La hernia perineal en perros no es una patología mortal en sí misma, pero si involucra a otros órganos, puede requerir una cirugía de urgencia. Esta dolencia suele afectar a los perros machos de mayor edad, cuando ciertos músculos del cuerpo comienzan a perder tono.
Las hernias se manifiestan con el abultamiento de la región adyacente donde aparecen, por lo que lo más habitual es ver un bulto en la mascota. A continuación, te damos las claves para detectar los síntomas de la hernia perineal en perros y cuáles son los tratamientos y cuidados pertinentes.
¿Qué es una hernia perineal?
El recto, parte final del intestino grueso que almacena las haces antes de su expulsión, está sostenido por el conocido como suelo pélvico. Este diafragma muscular mantiene todo el contenido abdominal en su posición normal.
Cuando los perros llegan a cierta edad —o tienen patologías previas— pueden sufrir un deterioro de este músculo que, si se rompe, deja salir parte del intestino y este queda atrapado dentro de la hernia. Esto quiere decir que las tripas salen de la cavidad abdominal para quedar alojadas entre el músculo y la piel.
Aunque no se conocen las causas concretas para la aparición de la hernia perineal, la mayoría de los casos se dan en perros machos ancianos. Por ello, se cree que las hormonas masculinas y el agrandamiento de la próstata pueden estar relacionados.
En el momento en el que se produce la rotura, el intestino queda expuesto entre el escroto y el ano, por lo que es aquí donde se localizará el bulto. Esta patología suele afectar a la capacidad de orinar y defecar, así que puede ser potencialmente peligrosa para el animal que la padece.
Signos clínicos de la hernia perineal en perros
Como dijimos, la hernia perineal puede detectarse por la aparición de un bulto debajo o al lado del ano. Al estar el intestino colocado de esa forma no natural, este ejerce presión contra los esfínteres anales, de forma que impide que el perro defeque. Además, en ciertas ocasiones un asa intestinal puede salir por la hernia y quedar estrangulada.
Si esto ocurriese, el riego sanguíneo no fluiría y se produciría una necrosis de esa parte del intestino. Por otro lado, en lugar del asa intestinal, puede ser la vejiga la que salga por la hernia, entonces el animal perderá la capacidad de orinar y podría sufrir una intoxicación —al no liberar desperdicios a través de la orina—.
Ante estas distintas situaciones, los signos clínicos dependerán de los órganos afectados. Por lo general, los más habituales son los siguientes:
- Depresión.
- Dolor abdominal.
- Letargo y apatía.
- Dificultad para orinar y/o defecar.
- Estreñimiento.
- Cambio en la forma de andar.
Tratamiento
La hernia perineal en perros es fácil de diagnosticar mediante una palpación rectal. El veterinario pedirá el historial completo de la mascota y realizará todas las pruebas pertinentes para diferenciar la hernia de un posible tumor.
Aunque no sea realmente necesario, una ecografía puede ayudar a determinar el contenido de la hernia para definirla mejor y dar el tratamiento más acertado. Además, si la próstata está agrandada, es normal que el veterinario pida pruebas extra.
El tratamiento de la hernia perineal en perros dependerá totalmente de la extensión de la misma. El abordaje quirúrgico y la castración son siempre necesarios, no obstante, hay cuidados no quirúrgicos disponibles que podrían funcionar en ciertos casos.
El tratamiento quirúrgico es lo más recomendado ante estos casos. Mediante la cirugía, el contenido de la hernia será colocado en su lugar correspondiente y se reparará la región del diafragma muscular dañado.
Para evitar que la hernia vuelva a salir, el colon y la vejiga pueden coserse a la pared abdominal, con el fin de estabilizar los órganos. Asimismo, el diafragma muscular se refuerza con una malla quirúrgica o con musculatura tomada de otro lugar.
Por último, la castración se realiza para disminuir las hormonas masculinas, reducir el tamaño de la próstata y disminuir la probabilidad de que la hernia vuelva a surgir. Todo esto prevendrá futuros episodios patológicos.
Cuidados tras la operación
En primer lugar, los perros necesitarán tomar un tratamiento antibiótico para prevenir cualquier tipo de infección tras la cirugía. Además, es habitual el uso de analgésicos para evitar que los animales sufran dolor.
Una vez en casa, el tutor deberá realizar una serie de acciones para facilitar la curación. Lo principal es cambiar la dieta del animal a una rica en fibra y con mucha humedad, para procurar el tránsito intestinal. La zona estará muy afectada y se debe ayudar en todo lo posible al animal para que las heces viajen por los intestinos sin provocar dolor o molestias.
Otra consideración importante es el ejercicio. Aunque se deba reducir al máximo, tampoco se puede permitir que el animal permanezca continuamente tumbado. Deberá salir varias veces al día y pasear, 2 o 3 minutos cada vez.
Por último, cabe destacar que la frecuencia con la que el perro salga a la calle debe aumentar de forma paulatina. Es decir, si antes salía a pasear 3 veces, ahora deberá hacerlo 6 o 7, pero por muy poco tiempo. Poco a poco, podrá volver a realizar sus salidas de forma normal.
En la mayoría de los casos, el pronóstico de la enfermedad y la cirugía son muy buenos. No obstante, cada cuadro dependerá de la etiología y el veterinario puede sugerir visitas más regulares para hacer un seguimiento más eficiente. Si sospechas que tu perro sufre una hernia perineal, no dudes en acudir a un profesional con presteza.
Bibliografía
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