¿Por qué algunos animales no cuidan a sus crías?

¿Abandonar a un hijo? Esta decisión, condenada por nuestra especie, es necesaria cuando los recursos son limitados y el entorno es bastante peligroso. ¡Aquí te contamos más sobre esta estrategia de supervivencia!
¿Por qué algunos animales no cuidan a sus crías?
Georgelin Espinoza Medina

Revisado y aprobado por la bióloga Georgelin Espinoza Medina.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 07 marzo, 2024

Descubrir que algunas especies de animales que no cuidan a sus crías es impactante para nosotros, porque somos mamíferos que proporcionamos cuidados parentales. Además, no tenemos que luchar contra la naturaleza para sobrevivir.

Sin embargo, todo tiene una razón, y la perpetuidad de la vida y la especie no siempre reside en proteger a las crías. En este sentido, algunas especies optan por la estrategia de reproducción «r», que consiste en la concepción de numerosos descendientes, desprovista de una amplia inversión de tiempo, esfuerzo y recursos, por parte de los progenitores.

Si bien esta práctica va en contra de nuestra emocionalidad, es importante explorarla desde el punto de vista de la etología para comprender mejor el mundo. Vamos, por tanto, a describir diferentes escenarios donde luchar por la supervivencia de la prole es, de lejos, la peor idea. ¡No te pierdas nada!

Cuidados parentales: ¿qué son y cuál es su finalidad?

Aunque, desde un punto de vista antropocéntrico, cuidar de las crías parece la única opción para perpetuar la especie, lo cierto es que esta es solo una de las múltiples formas de parentalidad que existen.

En este sentido, aquí es donde entra el término «cuidados parentales», que se refiere a una estrategia conductual que consiste en garantizar la eficacia biológica de las crías, mediante todo un despliegue de inversión:

  • Tiempo
  • Esfuerzo
  • Recursos

Por lo general, las especies que brindan cuidados a sus crías, lo hacen hasta que estas se pueden valer por sí mismas. Estos animales tienden a emplear una estrategia de reproducción «K», basada en tener un número reducido de descendientes e invertir muchos recursos en ellos. Existen numerosos mamíferos que son un ejemplo de esto.

Estas especies también suelen caracterizarse por tener infancias prolongadas y tener ciclos de vida extensos. En su entorno son grandes competidores por los recursos y rara vez forman la base alimenticia de otra especie.

Aunque en muchas especies los machos también participan en los cuidados, los estudios afirman que su aportación aumenta la productividad de la hembra, pero no garantiza al 100 % la supervivencia de las crías.

Especies sin cuidados parentales de sus descendientes

En el otro extremo tenemos a animales como algunas especies de reptiles e invertebrados, que no invierten tiempo ni recursos en garantizar la supervivencia de sus crías. Aquí se puede hablar de la estrategia reproductiva «r», que consiste en tener un gran número de descendientes y no cuidar de ellos. Por lo general, las especies que ponen en práctica esta estrategia son de pequeño tamaño.

Por tanto, la perpetuidad de la especie estará basada en la estadística, pues un gran número de descendientes no llegarán a la vida adulta. Un ejemplo muy conocido es la tortuga laúd (Dermochelys coriacea), que viaja a su playa de nacimiento cada 2-4 años para desovar.

En esa costa enterrará más de 100 huevos y después los dejará a su suerte. Cuando estos eclosionan, las crías emprenden una carrera llena de peligros hasta el agua y solo algunas de ellas lo logran.

Las tortugas laúd —como muchos otros animales que no cuidan de sus crías— viven en entornos inestables que no les permiten invertir esfuerzos en sacar una prole adelante. Las crías, además, son independientes desde que nacen.



¿Por qué algunas especies animales no cuidan a sus crías?

Como ya habrás oído muchas veces, en la naturaleza no todo es blanco o negro. En ocasiones, el entorno se vuelve peligroso y demasiado exigente, tanto que cuidar de la descendencia es sinónimo de que todo el grupo perezca.

Por lo general, el criterio suele ser la muerte del progenitor. Cuando esto ocurre, la tendencia es abandonar a las crías para garantizar una nueva camada en el futuro. 

Un ejemplo de ello es el conejo. Su media de reproducción es de unas 7 camadas al año, con unas 5-8 crías en cada una. Aunque se trata de una especie que proporciona cuidados parentales, estos no duran mucho. Además, los conejos forman la base de la dieta de muchos carnívoros pequeños, por lo que es muy probable que no toda la descendencia sobreviva hasta la adultez.

En este escenario, abandonar una camada será compensado. De manera que se podrá tener otra en poco tiempo, si los progenitores sobreviven. Invertir demasiados recursos en sacar adelante a 8 gazapos —que pueden acabar entre las garras de un lince— es, como poco, poner en riesgo la población local.

El infanticidio en el reino animal

León macho con cuatro cachorros.
Cuando un león africano es despojado del liderazgo, el nuevo macho alfa mata a sus crías para aparearse con las hembras. Crédito: Pum_eva/iStockphoto.

Otra de las prácticas que más suele horrorizar a nuestra especie es el infanticidio. De hecho, en muchas especies de no humanos tiene también un impacto emocional muy alto, sobre todo en aquellas donde se establecen fuertes lazos filiales. Entonces, ¿qué explicación se le da a esto?

Por un lado, se encuentra la precisión dada en líneas anteriores: evitar invertir recursos en una cría cuando el entorno es demasiado exigente. Un ejemplo son las madres que matan o abandonan a sus hijos, cuando estos nacen con deformidades y otros defectos, que impedirán su supervivencia en el futuro.

De esta forma, también se obtiene mayor acceso a recursos limitados.

Otra explicación gira en torno al conflicto sexual en determinadas especies. En grupos donde solo un individuo ejerce la dominancia y trata de transmitir solo sus genes, acabar con la prole de otras parejas es una garantía para su propia perpetuidad.

Un ejemplo de ello son los leones africanos. De acuerdo con un artículo publicado en la revista Behavioral Ecology, cuando un nuevo macho se hace con el control, mata a las crías del anterior para aparearse con las leonas.



Sobrevivir en la naturaleza es complicado

Los humanos, que ocupamos todo el globo y lo hemos transformado hasta que ninguna otra especie sea capaz de incluirnos en su dieta, hemos gozado de las ventajas de tener recursos «ilimitados». De ahí nace el profundo rechazo que sentimos cuando sabemos que algunos animales no cuidan a sus crías, pero es importante ampliar la mirada.

No todas las crías requieren de cuidados. No todos los progenitores tienen los recursos para sacarlas adelante. De hecho, una camada no siempre es garantía de supervivencia para la especie. No obstante, nuestro privilegio nos da la oportunidad de adoptar la posición de observadores neutrales, así que aprovechémosla para comprender mejor el mundo en el que vivimos.


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