¿Tu peludo es de los que muerde y mastica todo lo que encuentra a su paso, incluido tu nuevo par de zapatos o el último libro de tu autor predilecto? ¿Hace trizas tu jardín cavando pozos por doquier, sin dejar una planta sana? ¿Rasca paredes, puertas y muebles? Si tienes un perro destructor, te traemos algunos consejos para que intentes solucionar el problema.
Causas por las que un perro puede convertirse en un destructor
Si bien está entre las conductas normales de un can el morder distintos objetos -sobre todo cuando es un cachorro- o el de hacer pozos, la cuestión se complica cuando estas acciones se tornan excesivas e incluso compulsivas.
Los motivos para que un can se vuelva destructor pueden ser varios, entre ellos:
- Aburrimiento
- Estrés
- Falta de ejercicio
- Ansiedad por separación
- Miedo a los truenos, petardos y otros ruidos fuertes
En cualquier caso, debes buscarle una solución al tema. Así que no dudes en pedir ayuda profesional, particularmente de algún especialista en conducta animal.
Si tu perro es de los que destroza distintos objetos de la casa o no para de excavar en tu jardín, te dejamos algunos consejos para solucionar este problema.
Algunos consejos para evitar que tu mascota rompa, cave y raye
Entre las cosas que puedes hacer para evitar que tu can sea un verdadero destructor, se encuentran:
1-Educa a tu perro con normas claras y precisas
Enséñale a tu can a morder solo sus juguetes. No lo confundas, por ejemplo, dándole zapatos viejos para que se entretenga. Recuerda que los peludos no saben diferenciar entre objetos nuevos y gastados. Procura, además, no dejar cosas a su alcance, como para que las agarre y las rompa sin más. En relación a los pozos, puedes también reservarle un lugar del jardín para que excave. Para lograr tus objetivos, utiliza siempre el Refuerzo Positivo. Con paciencia y constancia, premia sus avances y buenas conductas e ignora los malos comportamientos.
2-Préstale la debida atención
Quizá tu perro rompa cosas como una forma de llamar tu atención porque no le estás dedicando ni siquiera un rato de tiempo para jugar con él o para mimarlo. Si bien es cierto que el ritmo de vida cada vez se acelera más, el tema es que -si tienes un animal de compañía- sabes que como su dueño te haces responsable en todos los sentidos. Y una forma de cuidarlo bien es estimulándolo a través del juego y tratándolo con cariño.
3-Garantízale paseos y ejercicios diarios
Los canes a veces se vuelven destructivos por aburrimiento o por exceso de energía. Si tu peludo pasa buena parte del día solo en la casa y lo sacas apenas unos minutos solo para que haga sus necesidades, toda la energía que no gasta paseando, corriendo por el parque, socializando con sus amigos perrunos u olfateando todo lo que el camino le depara, la volcará rompiendo las cosas que encuentre a su paso. Así que, si no tienes tiempo para pasearlo debidamente, pídele a amigos o familiares que lo hagan o, si el presupuesto te los permite, contrata un buen paseador.
4-Evalúa si sufre ansiedad por separación
Muchos perros sufren distintos grados de ansiedad por separación de sus dueños, aunque estos los hayan dejado solos apenas por cinco minutos. Es así que el tiempo que sus propietarios tarden en volver se la pueden pasar, entre otras cosas:
- Ladrando y llorando
- Orinando y defecando en cualquier lugar
- Rompiendo distintos objetos
- Rascando paredes, puertas y muebles
En estos casos, puedes optar por dejarle juguetes adecuados para que se entretenga y darle un buen paseo antes para que se canse y se quede más relajado durante tu ausencia. También puedes considerar la posibilidad de adoptar otra mascota para que le haga compañía. Pero si los problemas persisten, será necesario que consultes a un etólogo.
5-Enséñale a no temer a los ruidos
Algunos amigos de cuatro patas se asustan mucho ante ruidos fuertes e imprevistos. Por ejemplo:
- Truenos
- Sirenas
- Alarmas
- Fuegos de artificio
Un perro con miedo quiere escapar de la situación y esconderse. Y, en su desesperación, pueden dañar puertas, muebles y otros objetos. Lo más conveniente en estas circunstancias es acostumbrar al peludo gradualmente a los ruidos que lo asustan. Como siempre, premia sus avances con caricias, palabras de aliento y alguna que otro golosina de su agrado.