Los cuatro pilares de la etología

La etología se define en base a cuatro principios: explicar la causalidad del comportamiento, estudiar el desarrollo sustentable, encontrar el sentido evolutivo del comportamiento y su filogénesis.

Un mono inteligente.

Todo aquel que alguna vez se haya distraído mirando un animal se ha preguntado qué motores le impulsan a actuar. ¿Qué lleva a un simio a sonreír? ¿Cuáles son los sentimientos y emociones universales en el reino animal? Desde luego, la respuesta a estas preguntas es cuanto menos compleja.

Los profesionales que decidieron convertir este hábito en una ciencia —empezando por el zoólogo Konrad Lorenz— acabaron por fundar la etología, una ciencia que se basa en cuatro pilares que tratan de abarcar todo aquello que se quiere conocer acerca de las conductas de los seres vivos en su medio. Hoy te los contamos.

¿Qué es la etología?

La etología es la ciencia que estudia el comportamiento animal, así como sus causas y su desarrollo. Los humanos, puesto que pertenecemos al reino animal, también entraríamos dentro de este estudio, aunque normalmente la psique de nuestra especie se aborda desde la perspectiva de la psicología.

Por otro lado, cuando se trata de comparar el comportamiento de nuestra especie con las conductas de los animales no humanos, estamos hablando de la psicología comparada, una disciplina de la biología que estudia la evolución filogenética de los comportamientos.

Como toda rama científica, el conocimiento etológico exige que los datos que se recojan durante los experimentos sean válidos y generalizables. Para ello, el etólogo Oskar Heinroth enumeró una serie de requisitos:

  • La observación debe tener lugar en el hábitat natural de la especie.
  • El observador no debe influenciar de ningún modo el comportamiento del animal que observa.
  • El comportamiento debe desgranarse en unidades básicas e individuales que permitan operar con ellas: las llamadas pautas de comportamiento.
  • Puesto que es una ciencia, estas pautas deben poder observarse, medirse y diferenciarse de otras.

Los cuatro pilares esenciales de la etología

Una vez se está observando y registrando el comportamiento de un animal, hay que darle un uso a esa información. ¿A qué preguntas queremos responder cuando monitorizamos el comportamiento de un ser vivo?

Todo aquello que se quiere conocer en base a las conductas del reino animal se puede concentrar en cuatro pilares esenciales. A continuación, te los mostramos de forma detallada.

Los pilares de la etología.

1. Descubrir las causas del comportamiento

Toda acción tiene un motivo subyacente, por lo que siempre se trata de situar el origen de una conducta. Esta puede tener una causa interna, como cambios hormonales o fisiológicos.

Por ejemplo, los reptiles se acercan a fuentes de calor que normalmente serían demasiado intensas cuando sufren una infección, ya que, al ser animales que dependen de la temperatura ambiental para mantener su metabolismo, necesitan «provocarse» lo equivalente a la fiebre de los mamíferos y aves de formas atípicas.

Por otro lado, un comportamiento también puede tener una causa externa, es decir, que provenga del medio ambiente que rodea al animal. Por ejemplo, un orangután cogerá una hoja de gran tamaño y la situará sobre su cabeza cuando empieza a llover.

2. Desarrollo sustentable del comportamiento 

Muchas veces, el comportamiento de una especie se enfoca en preservar un recurso para su supervivencia. Este principio se investiga a menudo en la especie humana para tratar de desarrollar comportamientos que impidan la extinción de los medios y recursos que aseguran su supervivencia.

El mejor ejemplo de esto son los estudios de la psicología ambiental, que tratan de implementar estas conductas.

Por otro lado, si queremos fijarnos en animales no humanos, tenemos todas las conductas de almacenaje de seres vivos como las hormigas o ardillas, que se abastecen de comida para pasar el invierno.

3. Descubrir el sentido evolutivo del comportamiento

Muchas de las grandes preguntas sobre los animales han encontrado una respuesta en la teoría de la evolución. Por ejemplo: ¿qué sentido tiene que los machos de algunas especies sean mucho más llamativos que las hembras?

En muchas especies de aves, el miembro más vistoso de la pareja actúa como señuelo para alejar a un depredador que se está acercando al nido. Sin esta evolución tanto comportamental como fisiológica, muchos progenitores serían sorprendidos en su refugio por seres vivos potencialmente peligrosos —y con ellos sus crías—.

De la otra forma, aunque uno de los dos progenitores sea cazado por un depredador, su descendencia sobrevivirá y tendrá al otro miembro de la pareja para sacarla adelante. En la naturaleza, la permanencia de la progenie es siempre más importante que la supervivencia individual.

4. Cuál es el origen del comportamiento 

Se presupone que todo comportamiento tiene su origen o filogénesis en algún momento de la evolución de la especie y, además, ha quedado recogido en el código genético de los individuos. Esto se suele estudiar comparando unos grupos de animales con otros.

Por ejemplo, las gaviotas que hacen sus nidos en lugares accesibles para los depredadores han desarrollado conductas de limpieza del nido, las cuales incluyen la expulsión de los restos de cáscaras, que podrían guiar a animales carnívoros hacia su posición.

Por el contrario, las gaviotas que hacen los nidos en lugares inaccesibles, como los cortes de un acantilado, no han desarrollado estos comportamientos. En el mundo salvaje, todo tiene un sentido —aunque todavía no lo hayamos descubierto—.

Los nuevos retos de la etología

A partir de estos cuatro pilares, la etología ha ido enfrentándose a nuevos problemas a lo largo de su desarrollo. Uno de ellos es la dificultad de cuantificar el comportamiento. ¿Cómo convertir en números algo que se observa desde una percepción individual y concreta? ¿Cómo hacer válidas las afirmaciones sobre algo intangible como es la mente?

Por desgracia, la necesidad que impone la ciencia de que cada una de sus ramas sea traducible a las matemáticas hace que la etología pierda fuerza a ojos de la comunidad científica cuando se trata de hacer afirmaciones universales.

Otro de los debates activos es si el comportamiento es fundamentalmente más genético que ambiental. Descubrir la procedencia de la conducta a estas alturas de la evolución es realmente complicado, pues casi una infinidad de factores influyen en nuestro comportamiento.

El término medio, que dice que tanto el enfoque genético como el ambiental interaccionan para formar nuestra conducta, es el más aceptado en la actualidad. A pesar de ello, aún nos queda un largo camino por recorrer en lo que a esta disciplina científica se refiere.

Un mono sobre una rama en un fondo blanco.

La etología —en base a sus cuatro pilares— es una ciencia que, poco a poco, va dando pequeños pasos para desentrañar nuestro comportamiento. Solo queda ver a dónde llevará la pregunta que una vez se hizo alguien mirando a un animal: ¿por qué actúa como lo hace?

Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

  • Ewer, R. F. (2013). Ethology of mammals. Springer.
  • Lorenz, K. (2013). The foundations of ethology. Springer Science & Business Media.
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