Las fracturas en rapaces son unos de los motivos de ingreso más frecuentes en cualquier centro de rescate español o extranjero, principalmente por accidentes traumáticos contra estructuras humanas o disparos.
Manejo de fracturas en rapaces
La zona anatómica más comprometida es la porción del ala cercana al cuerpo; en su gran mayoría hablamos fracturas abiertas, debido a que los huesos de aves se rompen como el pico de una flauta y suelen atravesar el músculo.
Además, en estos animales, a pesar de que la formación del callo óseo es de mayor brevedad que en los mamíferos y suele culminar a las tres semanas debido a su alto nivel metabólico, las características particulares de los huesos de las aves hacen necesario aplicar técnicas distintas al resto de especies.
Esta celeridad juega también en contra del paciente, ya que acelera procesos irreversibles que impiden la recuperación, por lo que si encontramos un animal salvaje herido de estas características debemos llevarlo a un centro de recuperación.
Es interesante señalar que la desecación tanto de los fragmentos óseos como de las lesiones musculares hace que la cicatrización tienda a fracasar, por lo que si nos encontramos con uno de estos animales debemos cubrir la fractura con la piel del propio animal y las heridas con gasas mojadas en suero.
Esto se debe a algunos sacrificios que han tenido que hacer las aves para volar: la reducción de músculo y ligamentos en las aves hace que la piel sea especialmente delgada, y en consecuencia la vascularización es reducida, lo que entorpece la cicatrización.
Diagnóstico y estabilización de fracturas en rapaces
Tras reconocer el estado físico del animal mediante una exploración, conviene que el veterinario realice siempre radiografías con el fin de evaluar correctamente las fracturas en rapaces y evidenciar otros procesos, como deshidratación o presencia de plomos en órganos vitales.
En cuanto a la estabilización de la lesión, probablemente el vendaje más practicado en aves sea el vendaje en ocho, el cual está indicado para la estabilización de fracturas distales de naturaleza simple o como complemento a una técnica quirúrgica.
Sin embargo, en fracturas de húmero carece de utilidad, ya que no fija las dos articulaciones que involucran a este hueso, por lo que no evita el movimiento en dichas extremidades y causa una mayor inflamación de los músculos.
Existen pues otros vendajes indicados para estabilizar este tipo de fracturas, consistente en un vendaje del ala al cuerpo del ave que rodea el pecho de esta y fijando el ala en su posición anatómica.
Lo ideal a la hora de tratar una fractura como esta es fijar las dos alas, ya que el movimiento de la otra ala forzará la contrapuesta a través de la fúrcula.
Sin embargo, aunque esto puede ser lo indicado para aves habituadas a la presencia humana, como pueden ser psitácidas o rapaces de cetrería, para aves silvestres puede estar contraindicado debido al considerable aumento de estrés que supone para estos animales.
Tratamiento de fracturas en rapaces
Aunque el vendaje puede resolver algunas fracturas en rapaces, especialmente las que más se alejan del cuerpo, el tratamiento de elección para una fractura es una operación quirúrgica, si bien puede y debe acompañarse de vendajes y otros tratamientos conservadores para estabilizar la fractura.
El uso de placas es controvertido, por lo que se suele optar por agujas metálicas. Esto se debe principalmente a que los huesos de las aves son demasiado frágiles y su corteza muy delgada, además de que difícilmente se pueden adaptar al tamaño y anatomía de ciertas aves.
El uso de agujas que van por dentro del hueso es interesante, pero dado que permite movimientos de rotación, compresión y deslizamiento se hace necesaria su combinación con otras técnicas, ya sean otras quirúrgicas o un vendaje que fije todo el miembro en posición anatómica de flexión.
Esto se debe principalmente a que en los huesos neumáticos como el húmero dichas agujas llenan difícilmente la cavidad de la médula ósea, por lo que la movilidad de los fragmentos es grande.
Pero el gran problema de estas agujas, llamadas clavos intramedulares, es que el callo óseo en las aves es dentro del hueso, por lo que este método entorpece la formación del hueso.
Además, en aves jóvenes podemos afectar a las venas que rodean los huesos, por lo que se interrumpe su desarrollo. Por último, al usar esta técnica se debe comprobar que ambas articulaciones son viables y se mueven correctamente, ya que podemos haber llegado hasta estas con la aguja intramedular.
Fijadores externos, la mejor opción en fracturas en rapaces
El uso de fijadores externos unilaterales está indicado, aunque debe estar combinado con un enclavijamiento intramedular. Por último, los fijadores externos híbridos, similares a los anteriores, poseen una barra conectora que une a todas las agujas, por lo que se proporciona una mayor estabilidad.
La fijación externa no interfiere en la formación del callo óseo, no daña articulaciones ni altera el riego sanguíneo, por lo que tiene grandes posibilidades de resolver la lesión de fracturas en rapaces de difícil consolidación.
Los errores de manejo tras la operación pueden llevar a infección y aflojamiento de clavos o agujas, por no hablar de que en general hablamos de procedimientos de mayor precio, que se hacen en ocasiones incompatibles con el tratamiento de aves silvestres.
Es importante hablar de la conveniencia de dejar movimiento al animal durante el proceso de recuperación. Los vendajes o aquellos métodos invasivos que requieren de su apoyo son menos invasivos, pero impiden movilidad durante el proceso de recuperación del hueso.
Aunque esto puede permitir que se acelera la cicatrización ósea, el riesgo de atrofia muscular pueden terminar por alargar aún más el proceso de recuperación; los fijadores externos sin embargo permiten el movimiento de las alas, lo que puede permitir que el ave comience a hacer pequeños vuelos y a muscular mucho antes.