Lechuza blanca: hábitat y características

Las lechuzas blancas son animales misteriosos, nocturnos y de tonos blancos. Aun así, encierran una relación de parentesco compleja y controvertida. ¿Sabías que hay hasta 30 subespecies?
Lechuza blanca: hábitat y características

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 30 julio, 2022

La lechuza blanca (Tyto alba), también conocida como “lechuza común”, “lechuza de los campanarios” o barn owl en inglés, es un ave del orden Strigiformes perteneciente a la familia Tytonidae. Se trata de una de las especies de pájaros más cosmopolitas del mundo, pues habita prácticamente todo el globo —excepto algunas regiones y zonas de climas extremos—.

Análisis filogenéticos han demostrado que existen al menos 3 linajes de esta especie, uno en Europa, Asia occidental y África, otro en el Sudeste de Asia y Australasia y otro en las regiones de las Américas. Algunos profesionales argumentan, incluso, que esta ave podría dividirse en 5 especies diferentes. Si quieres saber más sobre la lechuza blanca y su situación actual, sigue leyendo.

Hábitat de la lechuza blanca

Como hemos dicho, esta ave es una de las más ampliamente distribuidas en todo el planeta. Se encuentra en todos los continentes menos en la Antártida, desde Europa hasta Australia, pasando por diversas islas del pacífico, toda América, África y Asia.

Solo está ausente en desiertos, zonas polares, picos montañosos inhóspitos y algunas islas recónditas. Se considera una especie sedentaria, pues se establece en una zona concreta y no se mueve de ella, a pesar de que existan ambientes más propicios en la cercanía.

Tal y como indica la asociación Brinzalla lechuza blanca es típica de espacios abiertos, como campos de cultivo, estepas o barbechos. Para descansar y otear al horizonte, suele elegir agujeros a cierta altura del suelo, ya sean naturales o creados por el hombre. Es típico observar ejemplares en los huecos del tronco de un árbol, pero también pueblan oquedades de barrancos, iglesias, casas viejas y buhardillas.

Una lechuza en el agujero de un árbol.

Características físicas

La lechuza blanca es única, con su porte mediano y un color bello de tono marfil que cubre sus plumas. Existe una clara variación de tamaño entre subespecies, pero el ejemplar “tipo” mide entre 33 y 39 centímetros en su edad adulta. El peso también es muy variable, pues dependiendo de la localidad, se data de ejemplares que van de los 220 a los 710 gramos.

El tono de las plumas cambia según subespecies, pero la parte dorsal suele mostrarse de un color que varía del gris al marrón. La cabeza, con forma de corazón, siempre presenta una coloración blanca y pura. Los ojos son negros y el pico tiene también una tonalidad marfil, en consonancia con el resto de la región cefálica. La edad y el sexo de cada ejemplar son otros factores que modifican sus patrones de color.

En las poblaciones de Europa continental, un mayor número de manchas y tonalidades implican un mejor estado de salud, al menos en hembras.

Las subespecies de lechuza blanca, por continentes

Como hemos dicho, la situación filogenética de la lechuza blanca es muy confusa. Algunos estudios estiman que existen hasta 30 subespecies reunidas en 3 unidades evolutivas distintas, mientras que otras estipulan que, en realidad, esta ave engloba erróneamente a 5 especies distintas. La situación continúa sin ser clara, pero casi todos concuerdan en que existen diversos linajes según regiones.

Según la región en la que fijemos nuestra atención, se pueden distinguir varias subespecies de lechuza blanca. Te presentamos las más importantes y reconocidas a nivel taxonómico:

  • Europa: engloba a las subespecies Tyto alba alba, Tyto alba guttata Tyto alba ernesti. T. alba alba es la lechuza tipo, la que solemos imaginar al hablar de este animal
  • África: comprende 6 subespecies; Tyto alba affinis, Tyto alba detorta, Tyto alba poensis, Tyto alba gracilirostris, Tyto alba thomensis y Tyto alba schmitzi.
  • Asía: cuenta con 5 subespecies; Tyto alba erlangeri, Tyto alba stertens, Tyto alba javanica, Tyto alba deroepstorffi y Tyto alba sumbaensis.
  • América del Norte: solo cuenta con una subespecie, Tyto alba pratincola.
  • América del Sur y Centroamérica: hay 10 subespecies diferentes, repartidas en las regiones de climas húmedos y tropicales.
  • Oceanía: cuenta con 4 subespecies; Tyto alba delicatula, Tyto alba meeki, Tyto alba crassirostris y Tyto alba interposita.

