Las mantas rayas o batoideos son un enigma para la población general. No se conoce mucho sobre ellas y, además, resulta muy difícil encontrarse con una de forma natural, ya que habitan los suelos de los mares y rara vez se aventuran de forma visible a playas y costas. Por todos estos motivos, es normal no tener claro cómo es la reproducción de las rayas y otras de sus particularidades.
En esta oportunidad, hacemos un repaso somero por el superorden Batoidea y sus estrategias reproductivas. Si quieres saber cómo las rayas traen vida a este mundo, te recomendamos que sigas leyendo.
¿Qué son las rayas?
Antes de entrar de lleno en su método de reproducción, vemos de interés situar a las rayas a nivel taxonómico en el árbol de la vida. En primer lugar, cabe destacar que todas ellas son peces cartilaginosos (elasmobranquios), por lo que comparten grupo superior con sus relativos más cercanos y famosos: los tiburones. Muchas son marinas, pero también hay especies de ríos.
Las rayas (superoden Batoidea) son el grupo de peces cartilaginosos más amplio, con más de 600 especies divididas en 26 familias diferentes. Todas ellas presentan algunas características corporales comunes: esqueleto maleable compuesto por cartílago (de ahí el nombre de su taxón), cuerpo aplanado, hendiduras branquiales ventrales y una forma discoidal.
La mayoría de batoideos tienen una boca situada en el plano ventral con dientes poderosos que utilizan para romper las conchas de invertebrados de los suelos marinos, como almejas, cangrejos y caracoles. Las mantarrayas propiamente dichas (género Mobula) representan la excepción a la regla, pues se alimentan del plancton que filtran con el paso del agua por su boca.
Las rayas son parientes cercanos de los tiburones. Ambos son peces cartilaginosos de esqueleto maleable.
¿Cómo es la reproducción de las rayas?
Ahora que conoces un poco más a los batoideos y su forma de vida, estamos preparados para contarte cómo se reproducen las rayas. En primer lugar, es necesario destacar que todas ellas presentan un sistema de fecundación interna, es decir, que se produce dentro del cuerpo de la hembra. Esta estrategia es muy diferente a la de los peces óseos marinos.
La mayoría de los animales acuáticos optan por liberar los huevos al medio y fecundarlos en el agua, pues es un ambiente por el cual pueden viajar los espermatozoides sin mucho problema (a diferencia de la tierra). Con la fertilización interna, las rayas logran lo siguiente:
- La hembra es capaz de conservar el esperma en su interior. Esto posibilita que a veces exista más de un padre en un solo evento de gestación, lo cual varía la carga genética de la descendencia y evita la endogamia.
- Los huevos no se exponen antes de tiempo a los depredadores y las inclemencias ambientales.
- Toda la energía invertida en la producción de esperma y óvulos se traduce en descendencia y no se dispersa por el ecosistema acuático, como sí ocurre en muchos casos en la fertilización externa.
Un mecanismo intrincado
Para lograr fertilizar a la hembra, los machos poseen un par de estructuras denominadas claspers o pterigopodios. Estos órganos son modificaciones de las aletas pélvicas ventrales y en los ejemplares adultos se encuentran reforzados con sales de calcio. Curiosamente, los claspers están conectados a un sifón, cuya labor es llenarse de agua para mezclarla con el esperma y propulsarla.
Cuando las rayas se van a reproducir, el macho “hincha” uno de sus pterigopodios con ayuda del sifón y lo introduce en la cloaca de la hembra. En este punto, el órgano sexual del macho se abre a modo de paraguas dentro de su compañera y se produce una eyaculación evidente de la mezcla agua-esperma producida gracias al sifón. Sin duda, esta fecundación es tan arcaica como sorprendente.
Ahora bien, ¿qué sucede una vez el esperma del macho ha llegado a los ovarios de la hembra? A partir de aquí, se presentan un par de estrategias de gestación específicas. Las diseccionamos en las siguientes líneas.
Rayas ovíparas
La oviparía es la estrategia elegida por el 30 % de rayas y tiburones del mundo, tal y como indica el portal Ocean Adventures. En estos casos, la hembra coloca los huevos en los fondos marinos o entre las algas, pero como el esperma del macho ya los ha fecundado, estos pueden tener una carcasa dura y mayor protección ante el ambiente.
Un ejemplo muy interesante de oviparía en rayas es la especie Leucoraja erinacea. Las hembras ponen 2 veces al año (octubre-diciembre y abril-mayo) y son capaces de producir hasta 35 huevos anualmente. Los depositan a profundidades someras (no más de 27 metros) y tienen un color negruzco, con unos “cuernos” huecos y pegajosos en cada extremo.
Cada envoltura contiene un solo embrión y los cuernos de los extremos fijan el huevo al sustrato, evitando así que se lo lleve la marea.
Rayas ovovivíparas
Tras la reproducción en las rayas ovovivíparas, las hembras no ponen huevos. En esta estrategia dan a luz directamente a los individuos juveniles ya formados, pero no hay una conexión directa entre la madre y el hijo por medio de una placenta (como sí ocurre en los seres humanos). Dicho de forma sencilla, el feto se alimenta de la yema de su huevo pero se desarrolla en el cuerpo materno.
Un ejemplo claro de esta estrategia es la raya jaspeada (Aetobatus narinari). A diferencia del caso anterior, la hembra fecundada mantiene los huevos en su interior y estos eclosionan dentro de su cuerpo, por lo que las crías deben alimentarse de las reservas nutricias hasta que salgan al exterior. Al momento de parir, estas miden de 16 a 35 centímetros y su morfología es similar a la del adulto.
Esta estrategia tiene una clara ventaja y una clara desventaja con respecto a la modalidad ovípara. Podemos resumirlas en 2 puntos:
- La raya jaspeada solo puede dar a luz en cada evento reproductivo a 4 crías, en comparación con los 10-35 huevos de las especies ovíparas. Mantener a la prole dentro del cuerpo de la madre implica un enorme sacrificio en lo que al número de descendencia se refiere.
- La probabilidad de supervivencia de la prole es mucho mayor en la estrategia ovovivípara. Un huevo siempre va a ser más frágil y proclive a la depredación que un individuo juvenil ya formado.
La reproducción de las rayas depende de la especie analizada.
Apuntes finales sobre la reproducción de las rayas
Como puedes ver, la reproducción de estos peces cartilaginosos es mucho más sofisticada de lo que en un principio podría pensarse. De todas formas, todo lo expuesto puede resumirse en una idea: la oviparía prioriza la cantidad, mientras que la ovoviviparía fomenta la “calidad” de las crías. Cada una de estas estrategias tiene sus pros y sus contras.
En última instancia, cabe destacar que en las especies ovovivíparas de rayas es muy común que sucedan abortos espontáneos tras la pesca (hasta en el 12 % de las especies). Este es un problema enorme, pues los batoideos son animales que tardan mucho en madurar sexualmente y la reproducción es muy costosa para ellos.
Perder una cría es deletéreo para las poblaciones de rayas que ya se encuentran en situación de vulnerabilidad. Por ello, es necesario refinar las técnicas de pesca y acabar con las prácticas de arrastre que se llevan consigo todo a su paso, sea relevante a nivel comercial o no. Las rayas merecen ser conocidas, pero también se requiere su preservación para seguir disfrutando de su existencia.
Bibliografía
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