Los rankings suelen ser odiosos, pues tienden a confundirse los parámetros que están calificando cuando se habla de si tu gato es inteligente o no. Básicamente esta confusión nace cuando se habla de inteligencia animal vs. inteligencia humana. Veamos esto de manera más detallada.
El concepto de inteligencia está ligado a la capacidad de entender o comprender algo, así como a la capacidad de resolver problemas, vinculadas a procesos mentales como la percepción y la memoria.
Este concepto abarca tanto lo animal como lo humano. Los gatos tienen la habilidad de almacenar diferente tipo de información, que van recolectando a través de sus sentidos (olfato, gusto, vista, tacto y oído), de la interacción con otros animales y con seres humanos y la relación que tienen con su entorno. Esta información afectará las conductas de los gatos pues, a pesar de estar regidos por el instinto, usan su experiencia en un proceso de toma de decisiones.
La inteligencia humana va un poco más allá cuando involucra el lenguaje, que consiste en la capacidad de tomar referentes del mundo real y, a través de un proceso mental, dotar de significado a los elementos que lo rodean. Esta es la principal característica de lo que compete a lo humano.
Ahora, cuando se habla de la inteligencia animal, se está haciendo énfasis en el primer concepto, el que no involucra el lenguaje, pues si bien estos realizan procesos mentales que afectan su toma de decisiones, permitiéndoles incluso llegar a manifestarnos estados de ánimo o necesidades, así como comprender algunos rasgos de nuestra corporalidad, no hacen procesos de significación de la realidad.
Aun así, esta diferencia no es muy clara para muchas personas, que confunden los procesos de inteligencia y lenguaje. Por lo tanto, cuando hablamos de inteligencia felina nos estamos refiriendo exclusivamente al proceso de utilización de la experiencia y de cómo esta afecta la conducta del gato.
Cuestión de raza
Existen características específicas dentro de las diferentes razas de gatos que hacen que se cataloguen como más o menos inteligentes, teniendo en mente los patrones de comportamiento específicos de cada una de ellas. Sin embargo esto no es una garantía, pues la inteligencia o la capacidad de desarrollarla está mediada por la experiencia, y esta varía mucho de un individuo a otro.
Los parámetros que se tienen en cuenta al momento de determinar la inteligencia de un gato están ligados a la facilidad que tengan estos de llevarse bien con los humanos. Es un lineamiento que apunta directamente a la convivencia. Normalmente estos ranking los encabezan las razas más nobles, más dóciles y que mejor se adaptan a la vida en el hogar, por ejemplo, el Scottish Fold, el Ruso azul o el Ragdoll y, proporcionalmente, los últimos lugares los designan las razas que tienen un menor tiempo de domesticación y se caracterizan por ser más independientes.
Siguiendo con esta línea, los patrones de comportamiento que se tienen presentes son:
Docilidad
Esta es una característica muy común de las razas nuevas, que provienen de cruces de razas que llevan siglos entre los humanos, y se ha buscado destacar esta característica para facilitar la vida en el hogar. Uno de los principales problemas de convivencia que se presentan con los gatos se debe a que estos son aún medio salvajes, por llevar menos tiempo de domesticación con relación a otros animales, como los perros.
Aprendizaje rápido
Normalmente a los gatos más independientes les cuesta aprender normas básicas de convivencia, y mejor ni hablar de trucos. Esto se debe a que riñen con los cuidadores por mantener el rol dominante, por lo cual se resistirán al aprendizaje.
Capacidad de seguir órdenes
En este aspecto tiene mucho que ver el tiempo de respuesta que le toma a un felino seguir una instrucción. Se sobreentiende que los gatos más inteligentes son aquellos que son capaces de comprender un mayor número de comandos y palabras, y se deriva de que el animal se interese por lo que su cuidador le diga, y que tenga la suficiente disposición de seguir las instrucciones.
Sociabilidad
Debido a que son depredadores, que normalmente viven en grupos reducidos o en solitario y que son muy dominantes, la sociabilidad de un gato se ve mediada por su instinto. Parte de tener un gato sociable y confiado implica que ha asumido un rol de sumisión, por lo cual será más fácil para estos individuos aceptar a otros sin reñir.