Las mariquitas son seres bellos y apreciados en la cultura general, pues su aspecto bonito y naturaleza inofensiva suele llamar la atención de adultos e infantes por igual. De todas formas, existe la preconcepción errónea de que estos insectos comen plantas y vegetales para nutrirse. Nada más lejos de la realidad, pues está familia está compuesta por depredadores natos.
Las mariquitas son coleópteros alados muy llamativos, pero sus particularidades van mucho más allá de su aspecto físico. Si sigues leyendo, descubrirás que el método de alimentación de estos insectos es de gran utilidad para los humanos.
Características de las mariquitas
Cuando nos referimos a las «mariquitas», seguramente nos estemos refiriendo a Coccinella septempunctata, la especie dentro de esta categoría más extendida en toda Europa. De todas formas, cabe destacar que este término engloba a todos los miembros de la familia Coccinellidae, un taxón de insectos coleópteros que recoge 360 géneros.
Las mariquitas son una familia de invertebrados muy exitosa. Debido a su radiación evolutiva, a día de hoy se han descrito más de 6000 especies. La morfología que viene a la mente al pensar en estos insectos es la de un escarabajo de pequeño porte y un color rojo con manchas negras, pero la realidad es que existe una variedad fenotípica muy amplia.
Todos los coccinélidos son pequeños —de 0,8 a 18 milímetros— y de forma esférica u ovalada, pero la coloración que presentan las distintas especies es muy variable. Algunas tienen un fondo amarillo con puntos negros (Psyllobora vigintiduopunctata), otras son doradas con líneas negras (Brumoides suturalis) y otras casi totalmente negras (Axion tripustulatum).
La coloración de las mariquitas se considera aposemática, ya que los tonos y patrones chillones que muestran avisan a los posibles depredadores de su sabor desagradable.
¿Qué comen las mariquitas?
Como hemos mencionado en líneas previas, las mariquitas son invertebrados eminentemente depredadores. En la mayoría de los casos, los coccinélidos depredan sobre las poblaciones de insectos hemípteros del género Sternorrhyncha, que en general se conocen como pulgones.
Estudios en revistas entomológicas han estudiado el contenido estomacal de diversas especies de coccinélidos. Con base en estos resultados, los científicos han descubierto que más del 80 % de la dieta de C. septempunctata consiste en áfidos pequeños en los meses más calurosos del año. Cuando las presas escasean, recurren al consumo de polen.
De todas formas, cabe destacar que otras muchas especies de mariquitas aumentan su repertorio dietético de forma considerable. Por ejemplo, las mariquitas del género Coleomegilla son controladoras excelentes de las poblaciones de polillas, pues depredan sobre sus larvas y huevos. Incluso, algunas especies se alimentan de las larvas de otros coccinélidos.
Beneficios de las mariquitas para los ecosistemas
Los áfidos, más conocidos como pulgones, dañan en gran medida a las plantas en las que se hospedan. Sus colonias crecen de forma muy rápida y se alimentan de la savia del vegetal, lo que puede llegar a disminuir la supervivencia de los cultivos, tanto naturales como plantados por el ser humano.
Vamos más allá, pues algunos áfidos actúan como vectores de enfermedades, ya que inyectan los virus sobre el sistema vascular de las plantas y extienden patologías sobre las poblaciones. También atraen a las hormigas —que se alimentan de sus secreciones—, lo que favorece que el vegetal infestado se degrade aún más rápido.
Las mariquitas son un biocontrolador excelente para evitar que las poblaciones de áfidos se multipliquen sin control. Como estos depredadores pequeños cazan de forma incansable a pequeños insectos, evitan que estos se conviertan en plaga en los ecosistemas naturales y cultivos de uso humano.
En este punto, huelga decir que nuestra especie se ha aprovechado del control biológico de los coccinélidos. Por ejemplo, las mariquitas del género Stethorus depredan sobre los huevos y larvas de la especie Ostrinia nubilalis, una polilla que causa más de 1000 millones de pérdidas monetarias anuales en EE.UU por su potencial como peste agrícola.
Las mariquitas que comen áfidos, ácaros y polillas son controladoras de plagas excelentes.
No es oro todo lo que reluce
Por desgracia, a veces la introducción de coccinélidos como biocontroladores no ha salido todo lo bien que se esperaba. Especies como Harmonia axyridis —originaria de Asia— han sido introducidas en Norteamérica para controlar plagas, pero se han convertido en pestes por sí mismas. Al ser más resistentes que las especies endémicas, las desplazan del ecosistema.
Por ello, hay que conocer muy bien las dinámicas ambientales en cualquier entorno antes de introducir una especie como controladora. Además, es necesario asegurar que, en ningún caso, esa especie pueda salirse de los lindes de la plantación e integrarse en la cadena trófica del ecosistema. De lo contrario, se fomenta que se convierta en invasora.
Bibliografía
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