La nariz del perro: 6 curiosidades
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La nariz del perro es en realidad un dispositivo poderoso que lo guía en un mundo muy distinto del que nosotros alcanzamos a percibir. Indudablemente, es difícil que los humanos –que todo lo referenciamos a nosotros mismos– entendamos cabalmente el enorme poderío del olfato canino.
¿Qué hay detrás de esta capacidad asombrosa? Buscando dar respuesta a esta cuestión, los científicos se han puesto a la tarea de dilucidar la fisiología del olfato canino. En este artículo trataremos algunos de los hallazgos más relevantes.
1. Es un órgano multifuncional
El aire que llega a la nariz del perro se distribuye para que se den dos funciones. Una parte se destina al olfato y la otra a la respiración: la nariz de un canino tiene la capacidad de separar el aire.
Una parte va directamente a una cámara de detección olfativa que distingue los olores, mientras que la otra pasa a la tráquea y se dedica a la respiración. La detección olfativa se da cuando el aire forma remolinos que circulan por un sistema de turbinas, donde están los receptores olfativos. En los perros, el sistema de turbinas es mucho más complejo que en los humanos.
El sistema de turbinas canino supone una superficie dedicada al olfato de alrededor de 100 centímetros cuadrados, un área muy superior a los cinco centímetros cuadrados que se estiman en el humano.
Así, la función olfativa y la agudeza de los perros pueden depender del flujo y permanencia de las moléculas de olor al llamado receso olfatorio. Allí los receptores de olor están expuestos a contacto prolongado con las moléculas odoríferas del aire inspirado.
2. La nariz del perro tiene un segundo sistema de detección de olores
Entre la nariz y la boca, los perros tienen un órgano especial para detectar olores. Este órgano aún existe en los humanos, pero es sóoo un vestigio no funcional.
Se conoce como órgano vomeronasal u órgano de Jacobson, y se considera un órgano auxiliar del sentido del olfato. A través de este órgano, el perro detecta señales químicas no volátiles, que requieren contacto físico directo con la fuente del olor, como las feromonas.
Es interesante conocer que, a diferencia de la ruta olfativa principal que envía señales neuronales a la corteza olfatoria, el órgano vomeronasal envía las señales neuronales al bulbo olfatorio accesorio y luego a la amígdala, y, en última instancia, al hipotálamo.
3. ¿Y esos receptores? Son para olerte mejor
El repertorio de receptores olfativos en mamíferos abarca cientos de diferentes tipos de receptores. Tales proteínas especializadas son muy diversas y se expresan en distintos subcompartimentos de la nariz.
Se cree que la nariz del perro posee una cantidad de receptores olfativos significativamente mayor que la humana. Cabe señalar, sin embargo, que no existen cuantificaciones confiables de cuál es el límite de la capacidad olfativa canina.
Lo que sí se conoce es que el número de genes olfativos funcionales en humanos ronda los 450, en comparación con los más de 800 reportados en el perro. Un estudio llevado a cabo con solamente dos perros estimó que el sentido del olfato canino supera al nuestro por cuatro o cinco órdenes de magnitud. Esto quiere decir que sería de 10 000 a 100 000 veces más agudo.
Aun así, otros grupos científicos han tratado de establecer recientemente que no existe relación entre el número de genes olfativos de una especie y la sensibilidad del olfato.
Según expertos, equiparando la capacidad olfativa del perro al sentido del gusto –a modo ilustrativo–, mientras un humano podría notar una cucharadita de azúcar en el café, un perro podría detectar una cucharadita de azúcar en un millón de galones de agua, lo que equivale al volumen de dos piscinas de tamaño olímpico.
4. El bulbo olfatorio es la contraparte ‘pensante’ de la nariz del perro
Las sustancias odorantes se unen a estos receptores olfatorios y generan una señal que se transmite al cerebro. La zona cerebral que descifra la señal que desencadenan las sustancias odorantes en la nariz es el bulbo olfatorio. Allí encontramos, otra vez, una diferencia entre especies.
Se conoce que el volumen del bulbo olfatorio en perros y humanos constituye un 0,31 % y 0,01 %, respectivamente, en relación al volumen del cerebro.
5. La humedad de la nariz del perro es imprescindible
La nariz de los perros secreta una capa delgada de moco, que hace que siempre esté húmeda. Este moco le ayuda a la hora de absorber, y captar eficientemente, moléculas odoríferas.
Constantemente, los perros se lamen la nariz para degustar los aromas a través de la boca… ¡Así no es de extrañar que huelan todo antes de comerlo!
6. Los perros huelen en 3-D
Los perros pueden oler por separado con cada fosa nasal. Se conoce que el cerebro de un can usa los diferentes perfiles de olor de cada orificio nasal y, a partir de ellos, determina exactamente de dónde procede el aroma.
Esto ocurre de manera similar a nuestra visión. Cada ojo forma su propia imagen –ligeramente diferente– del mundo, que el cerebro procesa para que resulte en la imagen tridimensional que registramos.
En resumen, la nariz del perro es vital para la supervivencia y la reproducción. El reconocimiento de una multitud de sustancias olorosas relacionadas con comida, depredadores y parejas de apareamiento es clave para su especie.
En consecuencia, su sentido del olfato tiene la capacidad de detectar y discriminar un número casi ilimitado de compuestos químicos. Esto se logra mediante un elaborado sistema olfativo compuesto por varios subsistemas quimiosensoriales.
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