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Epilepsia en el beagle: ¿a qué se debe?

La epilepsia es común en beagles. Durante un ataque epiléptico, el can se mostrará confundido, babeará excesivamente y puede perder el conocimiento.

Un perro beagle contento.

La epilepsia es una ocurrencia común en razas de perros como el beagle, en la que hasta un 1,5 % de los ejemplares pueden sufrir episodios epilépticos al año, según los grupos muestrales consultados. Los beagles son más proclives a sufrir episodios epilépticos que la mayoría de canes, sobre todo entre los 6 meses y 3 años de edad.

Al igual que un vómito, picor o aparición de un bulto, los ataques de tipo epiléptico son signos clínicos, no una enfermedad en sí misma. Estos pueden ser causados por problemas metabólicos, tumores e, incluso, predisposición genética. Si quieres saberlo todo sobre la epilepsia en el beagle, sigue leyendo.

¿Qué causa la epilepsia en el beagle?

La epilepsia es la enfermedad neurológica más común en perros. Durante un ataque, la actividad cerebral se vuelve anormal, lo que provoca convulsiones, comportamientos inusuales, sentimientos difíciles de describir e, incluso, la pérdida de consciencia. Los seres humanos también sufrimos los efectos de esta patología.

Existen 3 tipos de epilepsia en canes. Estos son los siguientes:

  1. Reactiva: cuando se produce por un problema metabólico. Entre los posibles eventos desencadenantes, se encuentran las bajadas de azúcar en sangre, fallos orgánicos o intoxicaciones.
  2. Secundaria: producto de tumores cerebrales, traumas craneoencefálicos directos o accidentes cerebrovasculares.
  3. Primaria: no se conoce la causa de la enfermedad, por lo que se considera idiopática. En muchas ocasiones, la epilepsia idiopática está relacionada con la genética de la raza canina, como parece ser el caso de los beagles.

La epilepsia en el Beagle es común.

La importancia de la herencia genética

Estudios llevados a cabo con más de 400 000 perros evidencian que el beagle es la sexta raza más proclive a sufrir ataques epilépticos. Esto se traduce en que, aproximadamente, el 1,5 % de los canes —probablemente un porcentaje mucho más alto— sufren este cuadro clínico de forma anual ¿a qué se debe esta situación?

A día de hoy, solo se han aislado 2 genes causantes de la epilepsia en canes: el LGI2 y el ADAM23. Probablemente, la predisposición se deba a que, en algunas razas, las mutaciones en estos genes se heredan de generación en generación. Al existir muchas veces consanguineidad entre familiares, las probabilidades de heredar la enfermedad se magnifican.

Un dilema difícil de descifrar

Mientras que otros perros presentan epilepsias secundarias —por tumores cerebrales y golpes—, la gran mayoría de beagles no muestran signos de enfermedades subyacentes que expliquen su aparición. No existen disfuncionalidades en el tejido cerebral, pero aun así aparecen descargas cerebrales anormales no justificadas.

El primer ataque epiléptico suele aparecer entre el año y los 3 años de edad. Algunos signos de este evento son que el perro observará el horizonte con la mirada perdida, se mostrará confuso, dará vueltas sobre un punto sin sentido, empezará a salivar de forma excesiva, tendrá calambres musculares y, finalmente, perderá el conocimiento.

De todas formas, estudios ya citados han mostrado que una edad avanzada, ser macho, pertenecer a una raza pura y pesar más de 40 kilogramos son claros factores de riesgo para los canes. Como en otros muchos casos, las razas genéticamente aisladas son más proclives a presentar enfermedades de esta índole.

El problema de la endogamia

La endogamia en perros es un problema más que documentado en la actualidad. En este proceso, se crían de forma selectiva a canes con características deseadas, con el fin de magnificarlas a lo largo del tiempo y crear razas nuevas. En muchos casos, se incurre en el error de cruzar animales de la misma familia, aunque sean parientes lejanos.

Esto promueve un proceso que se conoce como depresión endogámica, o lo que es lo mismo, la pérdida de variabilidad genética. Además, se favorece que las mutaciones malignas —como las posibles causantes de la epilepsia en el beagle— se transmitan a las siguientes generaciones, lo que aumenta aún más la prevalencia de ciertas enfermedades.

Un beagle.

Por desgracia, no existe una solución concreta a este tipo de sucesos. Muchos beagles epilépticos pueden llevar una rutina relativamente normal, mientras que otros verán su esperanza de vida drásticamente reducida, dependiendo de la gravedad del cuadro clínico.

Como tutores, la única opción que queda es armarse de paciencia, cariño y voluntad, con el fin de otorgarle al can el máximo tiempo de vida digna posible. Si los humanos podemos vivir una vida relativamente normal con epilepsia, los perros también.

Bibliografía

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