Aunque es poco común, la intoxicación por contacto con un sapo en perros es un problema de relevancia clínica. Dependiendo de la zona en la que vivas, estos anfibios rugosos pueden ser más o menos peligrosos para los cánidos, pero sin duda, las especies que más problemas generan en las mascotas son Rhinella marina e Incilius alvarius, por su cercanía a los núcleos humanos y por sus toxinas.
Aunque los sapos y las ranas sean en su inmensa mayoría inocuos para los seres humanos, la curiosidad de un perro le puede jugar una mala pasada. Normalmente, el cuadro clínico se produce cuando el cánido se intenta llevar al anfibio a la boca, ingiriendo así de forma directa sus toxinas. Si quieres saber más sobre esta temática, sigue leyendo.
El veneno de los sapos
Aunque muchos tutores no lo sepan, la mayoría de los sapos tienen potencial tóxico. Cabe destacar que cuando hablamos de “sapos” nos referimos exclusivamente a los representantes de la familia Bufonidae, que engloba a más de 25 géneros y 350 especies, tal y como indica Animal Diversity Web. Las líneas que vienen a continuación no se aplican a ranas y muchos otros anfibios.
Los integrantes de la familia Bufonidae presentan unas estructuras especiales en la zona dorsal: las glándulas parotoides. Estas tienen una forma arriñonada y son fácilmente identificables como engrosamientos de la piel o “verrugas grandes”. Según estudios, las parotoides son las encargadas de sintetizar bufotoxinas, compuestos alcaloides con potencial neurotóxico.
En general, las bufotoxinas se agrupan en las 2 siguientes categorías:
- Bufadienólidos: son sustancias que pueden causar bradicardia, taquicardia ventricular y arresto cardíaco en concentraciones suficientemente altas.
- Sustancias relacionadas con la triptamina: la bufotenina es el mejor ejemplo dentro de esta categoría. La dosis letal de este compuesto en ratones es de 200 a 300 miligramos por kilo del animal y la muerte ocurre por parón respiratorio.
Aunque muchos sapos producen bufotoxinas en sus glándulas parotoides, los que más problemas suelen reportar son Rhinella marina e Incilius alvarius. La tasa de mortalidad en canes por la ingesta del veneno de R. marina oscila de un 20 a un 100 % si no se aplica el tratamiento adecuado.
Las toxinas emitidas por las glándulas parotoides se presentan como un líquido blanquecino y espeso.
Contacto perro-sapo
Si vives en una zona húmeda y boscosa, es probable que tu perro se encuentre con un sapo durante un paseo, sobre todo si es por la tarde o en la noche. Antes de secretar las sustancias citadas, seguramente el anfibio se hinchará para parecer más amenazante e, incluso, puede emitir vocalizaciones. Si ves a un sapo enfadado cerca de tu can, sepáralos cuanto antes.
En los casos en los que el tutor no es suficientemente rápido, el can puede llevarse al sapo a la boca o chuparlo. En este punto la intoxicación es inevitable, pues las bufotoxinas se absorben rápidamente a través de la lengua y el tracto gastrointestinal. Una vez entran en el aparato circulatorio, estos compuestos afectan al sistema nervioso, al corazón y a los vasos sanguíneos.
Síntomas de una intoxicación por sapo en perros
Ahora ya sabes que la mayoría de los sapos son venenosos y que debes mantener a tu can alejado de ellos. El siguiente paso, naturalmente, es conocer los síntomas de una intoxicación por contacto con un sapo en perros. Estos son los más relevantes:
- Membranas mucosas del perro rojizas, algo especialmente notable en las encías de la boca.
- Salivación excesiva y espumosa.
- Rascado con las patas en la boca de forma constante.
- Vocalización y lloros que no se pueden explicar por una herida visible.
- Síntomas graves: fallos respiratorios, mucosas azules (cianosis), arritmias y convulsiones.
Los primeros síntomas son signos del picor que genera la toxina al entrar en contacto con la boca y el morro del perro. Es posible que en muchos casos los signos clínicos no vayan a más, pues las situaciones graves se presentan solo tras el contacto con especies de anfibios concretas. Por último, cabe destacar que los vómitos no son comunes en estos cuadros clínicos.
Diagnóstico
Lo más probable es que veas al sapo en la boca del perro o a una figura hinchada huyendo antes de que tu mascota empiece a mostrar los síntomas. En estos casos establecer la correlación es fácil, pero lo ideal es que pudieses identificar a la especie causante del problema. Si es posible, hazle una foto al anfibio sin tocarlo o molestarlo de más.
Una vez en el veterinario, cabe destacar que no existen pruebas específicas para diagnosticar la intoxicación por contacto con un sapo en perros. De todas formas, se suele realizar un análisis sanguíneo del paciente canino, así como electrocardiogramas y radiografías, con el fin de elegir un tratamiento concreto y descartar otras posibles patologías.
Tratamiento de la intoxicación por sapo en perros
El tratamiento comienza antes de la visita al veterinario. Tal y como indica el portal VCA Hospitals, en los casos agudos lo mejor que puede hacer el tutor es abrir la boca del perro y lavarla muy bien con agua. Es importante que la cabeza del animal esté posicionada hacia abajo, pues la ingesta del fluido podría provocar atragantamientos.
En la clínica, el tratamiento dependerá del cuadro clínico del animal. No existe un antídoto específico para contrarrestar las bufotoxinas, pero sí se pueden realizar terapias de soporte para mantener vivo al animal. Por ejemplo, los ritmos cardíacos anormales y las convulsione se pueden abordar con fármacos específicos.
Muchos perros no requieren tratamiento veterinario, pero mejor prevenir y acudir a la clínica igualmente en todos los casos.
Como habrás podido comprobar, la intoxicación por contacto con un sapo en perros es algo que no se debe tomar a la ligera. Dependiendo de la especie, el cuadro del can puede ser muy grave y provocar la muerte de la mascota hasta en el 100 % de los casos sin tratamiento. Aunque en la mayoría de casos todo se quede en un susto, siempre es mejor prevenir que curar.
Bibliografía
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