El cangrejo cocotero (Birgus latro), también llamado “cangrejo ladrón”, “ladrón de palmera” o robber crab en inglés, es un crustáceo terrestre que habita el suroeste de los océanos Pacífico e Índico. Este invertebrado destaca sobre el resto por su tamaño, pues se trata del artrópodo terrestre más grande del mundo y alcanza hasta 1 metro de diámetro si se tienen en cuenta las patas.
Este crustáceo es el único referente de su género, por lo que se trata de un animal que se debe conservar a toda costa. Por desgracia, la especie se encuentra en estado vulnerable, ya que se consume como delicatessen en muchas regiones tropicales. Si quieres saber más sobre el cangrejo cocotero, sigue leyendo.
Hábitat del cangrejo cocotero
El cangrejo cocotero (Birgus latro) es un artrópodo perteneciente al orden Decapoda y la clase Crustacea. A su vez, se trata de un ermitaño, ya que forma parte de la superfamilia Paguroidea. Todos los paguroideos —más de 800 especies— son moluscos que presentan un abdomen asimétrico, normalmente cubierto por una concha u otro tipo de protección externa.
Por su parte, Birgus latro es el único representante de su género (Birgus) y habita en regiones terrestres del Océano Índico y el Océano Pacífico central. Algunas evidencias indican que este crustáceo vivía en el pasado en Australia, Madagascar, las Islas Marquesas e India —entre otras regiones—, pero se encuentra localmente extinto en ellas.
En su límite occidental, esta especie se restringe a Zanzíbar y Tanzania, mientras que el límite sur lo marcan los trópicos de Capricornio y de Cáncer. Curiosamente, su rango de distribución depende en gran parte de la localización de los cocoteros (Cocos nucifera), árboles con los que estos cangrejos están muy entrelazados.
Características físicas
Tal y como indica la organización Animal Diversity, el cangrejo cocotero es el artrópodo terrestre más grande del mundo, con un cuerpo de 20 centímetros de ancho y una longitud de 1 metro de pata a pata. Además de su impresionante tamaño, alcanza también unos 4,5 kilogramos de peso, debido a su grueso y pesado exoesqueleto.
Al pertenecer al orden Decapoda, todos los cangrejos cocoteros tienen 10 patas. El primer par destaca sobre el resto, ya que presenta unas estructuras en forma de pinzas (quelas), la izquierda más grande que la derecha. Esta especie utiliza sus fuertes pinzas para desgranar y acceder a la materia orgánica de la que se alimenta.
Los juveniles sí que protegen su abdomen con caparazones de otros invertebrados, mientras que los adultos lo tienen endurecido por placas tergales y no necesitan estructuras externas. Por otro lado, las regiones más frágiles de la zona abdominal se protegen con una piel correosa, que a su vez tiene mechones de pequeñas cerdas.
Cabe destacar que, al no tener la constricción de una concha abdominal externa, este crustáceo ha podido crecer hasta las dimensiones sobrecogedoras que conocemos hoy en día. Su coloración es mayoritariamente azulada, con tintes rojizos o morados, dependiendo de la población que se estudie.
Las extremidades locomotoras de esta especie presentan unos dáctilos muy especiales, que le permiten escalar en la superficie de los cocoteros.
Carácter y comportamiento
Los cangrejos cocoteros son animales eminentemente terrestres. Tienen agallas vestigiales de sus ancestros acuáticos, pero han desarrollado pulmones que les permiten obtener el oxígeno del ambiente. Estos se encuentran en la región torácica y están muy bien vascularizados. Por ello, no necesitan aventurarse al mar en ningún momento.
Estos invertebrados son nocturnos la mayoría del tiempo, pero se les puede ver activos de día en regiones en las que no hay seres humanos. Utilizan sus extremidades para escalar los cocoteros —hasta 2 metros—, así que es común observarlos “pegados” a sus cortezas. Los ejemplares que viven en islas grandes son nómadas, mientras que los habitantes de zonas pequeñas se mantienen fieles a su madriguera.
Los cangrejos cocoteros se ahogan si permanecen en el agua sumergidos por más de una hora.
