Boa constrictor: características, comportamiento y hábitat

Antes de engullir a su presa, este tipo de serpiente se enrolla sobre su víctima y la aprieta hasta la asfixia
Boa constrictor: características, comportamiento y hábitat
Eugenio Fernández Suárez

Escrito y verificado por el veterinario Eugenio Fernández Suárez.

Última actualización: 22 mayo, 2018

La boa constrictor es uno de los principales representantes de las boas, que son uno de los tipos de serpientes constrictoras más conocidos. Estos animales, a diferencia de sus cercanas primas las pitones, son animales americanos.

Dado que vive en múltiples países de América Latina, ha recibido varios nombres en español: desde mantona en Perú a matacaballos en Ecuador, pasando por limacoa en México o mazacuata en Centroamérica.

Características de la boa constrictor

Dado que hay múltiples subespecies de boa constrictor, las medidas son muy variadas: algunas boas miden medio metro y otras sobrepasan los cuatro metros; al igual que en otros reptiles, las hembras suelen ser más grandes que los machos; un ejemplo de ellos es uno de los ejemplares del zoo de San Diego, que mide cinco metros y medio.

La boa constrictor presenta en todas sus variantes una coloración de tonos rojizos y pardos en el dorso, de forma irregular y pintada sobre la piel, que suele ser marrón o dorada, aunque puede ser incluso blanca. Al igual que la pitón real, los cruzamientos en cautividad han dado lugar a colores que prácticamente nunca se ven en la naturaleza.

La boa constrictor suele vivir alrededor de 20 años en estado silvestre, aunque en cautividad hay ejemplares de 30 e incluso 40 años de edad, gracias a la asistencia veterinaria y el control de la dieta. En cuanto a su peso, las serpientes constrictoras son animales de complexión maciza, y es que que pueden llegar a los 30 o incluso 40 kilogramos de peso.

Boa constrictor: comportamiento

Comportamiento de la boa constrictor

Al igual que la mayoría de serpientes, la boa constrictor es un animal solitario además de nocturno, por lo que no se suele recomendar como mascota salvo para criadores de reptiles experimentados. 

Estos animales pasan el día escondidos en ramas y huecos, y suelen tender sus emboscadas nocturnas desde los árboles. Además, la boa constrictor es una serpiente que nada bastante bien, por lo que no es raro encontrarla sumergida en pantanos.

De la misma manera que otros ofidios, los sentidos de las serpientes como la boa constrictor son un poco distintos al de otros animales: la boa constrictor ve muy mal, pero posee fosetas labiales para detectar a sus presas por el calor, por lo que ese es el secreto para ser una gran cazadora nocturna.

La boa constrictor consume todo tipo de presas, desde zarigüeyas a ratas, o incluso murciélagos. Al ser una serpiente constrictora, mata a sus presas de esta manera: enrolla sus anillos alrededor de estas tras haberlas mordido, lo que aniquila al animal por asfixia.

En cuanto a la reproducción, las hembras usan feromonas para atraer a los machos. Curiosamente, las hembras aumentan su melanina tras la cópula para oscurecerse, lo que permite que capten más calor. 

Boa constrictor: características

Es importante señalar que la boa constrictor es un animal ovovivíparo. Es decir, sus huevos eclosionan en el interior de la madre, y las serpientes salen vivas de ella como si de un parto de mamíferos se tratase.

Hábitat de la boa constrictor

Este animal vive en zonas con poca agua, como sabanas y desiertos. Aún así, también se puede encontrar a las diferentes subespecies de boa constrictor en selvas y zonas de cultivo, pues son animales terrestres pero en ocasiones usan los árboles como hábitat principal.

En concreto, estos animales viven desde Argentina a México, en países como Perú, Brasil, Paraguay o Ecuador. La boa constrictor se ha convertido en un animal muy popular como mascota, lo que ha producido una enorme cantidad de capturas en su hábitat; sin embargo, hoy en día la mayoría de este mercado se nutre de animales nacidos en cautividad.

Curiosamente, también han sido cazadas por su piel y su carne. A pesar de ello, son vitales para controlar las poblaciones de zarigüeyas, que difunden la leishmaniosis en muchas de estas zonas, además de controlar a los roedores que acosan los cultivos humanos.


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