De repente, tu adorada mascota -a la que mimas y cuidas con esmero- te propina un gruñido en lugar de agradecer feliz la caricia que acabas de hacerle. O, de repente, adviertes que intenta atrapar moscas imaginarias o da vueltas sobre si mismo intentando morder su cola. Es entonces cuando te preguntas si tu perro se ha vuelto loco. Te contamos qué le puede estar pasando.
¿Por qué mi peludo de repente se ha puesto agresivo?
Los problemas de comportamiento de los canes suelen tener orígenes diversos y, por lo general, si son tratados a tiempo, logran solucionarse. Una educación inadecuada y la humanización del perro pueden derivar, por ejemplo, en actitudes agresivas hacia sus dueños.
Quizá te resulte difícil entender desde tu razonamiento humano por qué un animalito al que le has dado todo lo mejor y al que has tratado como a un miembro más de la familia, concediéndole incluso todos sus “caprichos”, de pronto puede tener una reacción un tanto violenta hacia ti.
Pero es en la forma en que has criado a tu mascota en donde reside el problema. Es que se trata de un animal, no de una persona. Y si está muy bien que lo consideres parte de la familia, no debes olvidar que es un perro, no un ser humano. Y que debes respetar su naturaleza.
Además, tanto personas como mascotas deben cumplir ciertas pautas de convivencia en una casa. Así que educa a tu perro con reglas claras y sin contradicciones. Y no dudes en pedir consejo al veterinario o a algún especialista en conducta animal.
Si piensas que tu perro se ha vuelto loco, busca los motivos de su comportamiento. Y no te extrañes si descubres que, en algunos casos, tú tienes bastante que ver con sus conductas.
Otras conductas que pueden hacerte pensar que tu perro se ha vuelto loco
Por otra parte, existen otras actitudes que te pueden llevar a pensar que tu perro se ha vuelto loco. Se trata de las llamadas conductas estereotipadas, que no son más que acciones repetidas que tienen siempre la misma secuencia y que, aparentemente, no cumplen ninguna función ni buscan algún fin.
Por ejemplo, el peludo empieza a:
- Cazar insectos voladores que no existen.
- Andar en círculos.
- Lamer de forma constante alguna parte de su cuerpo, acción que puede llegar a provocarle heridas.
- Perseguir su rabo.
- Gruñirse a si mismo.
- Atacar su comedero o su bebedero.
¿Todos los animales pueden presentar esteriotipias?
Las también llamadas esteriotipias se presentan solo en animales que conviven en una casa como mascotas y en aquellos que están en contacto con el hombre en:
- Granjas
- Zoológicos
- Criaderos
- Perreras y refugios
En los animales que se encuentran en estado salvaje no se ha observado ningún tipo de comportamiento estereotipado. Todo parece indicar que la domesticación y, sobre todo, el confinamiento, generan estas actitudes anormales.
Así que, como los humanos tenemos algo que ver en todo esto, deberíamos empezar a asumir qué parte de culpa tenemos en el tema, antes de preguntarnos qué le pasa al peludo, que de pronto ha enloquecido.
Motivos que provocan conductas estereotipadas en los perros
Por eso es muy importante que trates de establecer en qué circunstancias comenzaron a manifestarse estas conductas extrañas en tu peludo, ya que suelen coincidir con cuestiones que le provocan estrés o ansiedad. Por ejemplo:
- Mudanzas y refacciones.
- Nacimientos o muertes dentro de la familia.
- Una nueva mascota en el hogar.
- Discusiones constantes entre los habitantes de la casa.
- Maltrato, aunque solo sea de forma verbal o con un lenguaje corporal agresivo.
- Mantenerlo encerrado o atado de forma permanente.
- No permitir que pasee o se ejercite de manera adecuada.
Causas físicas de algunas estereotipias
Pero también pueden existir algunas causas orgánicas que lleven a un can a desarrollar conductas compulsivas. A saber:
- Algunas enfermedades intracraneales, como la hidrocefalia o la meningoencefalitis, o bien la presencia de tumores.
- Fracturas en el rabo o compresión de la cauda equina.
- Diversas afecciones de la piel, como dermatitis o alergias por causas alimentarias o por picaduras.
- Enfermedades víricas, por ejemplo el moquillo.
- Lesiones en vías nerviosas periféricas.
- Algunos problemas oculares.
- Intoxicación por plomo.
- Encefalopatía hepática.
En cualquiera de los casos, no dejes de consultar al veterinario.