Los nidos en los árboles y los pájaros cazando alimento para sus crías es una imagen típica de la primavera. Puede parecer un comportamiento adorable, pero tras él se esconde un mecanismo evolutivo complejo lleno de matices. El cuidado parental supone un gasto energético devastador para los progenitores, pudiendo incluso reducir drásticamente su supervivencia.
En la naturaleza, toda fuerza está basada en un trade off o intercambio. Una balanza invisible condiciona los comportamientos animales, pues todo se rige por la necesidad de llegar a la siguiente etapa reproductora para dar lugar a más crías.
Entonces, ¿qué les compensa más a los padres? ¿Sacrificar su salud para cuidar de sus hijos, o dejarles a su suerte y así maximizar sus propias probabilidades de vivir hasta el año siguiente?
Sin duda el mundo del cuidado parental es apasionante, y te animamos a continuar leyendo si quieres descubrir por qué.
Padres al rescate
Se define como cuidado parental cualquier conducta de los padres que aumente la viabilidad de su descendencia. Algunos ejemplos:
- Preparación de nidos o cuevas.
- Cuidado de las crías dentro o fuera del cuerpo de los padres.
- Aprovisionamiento y alimentación de las crías tras el nacimiento.
- Nutrición de las crías hasta que alcanzan su independencia alimenticia.
Simple, ¿verdad? aún así existe una diferenciación esencial dentro del término cuidado parental:
- El gasto parental es el gasto de recursos por parte de los padres (incluyendo tiempo y energía) en el cuidado de uno o más descendientes. Es cuantificable, pues se basa en una proporción de recursos.
- La inversión parental es cualquier acción de los padres que aumenta la supervivencia de sus hijos con un
costo sobre algún componente de la suya propia. Por ejemplo: si un padre se expone ante depredadores para buscar comida para su hijo, sus probabilidades de vivir disminuyen. Por contraparte, las de la cría aumentan, pues por sí misma no podría comer o le sería mucho más difícil.
¿Hasta dónde llega el coste?
Estudios comportamentales como este han demostrado que el cuidado parental puede ser devastador para los progenitores. En una especie de golondrina (Delichon urbicum) se vio que la supervivencia de las hembras disminuía si tenían dos nidadas de crías al año.
No solo supone un coste poner los huevos: también incubarlos y alimentarlos hasta su emancipación. Toda esta energía causa debilidad en la madre, y quizá sus reflejos se vean mermados a la hora de esquivar a un depredador oportunista.
Otro estudio mostró que en una especie de carbonero (Poecile montanus), la supervivencia de los padres durante los 3 meses siguientes a la temporada reproductiva estaba asociada negativamente con el número de crías. Mientras más hijos, más bocas que alimentar y menos tiempo para llenar la suya propia.
Un baile numérico
La reproducción en el mundo animal suena arriesgada, ¿verdad? Por suerte, las matemáticas rigen hasta los comportamientos más primales.
La inversión parental óptima por cría es aquella que maximiza la supervivencia del hijo con el mínimo coste parental. Es decir beneficio-coste= número positivo. Dos compromisos que deben enfrentar los padres son:
- Cuánto invertir en cada cría: más crías y menos inversión por cría o menos crías y más inversión por cría.
- Cuánto invertir en la reproducción presente vs. la reproducción futura.
Todo esto puede sonar complicado, pero la realidad es que existen funciones matemáticas que explican este intercambio entre padres e hijos. Al fin y al cabo, el esfuerzo es cuantificable (energía medida en los padres y porcentaje de crías que sobreviven, por ejemplo).
El número de crías perfecto es el que menos ponga en riesgo a los padres para poder sobrevivir hasta la época de cría siguiente.
Cuidado parental: ¿altruismo animal, o puro beneficio propio?
Hablar de que los padres dan la vida por sus hijos de forma incondicional es sesgar la realidad. Al fin y al cabo, aunque resulte triste verlo de manera tan fría, los padres únicamente buscan su beneficio.
En el mundo salvaje el motor de la vida es transmitir la información genética propia. Esto es, tener hijos. No se trata de una actitud desinteresada como tal, y por ello existen poquísimas especies en las que adultos cuiden de hijos ajenos.
Vamos más allá: en muchas especies en las que los padres no pueden asegurarse que aquellos sean realmente sus hijos (fecundación externa por varios machos de huevos en peces, por ejemplo) los machos directamente no se hacen cargo de la descendencia.
Como hemos podido ver, el mundo del cuidado parental es complejo y se basa en un juego numérico. Todo se trata en transmitir el mayor número de material genético con éxito y que los hijos puedan seguir el linaje en el futuro.
Bibliografía
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- https://esajournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1890/0012-9658(2001)082[2948:EOLHAE]2.0.CO;2
- https://www.jstor.org/stable/4185?seq=1