La naturaleza no deja de sorprendernos con su belleza y el pato mandarín es el ejemplo vivo de ello. En estas líneas te presentamos a un ave majestuosa y de colores fascinantes que, sin duda, se ha ganado un espacio por méritos propios en la cultura de Asia oriental.
El pato mandarín (Aix galericulata) es un ave originaria de China, Japón y Siberia. Aun así, debido a los impresionantes colores que despliegan los machos, esta especie se ha introducido en diversos puntos de Europa, sobre todo en parques y reservas. Si quieres saber más acerca de este bello y fascinante animal, sigue leyendo.
Características del pato mandarín
El pato mandarín es una especie englobada en el taxón de los Anseriformes, más específicamente en la familia Anatidae, donde se encuentran los patos comunes por todos conocidos y otras muchas especies más.
A continuación, te presentamos algunos datos llamativos sobre la morfología de la especie. Algunos de sus rasgos más destacables son los siguientes:
- Elegante y de constitución robusta, este ave puede llegar a medir hasta 45 centímetros de longitud.
- Esta especie presenta un dimorfismo sexual evidente: los machos tienen un pico rojo, una cresta pronunciada que se expande entre colores blancos y rojos desde la base de los ojos y una serie de patrones con tonos muy intensos. El rojo, el marrón oscuro, marrón café y azulado verdoso dominan el plumaje del animal.
- Las hembras, por otro lado, son mucho menos llamativas, con patrones blancos rodeando los ojos y un color marrón general.
- Existen diversas mutaciones que utilizan como base a este bello ave. Algunos patos son cruces entre mandarines y otras especies genéticamente afines.
Como curiosidad, cabe destacar que los machos de pato mandarín no siempre presentan esta bella coloración. Según la revista National Geographic, cuando acaba el período reproductor —abril o mayo— los machos sufren una caída de plumas que reemplazan por otras mucho menos vistosas, muy similares a las de la hembra (plumaje de eclipse).
Hábitat y alimentación
Como ya hemos dicho en líneas previas, los patos mandarines son originarios de China, Japón y Siberia, aunque se han introducido en diversas partes de Europa. Cabe destacar que se estiman un total de 7000 parejas en Gran Bretaña, pero el núcleo poblacional europeo más grande está situado en Berlín (Alemania).
Estas aves se alimentan principalmente en tierra, picoteando sobre aquellos elementos que les llaman la atención. La dieta del pato mandarín se basa principalmente en vegetales y semillas, pero también puede incluir en ella caracoles, insectos y pequeños peces. Así pues, podemos considerar a esta especie como omnívora.
A pesar de su maravilloso porte, esta especie no es ni mucho menos intocable. Águilas, perros, visones y otros vertebrados de tamaño mediano depredan a los individuos de pato mandarín sin contemplaciones. La caza de origen humano también es un problema tangible, pues a veces los cazadores confunden a estas aves con otras comestibles y las disparan sin querer.
Estado de conservación
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), la especie no está amenazada a día de hoy, pero sus poblaciones naturales sí están experimentando ciertos declives. Por ejemplo, la destrucción de sus hábitats naturales ha provocado la reducción de ejemplares en Rusia y China, donde se calculan menos de 1000 parejas.
Por suerte, en Japón los números se mantienen más estables, con unas 5000 parejas totales. El hecho de que la especie haya sido introducida en Europa también ha resultado ser positivo pues, gracias a ello, se calcula que en todo el mundo existen entre unos 65 000-66 000 individuos.
El pato mandarín en la cultura
Resulta interesante conocer que, en la cultura koreana, los patos mandarines son símbolo de paz, fidelidad y una descendencia sana. Por esta razón, una pareja de estos patos tallada en madera suele ser un regalo nupcial muy valorado en las bodas tradicionales.
Más allá de la romantización de la especie a nivel popular, la realidad es que los patos mandarines machos no son muy buenos padres. Los machos permanecen con la hembra durante los 28-33 días que dura la incubación de los huevos pero, una vez estos eclosionan, será la madre la que tendrá que sacar adelante a la prole.
Los machos abandonan el nido y a la hembra cuando nacen los polluelos. Aun así, son conocidos por ser supuestamente monógamos y preservar a la misma pareja de por vida.
En resumen, podemos decir que el pato mandarín es un animal bello y fascinante, pero que los machos no presentan la despampanante coloración por la que se les conoce durante todo el año y que, seguramente, estos no sean tan comprometidos con su pareja como parece.
Aun así, estamos ante uno de los pocos ejemplos de introducción de especies que ha salido bien, pues estos patos se han adaptado a entornos europeos sin suponer ningún problema para sus ecosistemas.
Bibliografía
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- Pato mandarín, IUCN. Recogido a 4 de diciembre en https://www.iucnredlist.org/species/22680107/131911544