Emergencias respiratorias: la disnea en mascotas

La sensación de ahogo y falta de aire es una de las peores experiencias que existen. Para un animal que no entiende lo que le está sucediendo es aún más estresante.
Emergencias respiratorias: la disnea en mascotas
Érica Terrón González

Escrito y verificado por la veterinaria Érica Terrón González.

Última actualización: 02 septiembre, 2020

La disnea es una dificultad respiratoria que implica falta de aire. Deriva en una sensación de malestar originada por una respiración deficiente, pero también puede deberse a una concentración insuficiente de oxígeno en la sangre o a una concentración excesiva de dióxido de carbono.

En cualquier caso, la disnea en mascotas es un problema grave y debe ser abordado como una emergencia respiratoria.

Para ello, es esencial reconocer de inmediato a los pacientes con esta patología. En la sala de urgencias, la observación del animal y el examen físico del sistema respiratorio son las herramientas más útiles para su diagnóstico.

Es esencial observar los patrones respiratorios

Los animales con disnea pueden reconocerse por el aumento de la frecuencia y el esfuerzo respiratorio. Esto se debe a la repentina participación de los músculos respiratorios secundarios, como es el caso de los músculos del cuello o del abdomen.

Así, la respiración se convierte en un proceso más activo que pasivo, si bien es cierto que este esfuerzo respiratorio no siempre implica disnea.

La respiración paradójica, sin embargo, sí implica la existencia de una disnea. Esto es así porque hace referencia a la pérdida de sincronización entre los movimientos respiratorios tóraco-abdominales.

Un perro en el veterinario por disnea.

¿Cómo reconocer a un paciente con disnea?

Uno de los signos más evidentes es la adaptación de la postura del animal para tratar de facilitar el flujo de aire. Por ejemplo:

  • Respirando por la boca.
  • Estirando el cuello y levantando la cabeza para enderezar la tráquea.
  • Adoptando una posición ortopneica, es decir, «correctora de la respiración».

A los dos signos anteriores se les añade la preferencia del animal por estar de pie y abrir los codos para minimizar la compresión del tórax. Cualquier restricción artificial que limite estas adaptaciones posturales puede empeorar la disnea y conducir a una descompensación.

Segundo paso: el examen físico

Una de las primeras cosas que se revisa en un animal con dificultad respiratoria es el color de las mucosas. La cianosis puede proporcionar información importante sobre el mal funcionamiento del aparato respiratorio, pero solo existe en los pacientes más graves.

Por lo tanto, no hay que dejarse llevar por una falsa sensación de seguridad cuando el color de las mucosas siga siendo rosado.

Lo siguiente será examinar en profundidad el sistema respiratorio y cardiovascular del animal. La auscultación del tórax y la tráquea puede mostrar la presencia de silbidos, crujidos u otros sonidos anormales:

  • Los silbidos, conocidos como sibilancias, se asocian con el estrechamiento de las vías respiratorias. Si ocurren durante la inspiración, se debe sospechar de una patología de las vías respiratorias altas, mientras que si son espiratorios suelen deberse a problemas en las vías respiratorias inferiores.
  • Los crujidos o crepitaciones suelen indicar la presencia de líquido en las vías respiratorias. Son causados por burbujas de aire dentro del fluido.
  • Si los sonidos pulmonares o cardíacos suenan apagados o directamente no se oyen, se debe considerar la posibilidad de un problema en el espacio pleural.

¿Por qué se habla de valorar también el sistema cardiovascular? Porque puede ser el origen de la dificultad respiratoria, como sucede en las insuficiencias cardíacas congestivas.

¿Cómo estabilizar al paciente?

La primera reacción debe incluir el aumento del oxígeno inspirado, incluso mientras se realiza el examen físico. Lo ideal es que se permita al animal descansar brevemente en un ambiente enriquecido con oxígeno antes de seguir con la manipulación.

Esto es particularmente importante para los gatos, ya que les permite calmarse tras el transporte a la clínica. De hecho, solo se procederá con el examen exhaustivo si se demuestra que no exacerba la angustia del animal y, por tanto, la disnea.

La clave para abordar una disnea en mascotas es la oxigenoterapia

La terapia con suministro de oxígeno puede hacerse de varias maneras:

  • A través de una mascarilla, en cualquier paciente que esté tumbado y la tolere.
  • Utilizando directamente el tubo de oxígeno, colocándolo cerca de las fosas nasales o la boca del animal. Proporciona un efecto similar, pero con mucho menos estrés para él.
  • Mediante jaulas de oxígeno, con el inconveniente de que aíslan al paciente e impiden continuar con el examen. En medicina veterinaria se tiende a aprovechar el uso de incubadoras donadas desde pediatría humana.
  • Con el uso de puntas de oxígeno nasal para un periodo más prolongado. Funcionan bien en razas de gran tamaño, pero dan problemas en las razas braquicéfalas.

Existen otras muchas técnicas que buscan adaptarse a la situación concreta o incluso a la especie. Por ejemplo, el uso de un collar isabelino junto con el aparato de oxígeno, creando una especie de cámara exclusiva para el individuo.

Disnea en mascotas.

La oxigenoterapia a largo plazo debe ser húmeda para evitar la desecación de las vías respiratorias. Existen unidades especialmente diseñadas que calientan y humidifican el aire inspirado.

Por último, es necesario tener cuidado porque existe algo llamado toxicidad de oxígeno. Esto consiste en que, si se administran altas concentraciones durante más de 12 horas, se produce un daño en el pulmón.


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