Una de las funciones vitales de los animales es la reproducción. Esta procura el mantenimiento de la especie y, sobre todo, la persistencia genética de los individuos capaces de reproducirse. El cortejo en el mundo animal es tan variado como especies distintas existen.
Algunas especies exhiben complejas conductas para atraer al sexo opuesto, otras se basan en la realización de presentes -muchos de ellos comestibles- y otras aprenden de los individuos adultos las distintas técnicas de atracción.
El comportamiento de cortejo encierra otros muchos objetivos menos evidentes a simple vista. Encontrar pareja no es sencillo si se pretende sobrevivir en el mundo salvaje y, por supuesto, que los genes propios pasen a futuras generaciones. Si quieres saber más sobre el apasionante mundo de la reproducción, te animamos a seguir leyendo.
¿Para qué sirve el cortejo en el mundo animal?
En la mayoría de las especies es la hembra la que elige al macho. Por esta razón, es habitual que sea el macho el que despliega todo un arsenal de bailes, luchas, cánticos y regalos para mostrar a la hembra que es la mejor elección. Esto promueve un tipo de selección natural llamada selección sexual.
Cuando un macho comienza a cortejar a una hembra, esta lo observa con detenimiento. Una de las principales características en la que se fijan es en el aspecto saludable del macho. Su piel, pelo o plumas deben estar limpios y brillantes, con ausencia de parásitos y con una apariencia sana.
Si un macho presenta alguna enfermedad, rápidamente se notará en su aspecto, ya sea por lo daños de la patología en sí o por la falta de acicalamiento. Escoger a una pareja enferma no es adaptativo en la naturaleza.
En muchas ocasiones, los rituales amorosos se centran en alguna conducta que, para la especie, es totalmente necesaria en su día a día. Por ejemplo, en aquellas especies donde el cuidado de las crías es compartido, el macho suele llevar comida a la hembra. Esto hecho le muestra si será capaz o no de alimentar a la prole.
Otro ritual muy común de cortejo en el mundo animal son las peleas o luchas. Gran parte de estas conductas son consideradas como comportamientos agonísticos, los cuales solo se dan entre individuos de la misma especie.
Este tipo de comportamientos agresivos pueden manifestarse solo como amenazas y si hay contacto físico no busca la muerte del contrario, sino su rendición y huida. Es muy común entre animales ungulados, como los ciervos durante la berrea.
La selección sexual
El cortejo en el mundo animal nos lleva a la selección sexual, término acuñado por Darwin en su libro “El origen de las especies”. Según él, la selección sexual aparece como consecuencia de las ventajas que tienen algunos individuos sobre otros del mismo sexo y especie con respecto a la reproducción.
La selección sexual ha provocado que existan diferencias morfológicas, fisiológicas y conductuales entre los individuos. De esta forma, ciertos rasgos que permiten vencer al contrario se mantienen a lo largo de la evolución, como las cornamentas o la superioridad física. También se mantienen las características que incrementan la atracción del sexo opuesto tales como ornamentos, las melenas en los leones o el llamativo plumaje de ciertas aves.
Señales químicas, otra forma de encontrar pareja
Además de las luchas ritualizadas, los ornamentos vistosos y demás conductas ligadas al cortejo, los animales pueden encontrar parejas potenciales mediante señales químicas.
En la orina, las heces, la saliva y otras sustancias producidas por los animales, se encuentran una moléculas llamadas feromonas. Estas partículas dan información al receptor sobre el estado reproductor del individuo que las segrega.
Para los animales de vida solitaria las feromonas son la clave a la hora de buscar y encontrar una pareja. Muchas especies marcan su territorio con estas sustancias para informar a los visitantes sobre la posibilidad de procrear o, por el contrario, que deban dar media vuelta.
Un equilibrio de fuerzas
Como hemos visto, la selección sexual supone una presión evolutiva para todas las especies del mundo natural. Desde ornamentos y bailes, pasando por luchas y enfrentamientos, hasta señales químicas complejas. Los animales arriesgan su propia supervivencia con tal de dejar huella en las siguientes generaciones.
Bibliografía
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