Disautonomía felina o síndrome de Key-Gaskell: síntomas y tratamientos

La disautonomía felina es una enfermedad grave cuyo pronóstico es fatal. Los pocos gatos que sobreviven a ella suelen presentar secuelas de por vida.

Un gato se esconde.

La disautonomía felina es un desorden del sistema nervioso autónomo (SNA) del gato afectado, sin una causa etiológica concreta, descrito en el año 1982. Su cuadro clínico está dominado por síntomas oculares y digestivos, ya que las áreas nerviosas afectadas son las encargadas de controlar reflejos y otras funciones neurológicas involuntarias.

Por desgracia, la esperanza de vida máxima de los gatos que presentan este cuadro clínico es de 18-24 meses, mientras que otros autores colocan la tasa de supervivencia en un 25 %. Si quieres saber más sobre esta grave y rara patología en felinos, sigue leyendo.

¿Qué es la disautonomía felina?

Como hemos dicho anteriormente, estamos ante una enfermedad neurodegenerativa no contagiosa que afecta al sistema nervioso autónomo del gato. A nivel fisiológico se puede observar la degeneración del tejido neuronal hasta en un 95 % en ciertas áreas, lo que se correlaciona con una mayor presencia de células gliales.

A día de hoy se desconocen completamente las causas de la disautonomía felina, pero se han formulado varias hipótesis en lo referente al tema. Según estudios, algunas de ellas son las siguientes:

  1. Como respuesta a la toxicidad de ciertos insecticidas o micotoxinas, es decir, agentes tóxicos producidos por seres vivos del reino de los hongos.
  2. Desajustes autoinmunes en el animal.
  3. De causa alimentaria desconocida.

Por suerte, esta letal enfermedad es de aparición muy esporádica y extraña. Puede afectar a felinos tanto domésticos como libres, pero la bibliografía citada señala que parece ser más común en gatos mestizos de pelo corto, machos y con una edad inferior a 3 años. Si bien es usual su manifestación en edades tempranas, puede suceder en cualquier momento.

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Síntomas

Tal y como indican portales veterinarios profesionales, los gatos afectados presentan inicialmente anorexia y signos en el tracto respiratorio superior e intestino. Dependiendo de si la patología se presenta de forma aguda o crónica, los síntomas serán más o menos agresivos en el animal. Entre ellos, encontramos los siguientes:

  • Pupilas dilatadas que no responden a estímulos.
  • Ptosis, es decir, descenso permanente del párpado superior. Esto puede ir acompañado de un desajuste del tercer párpado del gato, la membrana nictitante.
  • Nariz y su tejido circundante demasiado secos.
  • Secreción lacrimal reducida.

Todo esto suele ir acompañado de diarreas, distensión abdominal, vómitos, esófago hinchado, deshidratación, incontinencia urinaria y muchos más fallos sistémicos. Estos signos indican que los sistemas nerviosos simpático y parasimpático del gato están siendo destruidos, por lo que el felino pierde el control de casi todas sus funciones básicas.

Diagnóstico

Las pruebas de rayos X y la fluoroscopía pueden evidenciar una distensión en el esófago, signo típico de la disautonomía felina. Además, también se puede sospechar de la enfermedad cuando el gato no pasa correctamente un test de producción lacrimal. Aun así, toda prueba diagnóstica debe ir contrastada con un análisis del tejido del animal.

El virus de la leucemia felina suele causar síntomas similares a los de esta enfermedad, por lo que descartarlo primero es necesario.

Tratamiento de la disautonomía felina

Al no existir un agente etiológico claro de la enfermedad, lo único que se puede hacer para tratarla es intentar mantener vivo al animal, siempre y cuando la sintomatología sea leve y el paciente se considere recuperable. No tiene mucho sentido tratar de mantener vivo a un felino cuyo pronóstico es desastroso a corto plazo.

A continuación, te presentamos algunos de los procesos que se siguen en la clínica veterinaria para intentar salvar la vida de los gatos con esta enfermedad:

  1. Mantener al gato hidratado e intentar recuperar un balance hídrico adecuado en el interior de su cuerpo. Esto se consigue mediante un suministro intravenoso.
  2. Utilizar gotas que estimulen la secreción salivar y la lacrimación del animal, lo que puede ayudar a recuperar la posición inicial del tercer párpado.
  3. Administrar medicamentos que estimulen el vaciamiento gástrico cuando el gato no pueda hacerlo por sí solo.
  4. Aplicar medicamentos que estimulen la micción y la defecación cuando el gato no pueda hacerlo por sí solo.

Como hemos dicho al inicio de estas líneas, el pronóstico es fatal: solo los más optimistas colocan la tasa de supervivencia en un 25 %. Los pocos felinos que sobreviven a esta patología pueden requerir hasta un año de tratamiento para recuperarse y, además, suelen quedarles secuelas de por vida.

Un gato asustado en el veterinario.

Por desgracia, la disautonomía felina es una de esas enfermedades que rara vez tienen solución. Siempre que el gato presente este tipo de síntomas hay que acudir al veterinario y luchar por su vida todo lo que sea posible, pero también se debe tener en mente el más que posible desenlace del animal.

Bibliografía

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  • Feline dysautonomia, MSDmanuals. Recogido a 16 de diciembre en https://www.msdvetmanual.com/nervous-system/dysautonomia/feline-dysautonomia
  • Disautonomía felina, mederilab. Recogido a 16 de diciembre en http://mederilab.com/disautonomia-felina-sindrome-de-key-gaskell/#:~:text=La%20disautonom%C3%ADa%20felina%20es%20una,por%20s%C3%ADntomas%20oculares%20y%20digestivos.
  • Sharp, N. J. H., Nash, A. S., & Griffiths, I. R. (1984). Feline dysautonomia (the Key‐Gaskell syndrome): a clinical and pathological study of forty cases. Journal of Small Animal Practice, 25(10), 599-615.
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