¿Qué es la cadena trófica?

Las cadenas tróficas son esenciales para entender el funcionamiento de los ecosistemas a una escala global. Aquí te comentamos qué son, qué las compone y cuáles son las consecuencias de modificarlas.
¿Qué es la cadena trófica?

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 09 julio, 2020

Es normal que como seres humanos nos preguntemos cómo es posible que los ecosistemas perduren en el tiempo. Esta continuidad se debe a que tanto el componente biológico (biocenosis), como el espacio físico (biotopo) que lo conforman están en perfecta sintonía en condiciones naturales.

Pero no basta con que exista un componente vivo y un hábitat que ocupar: las relaciones entre vegetales y animales también son esenciales. Aquí entra en juego el concepto de cadena trófica, el cual te explicamos en detalle a continuación.

La energía y la cadena trófica

La ley de la conservación de la energía parte de una premisa simple: la energía no se crea ni se destruye, únicamente se transforma. Esto es algo cierto para cualquier sistema físico y el mundo natural no es una excepción.

Así pues, los alimentos que son ingeridos por parte de los animales se traducen en energía vital para su supervivencia. Parte de esta energía se destina al metabolismo del ser vivo, por lo que se disipa en forma de calor. Otra porción de este aporte calórico se transforma en materia orgánica, es decir, tejido del animal.

La cadena trófica ejemplifica a la perfección este proceso, pues se trata del seguimiento de la transferencia de sustancias nutritivas (materia orgánica) entre especies de seres vivos dentro de un ecosistema. Así pues, existen niveles en este entramado biológico, donde se cataloga a cada especie según sus necesidades fisiológicas.

Un tigre corriendo en un río.

¿Cómo se catalogan los animales en la cadena trófica?

Existen diversos niveles de producción y consumo de energía en cualquier ecosistema. Estos son los siguientes:

  • Productores primarios: vegetales y bacterias, capaces de utilizar la energía solar o productos químicos para producir energía y así obtener materia orgánica.
  • Consumidores primarios: los animales fitófagos, frugívoros y herbívoros. Se alimentan de los productos de origen vegetal.
  • Consumidores secundarios: depredadores que se alimentan directamente de los consumidores primarios. Un hecho curioso es que aquí también se incluyen a los parásitos de los animales herbívoros, pues teóricamente también hacen uso de la materia orgánica de origen animal.
  • Consumidores terciarios: conocidos como “superdepredadores”, son los animales que se alimentan tanto de consumidores primarios como de depredadores secundarios. Son el pináculo de la cadena trófica, los seres vivos de naturaleza dominante en el ecosistema.

Como es natural, a medida que vamos escalando esta cadena trófica podemos observar que la energía obtenida en un principio se va perdiendo. Gran parte de la energía transmitida en cada nivel es utilizada por el ser vivo para respirar, desplazarse y dar lugar a descendencia. Por ello, solo un pequeño porcentaje alcanza el siguiente escalón trófico.

Por ejemplo, solo un décimo de la energía solar captada por los vegetales en conjunto termina en el tejido de la vaca que los consume. Todo el resto se pierde en reacciones metabólicas.

Una delicada red de interacciones

Cada especie autóctona del ecosistema en cuestión es esencial para el mantenimiento de la cadena trófica. Cuando se pierde un eslabón, suceden dos cosas:

  • En primer lugar, las especies que estén directamente por debajo del eslabón perdido experimentarán un crecimiento exponencial en sus números poblacionales. Al no tener un depredador que les aceche, pueden reproducirse y nutrirse sin problema.
  • Además, los que estén en el mismo nivel del eslabón perdido verán sus dinámicas transformadas, pues no tienen un competidor directo que antes sí estaba presente.

Esto, a ojos de una persona desinformada, puede suponer hasta una noticia positiva. Por ejemplo, si los lobos desaparecen de un ecosistema, se producen menos episodios de caza y los herbívoros pueden vivir tranquilos, ¿no?

Nada más lejos de la realidad, pues un crecimiento desmesurado de cualquier especie puede suponer un grave problema para el ecosistema. Por ejemplo, si los rumiantes pudieran reproducirse sin ningún tipo de peligro, es muy probable que acabaran arrasando las comunidades vegetales sin que a estas les diera tiempo a volver a crecer.

La cadena trófica y el ecosistema.

Una cuestión de equilibrio

Es por ello que, sobre todo en áreas rurales, se hace especial hincapié en no exterminar a los depredadores naturales que habitan en zonas colindantes a áreas humanas. Puede que como personas no nos agrade vivir cerca de lobos, serpientes u osos, pero la realidad es que estos animales son esenciales para el bienestar de los ecosistemas.

Esta realidad puede aplicarse, básicamente, a todas las especies. A pesar de que existan animales más claves que otros en las redes tróficas, es esencial respetarlos a todos por igual, pues cada uno ejerce una función específica e irremplazable.


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