Tras esta exposición, podrás entender por qué se dice que existe un lío filogenético importante en lo que a esta especie se refiere. La extensión de la lechuza blanca es tan amplia y se remonta a hace tantos años que resulta muy difícil establecer la cercanía y el límite entre los taxones que la conforman.

Alimentación de la lechuza blanca

Las lechuzas blancas son animales depredadores de insectos y mamíferos, aunque tampoco desprecian reptiles, anfibios y otras aves más pequeñas de forma esporádica. Esta ave es una cazadora generalista, si bien se ha detectado que tiene una predilección por micromamíferos como ratones de campo, ratas, topillos y musarañas.

Tal y como indica el portal SEO Birdlife esta especie tiene una tasa metabólica muy alta, lo que la obliga a pasar gran parte de la tarde y noche buscando presas que llevarse a la boca. Como curiosidad, cabe destacar que los oídos de estas aves se presentan en el cráneo de forma asimétrica. Gracias a ello, son capaces de detectar los sonidos con una excelencia inusitada, así que no necesitan la vista para cazar.

Se cree que las subespecies residentes en islas son más pequeñas porque deben basar su dieta en insectos. Mientras tanto, los ejemplares continentales tienen a su disposición micromamíferos que cazar. 

Reproducción

Las lechuzas no son particularmente territoriales, pero presentan un rango que consideran como “hogar”, en el que cazan y realizan sus actividades vitales. Normalmente, el terreno de un ejemplar se extiende a 1 kilómetro del nido, aunque el área de forrajeo de las hembras adultas se solapa con la de su pareja. Esta especie es monógama y los dúos reproductivos se mantienen unidos hasta que uno de los 2 muere.

Una vez se forma una pareja, el macho realiza una serie de vuelos exploratorios, con los que establece el rango de nidificación. Tras este acto, tiene lugar un cortejo muy complejo, que desemboca en la puesta por parte de la hembra, de unos 2 a 9 huevos —con una media de 5—. El periodo de incubación dura unos 30 días, pero la espera merece la pena: esta especie muestra una tasa de éxito de eclosión del 75 %.

En las primeras semanas de cría, es el macho el que se encarga de traer toda la comida al nido. A partir del mes de edad, la hembra comienza a aventurarse también al exterior, con el fin de cazar más alimento que brindarle a su prole. El crecimiento de los pollos culmina a las 30 semanas tras la eclosión, de forma aproximada.

Aunque pueden criar durante todo el año, estas aves muestran claros patrones estacionales, que se adaptan a la región en la que viven.

Estado de conservación

Es difícil establecer un estatus de conservación general para la especie, pues su área de distribución es inmensa y lo más adecuado sería evaluar a cada subespecie por separado. De todas formas, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) establece que la lechuza blanca está en la categoría de ‘preocupación menor (LC)’.

Se estima que en todo el mundo podrían existir unos 10 millones de individuos, aunque un 20 % de ellos se encuentran en las regiones de las Américas. De todas formas, en algunas zonas estas aves han experimentado un declive drástico, debido al uso de insecticidas en los campos —como el DDT— y la aplicación de rodenticidas en los cultivos, que privaban a la lechuza de sus presas.

Si se unifica el estatus de esta ave sin tener en cuenta su complicada situación filogenética, se puede afirmar que se trata de la segunda especie de ave de presa más extendida en todo el mundo, solo superada por el halcón peregrino (Falco peregrinus). De todas formas, en algunas partes del globo —como Canadá— cada vez es más difícil ver ejemplares.

Una lechuza blanca encima de una roca.

Curiosidades y apuntes finales

Históricamente, diversas culturas rurales le han otorgado a esta ave un “aura de mal agüero”, debido a su aspecto fantasmal y hábitos nocturnos. Las preconcepciones negativas que se puedan tener sobre esta especie siempre van a estar equivocadas. No tienen ningún interés en atacar al ser humano, y además, se libran de pequeños mamíferos que pueden ser plagas de cultivos.

Por suerte, la población general se ha concienciado a nivel global de la importancia de esta especie. Muchas regiones han fomentado la colocación de cajas de cría, que permiten también la realización de estudios comportamentales de esta especie, mientras se respeta su ciclo reproductivo natural. Que las lechuzas blancas sigan con nosotros por siglos es un trabajo conjunto.


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