El alce irlandés: el rey de los cérvidos

El alce irlandés es considerado el más grande de los cérvidos que existió. Llegó a convivir con los hombres, y se extinguió al final de la era glacial. En este artículo te lo descubriremos.
El alce irlandés: el rey de los cérvidos
Miguel Mata Gallego

Escrito y verificado por el biólogo Miguel Mata Gallego.

Última actualización: 03 septiembre, 2022

El alce irlandés (Megaloceros giganteus) era un animal majestuoso. Con su tamaño corporal y, sobre todo, el de su enorme cornamenta, podemos asegurar sin miedo a equivocarnos que se trató del mayor cérvido de la historia. A pesar de su gentilicio, este enorme mamífero se distribuyó por toda Eurasia. Llegó a convivir con el hombre hasta su extinción hace unos 7000 años.

La enorme cantidad de fósiles encontrados en las turberas y pantanos de la isla de Irlanda fue lo que le valió su sobrenombre. Este enorme animal llegó a convivir con el ser humano, como atestiguan las pinturas rupestres de Lascaux.

El rey de la cornamenta gigante

Los fósiles encontrados a lo largo de la historia muestran una característica que salta a la vista: la majestuosa cornamenta. Esta tenía un tamaño de 3.5 metros de punta a punta y 40 kilogramos de peso. Por tanto, era enorme aun teniendo en cuenta el tamaño del animal: hasta 2 metros en el caso de los machos.

Esta gigantesca corona tiene una razón de ser: La selección sexual. Al igual que en el caso de los pavos reales, los ciervos utilizan esta característica para atraer a las hembras. Se supone que, cuanto más grande, más apto será el macho para dejar buenos genes a la descendencia, por lo que tendrá más posibilidades de ser seleccionado por una hembra.

Esto hace que los machos con cornamentas más grandes se reproduzcan más. A la postre, la descendencia cada vez tendrá unos cuernos más grandes, al repetirse este proceso de selección una y otra vez.

Dieta y comportamiento

Del alce irlandés se sabe que era herbívoro, como todos los cérvidos. Se alimentaba de pastos y pequeñas plantas que habían en las enormes llanuras euroasiáticas donde vivía. Asimismo, se cree que mudaba el pelaje, pasando de color rojizo claro en la época estival a denso y oscuro en invierno.

En cuanto a su reproducción, se conoce que presentaba un fuerte dimorfismo sexual (siendo las hembras más pequeñas), y eran polígamos. Otra característica interesante era que durante las épocas de apareamiento habían frecuentes peleas entre los machos por aparearse, para lo cual utilizaban su gigantesca cornamenta.

Causas de su extinción

Se conoce que el alce irlandés vivió hace unos 400 000 años y su repentina desaparición fue hace unos 10 000. Su fulminante extinción coincide con el final de la última glaciación y ha dado lugar a una serie de teorías sobre ello.

Los fósiles que se creían más recientes de este cérvido fueron encontrados en la Isla de Man y Escocia (Reino Unido), datando del 7500 a. C. Sin embargo, en 2004 fueron desenterrados en los montes Urales (Rusia) unos restos que eran del año 5000 a.C. Esto sugiere que la extinción del Megaloceros dependió de la zona, y lo que es aún más sorprendente es que algunos ejemplares sobrevivieron a la era glacial.

El cambio climático

Algunas teorías apuntan al aumento de temperaturas de finales del holoceno como el causante de su extinción. Este cambio climático provocó una reducción de los pastos y un aumento de las masas boscosas. Esto tuvo dos consecuencias directas sobre el Megaloceros:

  • En primer lugar, los pastos se redujeron considerablemente en Eurasia. Los que perduraron, perdieron propiedades minerales, lo cual era crucial para el mantenimiento de la majestuosa cornamenta del alce. Estos, a la larga, desarrollaron enfermedades óseas, como la osteoporosis.
  • Por último, la extensión de los bosques provocó un severo problema en el desplazamiento de estos animales. La enorme cornamenta no era adecuada para sobrevivir en áreas boscosas, ya que se enredaba en los árboles y arbustos, impidiendo que los alces se movieran con normalidad y a la larga causando reducciones en su población.

Su convivencia con el hombre

Otros investigadores apuntan a que quizás el hombre tuvo algo que ver con esa extinción. Se conoce que el Homo sapiens conocía al Megaloceros, como así lo atestiguan numerosas pinturas rupestres. Aunque muy probablemente lo cazaban, esta caza era ocasional y de conveniencia, pues era un animal enorme y había otros animales más fáciles de cazar.

En todo caso, quizá fue la expansión de los asentamientos neolíticos, donde los humanos comenzaron a cultivar las tierras, lo que causó una reducción en el hábitat del alce irlandés. Por tanto, es más probable que esta fuese una causa que contribuyese más a su extinción.


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