Las madrigueras de los cangrejos cocoteros
Esta especie es bastante solitaria, ya que los ejemplares adultos viven aislados en madrigueras o huecos de rocas que encuentran. Durante el día, estos invertebrados permanecen frescos en su hogar, con el fin de evitar el riesgo de deshidratación que implica una constante exposición al sol. Estas guaridas son cavadas en sustrato arenoso y pueden tener hasta 1 metro de profundidad.
Las madrigueras de estos invertebrados son especialmente importantes cuando llega el momento de la muda. Durante este periodo, los cangrejos se aíslan del entorno durante 3 a 16 semanas bajo tierra, con la finalidad de “cambiar” su exoesqueleto. Tras deshacerse de su exoesqueleto antiguo son extremadamente delicados, pues el nuevo tarda un tiempo en endurecerse del todo.
Alimentación
A pesar de su nombre común, esta especie no se alimenta solo de los frutos de los cocoteros. Su dieta se basa sobre todo en frutas tropicales carnosas, nueces, carne muerta de otros animales, carcasas de otros de su especie y cocos de forma esporádica. Las impresionantes quelas de este crustáceo le permiten romper muchas superficies para acceder a su comida, pues ejercen una fuerza de 3300 Newtons.
Además, se ha observado que estos invertebrados tienen estrategias alimentarias muy curiosas. Se ha registrado como algunos ejemplares suben a los cocoteros y tiran los cocos a 10 metros de altura, con la finalidad de romper la cáscara con un esfuerzo mínimo. Una vez han realizado su tarea simplemente se dejan caer, ya que aguantan caídas de casi 5 metros sin sufrir daño alguno.
Estos invertebrados tienen un sentido del olfato muy desarrollado.
Reproducción y desarrollo del cangrejo cocotero
La reproducción de esta especie se lleva a cabo en tierra y no requiere de cortejos previos, a diferencia de otros muchos ermitaños. Durante la cópula, el macho sujeta a la hembra con sus quelas y la pone “panza arriba”, exponiendo así su región abdominal. Tras ello, le introduce el espermatóforo por el gonoporo femenino y se produce la fertilización interna de los huevos.
Una vez fecundadas —y tras unos meses de desarrollo de los huevos—, las hembras se acercan al mar y liberan de 50 000 a 138 000 embriones. Las larvas pertenecen a la zona pelágica marina y flotan junto con otras especies de plancton durante unas 3 o 4 semanas. La tasa de mortalidad en esta etapa es muy grande, de ahí que las hembras produzcan una cantidad tan ingente de huevos en cada puesta.
No nos vamos a centrar en las distintas etapas larvarias de la especie. Nos basta con saber que, a los 30 días aproximadamente, las larvas se dirigen al fondo de la columna de agua y buscan una concha con la que protegerse. Una vez la han encontrado, se encaminan a la playa y comienza su etapa juvenil, que intercala periodos en agua y en tierra.
Una vez desarrollan todas sus estructuras vitales, estos cangrejos se deshacen de la concha y se adentran en tierra. Nunca vuelven al mar.
Amenazas y estado de conservación
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, Birgus latro se encuentra en estado “vulnerable (VU)”. A día de hoy hay programas que fomentan su recuperación, pero no se han notado sus efectos y las poblaciones siguen en un descenso marcado.
Los cangrejos cocoteros no tienen depredadores naturales, pero el ser humano los ha llevado a la extinción local en muchas de sus áreas de distribución por la caza para consumo. Además, también se han registrado ejemplares en el tráfico de mascotas, lo cual podría acelerar aún más su desaparición. Huelga decirlo, pero una especie con estos requerimientos jamás será un buen animal de compañía.
El cangrejo cocotero es único en el mundo, pues se trata del único representante de su género y es el artrópodo terrestre más grande del mundo. Por desgracia, se encuentra amenazado por las actividades humanas y la caza indiscriminada. Es necesario que los planes de conservación hagan efecto y acabar con el tráfico de especies exóticas para que la especie se recupere.
Bibliografía
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