Cómo el estrés inducido por el cautiverio cambia la fisiología de diferentes especies

Los efectos del cautiverio en animales están documentados de forma científica y suponen un gran problema moral para ciertos colectivos humanos.

Imitar el hábitat natural en la medida de lo posible, ese es el consejo principal para aquellos que mantienen animales silvestres encerrados por diversos motivos. No obstante, el estrés inducido por el cautiverio demuestra que es una recomendación más fácil de dar que de poner en marcha, pues nadie disfruta de vivir encerrado.

Son varios los estudios que se han embarcado en la tarea de demostrarlo, de los cuales tienes aquí los resultados más significativos en lo que a lo fisiológico se refiere. Conocerlos no solo es una ayuda para aquellos que necesitan mantener animales cautivos antes de reintroducirlos, sino que sirven como concienciación ante la realidad de todos los no humanos que jamás volverán a ser libres.

Cómo afecta el encierro a los animales

Algunos pájaros domésticos están en grave peligro.

El pensamiento general, y propio del humano, es que a cualquier ser vivo le basta con tener agua, comida y descanso para vivir feliz. Sin embargo, la pandemia que se desató en 2020 nos demostró algo de una vez por todas: el encierro, aun con todas las necesidades cubiertas y todo el entretenimiento del mundo, afecta a la salud física y psicológica de forma negativa.

Para un animal no humano es exactamente igual: la condición de cautiverio se percibe como amenazante y continua, por lo que la activación fisiológica consecuente no llega nunca a disminuir. La fisiología de este estado se activa por dos vías principales:

  • Respuesta adrenomedular: la epinefrina y norepinefrina se liberan de inmediato desde la médula suprarrenal al percibirse el peligro de estar encerrada. De esta manera, el cuerpo se activa para responder a una situación de vida o muerte con el aumento de frecuencia cardíaca, del tono muscular y la presión arterial, entre otros.
  • Liberación de glucocorticoides: esta segunda etapa se inicia a los pocos minutos de la aparición del factor estresante. Estas hormonas esteroideas tienen un efecto importante en la regulación del metabolismo, lo que prepara el cuerpo para afrontar la situación de peligro durante más tiempo, dejando de invertir en procesos a largo plazo como el sistema inmunitario o la reproducción.

Como podrás imaginar, estos dos procesos están diseñados para solventar una situación momentánea. Sin embargo, cuando la percepción subjetiva de amenaza no disminuye, el cuerpo continúa con la liberación de corticoides, afectando a la salud del animal. Es lo que se conoce como estrés crónico, en este caso inducido por el cautiverio.

Estrés crónico en cautiverio y glucocorticoides

Por tanto, son estos glucocorticoides los que mantienen al cuerpo respondiendo a una amenaza continua, sacrificando el funcionamiento normal de algunos sistemas para mantener la alerta inmediata. Los resultados de los estudios a este respecto son reveladores:

  • Al analizar el peso, el 60 % de los estudios encontraron que los animales que se habían encerrado nunca recuperaban el peso que perdían por estrés.
  • Casi la mitad de los estudios (42 %) mostraron que los animales capturados tenían niveles más altos de glucocorticoides que sus congéneres en libertad.
  • El 45 % de las especies que se revisaron mantenían estos altos niveles de glucocorticoides tres meses después de la captura.

Para ilustrar todo esto, aquí tienes algunos ejemplos. El primero es de un estudio publicado en 2004, que encontró que el cautiverio a largo plazo condujo a un aumento de la masa suprarrenal en monos verdes africanos. Por otro lado, en armadillos de nueve bandas se encontró que 6 meses de cautiverio causaron cambios suprarrenales similares a los que ocurren después del estrés de un duro invierno.

¿Cómo afecta el estrés crónico al sistema inmunitario?

Uno de los sistemas más afectados por el estrés crónico es el inmunitario. Al no ser necesario invertir en él durante una situación de peligro inminente, el cuerpo destina los recursos a otros órganos y procesos. Por tanto, a la larga se ve resentido y favorece la aparición de enfermedades.

A este respecto, la síntesis de resultados da lugar a datos interesantes. Vamos a ver los más llamativos:

  • El 24 % de los estudios mostraron respuestas inmunitarias aumentadas, mientras que otro 24 % las mostraron disminuidas (medido a través de recuento de leucocitos).
  • Las respuestas no son claras: parece ser que depende de la especie. Mientras que algunos animales muestran un sistema inmunitario hiperactivado, otras sufren problemas derivados de su inhibición.

Un ejemplo de esto último son los sapos, en los que se encontraron mayor número de bacterias sobre su piel y en el sistema digestivo cuando vivían en cautividad.

Encierro y reproducción

La reproducción es una función ligada también a los niveles de glucocorticoides. De hecho, estos tienen la capacidad de inhibir (o incluso suprimir) los esteroides reproductivos. Por tanto, la menor producción de testosterona o estradiol tendrá efectos sobre la conducta reproductiva de los animales.

En ejemplares jóvenes, además, el estrés por vivir en cautiverio causa problemas en el desarrollo de las gónadas y la maduración de los óvulos.

Al observar el sistema reproductivo, los autores del estudio encontraron que el 74 % de los artículos muestran que los animales salvajes capturados tienen una capacidad reproductiva inhibida. Esto se observa en numerosos casos y es problemático, sobre todo, para aquellas especies que se quieren criar en cautividad y liberarlas después.

Los monos son animales que pueden deprimirse.

Existen muchos animales encerrados por diversas utilidades para el ser humano: experimentación, explotaciones ganaderas, entretenimiento y un largo etcétera. ¿Cuántas de ellas se pueden evitar? ¿Hacia dónde encaminar el desarrollo de nuestra especie sin dañar a otros animales? Por suerte, ya hay personas trabajando en ello, por lo que solo queda apoyarlas para que nadie más tenga que sufrir un encierro de por vida.

Bibliografía

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  • Suleman, M. A., Wango, E., Sapolsky, R. M., Odongo, H., & Hau, J. (2004). Physiologic manifestations of stress from capture and restraint of free-ranging male African green monkeys (Cercopithecus aethiops). Journal of Zoo and Wildlife Medicine35(1), 20-24.
  • Rideout, B. A., Gause, G. E., Benirschke, K., & Lasley, B. L. (1985). Stress‐induced adrenal changes and their relation to reproductive failure in captive nine‐banded armadillos (Dasypus novemcinctus). Zoo biology4(2), 129-137.
  • Fischer, C. P., & Romero, L. M. (2019). Chronic captivity stress in wild animals is highly species-specific. Conservation physiology7(1), coz093.
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