10 curiosidades de los simios
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El parecido de los seres humanos con el resto de primates es más fascinante a medida que se realiza cada nuevo descubrimiento. Quienes han tenido el privilegio de poder observarlos en libertad, vuelven con miles de curiosidades de los simios escritas en sus cuadernos.
Seguramente, los primeros datos sobre simios que encuentres en una búsqueda rápida ya sean interesantes: pulgares oponibles, uso de herramientas y un 99 % de genoma compartido con los humanos son algunas de ellas. Sin embargo, aquí podrás leer otros datos un poco más profundos, que sin duda asentarán más en ti la sensación de su humanidad.
Curiosidades de los simios
Lo mejor será ir directamente al grano. Aquí encontrarás datos realmente curiosos principalmente de simios grandes, como chimpancés u orangutanes.
1. Son autoconscientes
Esto es relativamente conocido, pero está bien para iniciar la lista. Los simios grandes —y muchas especies más pequeñas— han demostrado con creces ser conscientes de sí mismos. Este descubrimiento comenzó con la prueba del espejo, donde los monos limpiaban la mancha de su cara en vez de la cara de la imagen reflejada, y se ha ido desarrollando con los años.
La autoconsciencia se ha considerado la base para determinar qué especies de animales no humanos pueden considerarse inteligentes. Aun así, a medida que las pruebas se van adaptando a cada especie, parece ser que no es un atributo tan exclusivo como se pensaba.
2. Los simios poseen sentido de la justicia
Como animales sociales que son, dentro de sus dinámicas siempre hay estrategias para la repartición de los recursos. En experimentos en cautividad, desde monos capuchinos hasta chimpancés han mostrado disgusto cuando a un compañero se le daba un premio más jugoso por realizar la misma tarea.
Incluso, dentro de este mismo experimento, los investigadores encontraron otro proceso subyacente en los simios: la empatía. Cuando el simio que recibía el mejor premio veía el enfado de su compañero al recibir siempre la peor recompensa, en ocasiones dejaba de hacer la tarea que se le pedía.
3. Les gustan las cosquillas
Muchos mamíferos tienen la capacidad de sentir cosquillas, pero no a todos les agradan. Sin embargo, los simios no solo las sienten, sino que se ríen al recibirlas y forman parte de sus juegos sociales. A este tipo de cosquillas que inducen la risa y producen una sensación intensa se las denomina gargalesis.
4. No pueden hablar… con la voz
A pesar de que las vocalizaciones forman parte de la comunicación de los simios y son muy diversas, los intentos de hacerlos aprender el habla humana han sido infructuosos. Existe un debate desde hace más de 40 años sobre si su aparato vocal les permite hablar como lo haría un humano y hasta el momento no está resuelto.
Sin embargo, sí pueden desarrollar otras formas de comunicación: Koko, Washoe o Nim Chimpsky son los nombres de algunos primates que consiguieron aprender el lenguaje de signos americano o ASL. Los experimentadores que los entrenaron afirmaron incluso que eran capaces de crear nuevas palabras y expresar ideas abstractas.
5. Podrían tener un sentido de la espiritualidad
Jane Goodall, la famosa científica que ha dedicado su vida a los chimpancés, afirma que ha observado conductas que indican que estos primates pueden sentirse maravillados por la naturaleza o apreciar la magnificencia de fenómenos determinados. También ha observado comportamientos ritualizados relacionados con la muerte y con otros eventos vitales.
6. Los simios se abrazan y besan
No se tratan de conductas curiosamente similares a las de los humanos, sino de abrazos y besos exactamente iguales a los nuestros. Es decir, para reconciliarse, saludarse o mostrar cariño, se abrazan y se besan e, incluso, se dan palmaditas en la espalda. Un dato curioso es el de los bonobos, que se saludan con un beso con lengua.
7. Tienen cultura
La cultura, como sistema de comportamientos comunes a un grupo que se mantiene en el tiempo, no es exclusiva de los humanos. Existen numerosos estudios observacionales que demuestran que diferentes grupos de simios tienen costumbres propias, que se transmiten a lo largo de las generaciones.
Cuando, por ejemplo, un chimpancé idea una nueva técnica para extraer insectos del tronco de un árbol, los otros miembros de su grupo pueden empezar a usarlo. Esta técnica se extenderá por otros grupos, lo que genera esa tradición en una región determinada.
8. No todas las especies son patriarcales
Por lo general, tendemos a pensar que en el reino animal lo habitual es que el macho más fuerte sea el que da las órdenes. A pesar de que esto es muy evidente en especies ya familiares para nosotros —como los chimpancés—, no es común a todas las especies de simios.
Los bonobos o chimpancés enanos son una especie regida por las hembras, es decir, un matriarcado. En sus grupos, las hembras más mayores o con más hijos son las jefas, ya que los demás dependen de su guía o tienen lazos familiares con ellas.
No necesitan competir por el puesto, ya que además suelen usar el sexo como herramienta social para fortalecer las alianzas entre miembros. Cabe destacar que los niveles de estrés de las líderes bonobos son mucho más bajos que los de los líderes de especies patriarcales.
9. Las guerras de los chimpancés
Jane Goodall reportó la existencia de un conflicto violento en el parque nacional de Gombe, donde dos grupos de chimpancés lucharon por el territorio durante 4 años. El grupo nombrado como los Kahama fue aniquilado por los Kasakela y los primeros se quedaron con su territorio. Se especula que este conflicto comenzó con la escasez de alimento.
10. Poseen sentido de la estética
La estética, o cómo hacer que algo o alguien luzca más bonito, es algo tan subjetivo que cuesta creer que otras especies tengan esta capacidad. A pesar de ello, los grandes simios lo llevan a la práctica: por ejemplo, algunos orangutanes han sido vistos decorando su pelaje con hojas o flores, e incluso pintándose los labios con arcilla.
Conclusiones sobre las curiosidades de los simios
Como ves, las curiosidades de los simios nunca terminan. Esto nos lleva a una reflexión muy conocida, que es la necesidad de respetarlos para poder conocerlos y, por tanto, conocer al género humano.
A este dato final se podría añadir otro más: cuanto más se los conoce, menos sentido tiene decir que son ellos los que se parecen al humano. A cada nueva observación se demuestra que comparar desde el antropocentrismo no tiene sentido. Respetemos a los simios porque tienen derecho a ello, no por cuánto se parezcan a los humanos.
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