Mejillón cebra: características de una especie invasora

El mejillón cebra es un ejemplo perfecto sobre los serios daños que pueden causar las especies invasoras y sobre lo crítico que resulta su control temprano y eficaz.
Mejillón cebra: características de una especie invasora
Francisco Morata Carramolino

Escrito y verificado por el biólogo Francisco Morata Carramolino.

Última actualización: 08 febrero, 2022

Al pensar en una especie invasora, vienen a la mente ejemplos muy conspicuos: las famosas cotorras argentinas, las tortugas americanas que infestan los ríos españoles o los gatos domésticos, que son devastadores. Sin embargo, una de las especies invasoras más perjudiciales parece mucho más insignificante: hablamos del mejillón cebra.

Como mejillón que es, este invertebrado no se mueve ni caza. Su única defensa es su concha. A pesar de ello, estos animales son peligrosos. Tienen una increíble capacidad para colonizar ecosistemas a los que no pertenecen, una vez introducidos por los humanos.

Las consecuencias de la invasión del mejillón cebra son nefastas, tanto para la naturaleza autóctona como para los humanos, a los que causan enormes pérdidas económicas. Si quieres aprender más sobre ello, te invitamos a seguir leyendo.

¿Cómo es el mejillón cebra?

El mejillón cebra (Dreissena polymorpha) es un molusco bivalvo muy pequeño. Alcanza 3 centímetros como máximo, aunque suele ser más pequeño. La forma exacta de su patrón, sus colores y su concha son variables, de ahí su nombre científico. Aun así, pueden indicarse algunas características comunes de este invertebrado.

El patrón suele componerse de bandas irregulares claras y oscuras que a menudo están en zigzag, pero pueden ser lisas. Las oscuras suelen ser marrones o negras, las claras son crema o pálido.

Por otro lado, la concha es más o menos triangular, con 2 lados más rectos y otro redondeado. El umbo —el vértice que une los 2 lados rectos— es bastante agudo. Los otros 2 vértices son mucho más romos.

Además, uno de los lados rectos es más largo que el otro. Este lado está engrosado y es plano, lo que permite que el mejillón se mantenga en pie si se coloca sobre este lado en una superficie plana. Esto permite distinguir a Dreissena polymorpha de otros mejillones.

Un mejillón cebra sobre una piedra.

¿De dónde viene?

Este molusco habita en aguas dulces y salobres. Su distribución natural se limita a las cuencas del mar Negro y el mar Caspio, que se encuentran al este de Europa y limitan con Asia.

Sin embargo, su distribución actual se extiende por gran parte del globo y se encuentra en constante expansión. Hoy en día, el mejillón cebra aparece como especie invasora en las comunidades de Cataluña, La Rioja, Castilla y León, Aragón, Comunidad Valenciana, Navarra, País Vasco y Andalucía, dentro de España.

Esta especie también ha sido introducida en la mayoría de países de Europa. Grecia, Francia, Suecia o Bélgica son tan solo algunos ejemplos. Lo mismo ocurre en los Estados Unidos, donde ha colonizado la mayoría de estados, y en algunas zonas de Canadá.

Como es característico de las especies invasoras, el mejillón cebra se ha expandido por todo el mundo por culpa de los humanos.  En este caso, el responsable más probable es la navegación.

Se estipula que el mejillón fue transportado desde sus áreas naturales en el agua de lastre de las embarcaciones o fijado en sus distintas superficies. Los trasvases de aguas ente cuencas fluviales y para el transporte de peces exóticos también han contribuido al problema. Otro vector que se debe considerar es el equipamiento contaminado de todo tipo.

Estos mejillones tienen una enorme tolerancia a los niveles de salinidad, temperatura y desecación. Además, son muy resistentes al cloro. Por lo tanto, son unos colonizadores extraordinarios.

Mientras cuenten con una superficie dura en la que fijarse y la disponibilidad de oxígeno sea adecuada, los mejillones pueden reproducirse y colonizar cualquier lugar al que los humanos les transporten. Sin duda, la resistencia de este invertebrado es un peligro ecosistémico fuera de su zona de distribución natural.

Daños provocados por el mejillón cebra

Las especies invasoras perjudican muy severamente a los ecosistemas que colonizan, pero estos daños no se limitan solo a la vida silvestre. Los humanos también se ven muy perjudicados por su presencia. A continuación, te enseñamos por qué.

Pérdidas humanas

D. polymorpha se fija en masa a infraestructuras y maquinaria de todo tipo. Así, obstruye tuberías, filtros, motores, embarcaciones y depósitos, entre otros. Esto perjudica a las industrias energética, agrícola y turística, además de hacer mucho más difícil el abastecimiento de los núcleos urbanos. Todo ello causa pérdidas económicas importantes.

Estos invertebrados también se extienden por zonas recreacionales. Sus conchas son afiladas y pueden producir cortes, por lo que suponen un peligro para la salud pública.

Pérdidas ambientales

Estos bivalvos son filtradores muy eficaces que se alimentan de plancton, la base de los ecosistemas acuáticos. Al hacerlo, transforman considerablemente las características de dichos ecosistemas. 

Los mejillones aumentan la claridad del agua, modifican los ciclos del fósforo, acrecientan la deposición de materia orgánica y la proliferación de bacterias y algas nocivas. También disminuyen la disponibilidad de oxígeno en los ecosistemas acuáticos. Todas estas alteraciones hacen los ambientes invadidos menos apropiados para la vida autóctona.

Por otra parte, este molusco bivalvo provocó la desaparición de los mejillones nativos mediante competencia directa. Especies como Margaritifera auricularia, Anodonta cygnea y Unio elongatulus están en grave peligro a causa del mejillón cebra.

Además, también favorecen la transmisión patógenos a la fauna local. Muchísimas aves han muerto a causa del botulismo —provocado por una bacteria tóxica— que proviene de estos mejillones, tal y como indican fuentes periodísticas profesionales.

Un mejillón cebra pegado a una hoja.

Como se ha podido comprobar, el mejillón cebra es una especie muy perniciosa. Su control es muy importante, pero también muy complicado. Por ello, tal y como ocurre siempre en estos casos, la mejor estrategia para evitar los daños es impedir que se introduzcan especies invasoras potenciales en primer lugar.


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