en comunidades indígenas

Es interesante señalar que algunas poblaciones indígenas amazónicas de Brasil y Guyana Francesa usan la picadura intencional de estas hormigas. Se trata de ritos de iniciación de niños, al inicio de la pubertad y también en ceremonias de obtención de mayor estatus social.

Para este uso, las hormigas primero son adormecidas sumergiéndolas en un sedante natural. Luego, el chamán prende 80 hormigas en guantes hechos de hojas, parecido a un guante de horno, con los aguijones mirando hacia adentro. Cuando las hormigas recuperan la consciencia, el niño desliza las manos en los guantes.

El objetivo de este rito de iniciación es mantener el guante puesto durante cinco minutos. Cuando termina, la mano del niño y parte de su brazo están temporalmente paralizados debido al veneno de la hormiga y puede temblar sin control durante días.

Curiosamente, los miembros de estas tribus que practican este ritual, tienen una longevidad inusualmente extensa. Esto ha sugerido que el veneno pueda tener efectos que refuercen de algún modo el sistema inmunitario del individuo.


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