Así como existe el término baby sitting para referirse al cuidado de bebés y niños pequeños, a cambio de una remuneración económica, mientras sus padres o tutores están ausentes por un periodo de tiempo corto; existe el término pet sitting para referirse a una actividad similar.
En lugar de bebés o niños, se cuidan mascotas. Sobre todo, perros y gatos, ya que son los más comunes, aunque también hay quienes contratan pet sitters para sus conejos, roedores, pájaros, tortugas o peces.
Generalmente el cuidador suele trasladarse al lugar donde vive la mascota, aunque también existe la opción de que el tutor traslade su mascota al lugar del cuidador, bien sea su residencia personal o un local (en caso de que se trate de una institución de cuidado, como una pensión u hostal para mascotas).
Para cuidar a la mascota de otra persona, no solo es necesario tener buena disposición y tiempo. También es necesario tener unos conocimientos básicos en veterinaria, etología y educación canina.
Hay que recordar que cada animal tiene un carácter, unos problemas emocionales y un ambiente distintos. Además, es importante que el cuidador esté protegido legalmente, ya que en el pet sitting pueden surgir ciertos problemas.
Los conocimientos en etología son muy bien valorados
Aunque parezca que cualquier persona puede cuidar a un perro, porque el cuidado parece consistir simplemente en hacerle compañía y darle agua y comida, las cosas no son tan sencillas.
El pet sitter debe saber que, a diferencia del tutor, no tiene tanto conocimiento del animal y, por lo tanto, debe buscar métodos para relacionarse con él de forma eficaz. Es decir, debe manejarse de tal forma que la convivencia sea positiva.
Pongamos el ejemplo de un perro.
Sus tutores lo conocen bien y saben cómo comunicarse con él a cada momento. Conocen sus reacciones y saben cómo manejarlas. Además, saben en qué situaciones puede surgir algún tipo de problema. Por ejemplo, si durante los paseos el perro no huele el suelo, tirará mucho de la correa o puede que tenga una actitud reactiva con otros perros o personas.
Los tutores pueden transmitirle esta información al pet sitter para que sepa cómo manejarse con el perro, pero aún así, este debe tener ciertos conocimientos sobre la etología del animal que cuida para evitar problemas. Asimismo, debería realizar cursos básicos sobre educación canina basada en el refuerzo positivo y en la adiestramiento canino cognitivo emocional.
En países como en Suiza, existen plataformas online donde los tutores colocan anuncios buscando pet sitters y, a su vez, los interesados en cuidar animales crean un perfil para buscar ofertas de empleo. A la hora de crear el perfil, se valoran muy positivamente los conocimientos en etología y áreas afines.
Las tareas del pet sitter
Es posible que un tutor contrate a un pet sitter para llevar a su mascota al veterinario. En esos casos, la persona debe saber cómo ayudar al animal a mantenerse tranquilo y bien portado durante el trayecto y, más tarde, la cita.
Además de cuidar a la mascota en su hogar (es decir, darle de comer, beber, jugar, cepillarla y sacarla a hacer sus necesidades), es posible que el tutor solicite otros servicios, tales como:
- Llevar a la mascota al veterinario (esto suele acordarse con anticipación, ya que el tutor debe asegurarse de que el pet sitter tiene vehículo y disponibilidad para realizar la tarea).
- Dar medicación a la mascota.
A lo mejor, dar una pastilla puede no suponer mucha dificultad, aunque todo dependerá de cómo haya sido educado el animal. Por este tipo de cuestiones es importante que el pet sitter tenga cierta formación.
Las mascotas diabéticas deben recibir su dosis de insulina a través de una pequeña inyección, como los pacientes humanos. El pet sitter debe saber cómo colocarla. Y si el animal sufre de epilepsia, el cuidador debe saber cómo actuar correctamente en caso de que tenga una crisis.
Por estas razones, no cualquier persona puede ser un pet sitter. Aún cuando tenga buena voluntad y le gusten los animales.
Jugar con la mascota es parte del servicio
Dedicarse al pet sitting no solo implica ir a casa del perro, alimentarlo y sacarlo a pasear. Los canes son animales increíblemente complejos y, por esta razón, tienen multitud de necesidades. Es muy importante que el pet sitter dedique tiempo para jugar con el perro. Por supuesto, todo dependerá de la edad del animal y sus costumbres.
Uno de los juegos más importantes que se pueden llevar a cabo con el perro es el trabajo de olfato. Crear laberintos de olores con comida apetitosa que le llame la atención, usar juguetes interactivos que activen su olfato, etc. Todo esto hará que el perro esté mucho más tranquilo y relajado cuando el pet sitter se vaya.
La protección legal es importante en el pet sitting
Un pet sitter debe protegerse legalmente por razones muy sencillas: no está cuidando a su propia mascota y, en muchos casos, tendrá que trasladarse a otros hogares para brindar sus servicios.
Es importante realizar un contrato con el tutor del perro y, también, adquirir un seguro de responsabilidad civil y profesional. Sobre todo, si se pretende llevar a cabo la tarea con regularidad, a modo de empleo.
En el pet sitting pueden surgir multitud de inconvenientes y accidentes, por ello hay que protegerse adecuadamente.
Algunas consideraciones
Cuando se trabaja con animales hay que ser conscientes de que, para ellos, no existen los domingos. Pueden ponerse enfermos en cualquier momento. Por otro lado, a sus tutores pueden surgirles imprevistos y es posible que soliciten un pet sitter en cualquier momento.
Además, si te das de alta en un portal de empleo como cuidador, lo más probable, es que acabes teniendo varios clientes que necesiten tus servicios el mismo día. Asegúrate de dejar todo claro con suficiente tiempo para evitar malentendidos. Esto hará que debas estar de un sitio a otro para satisfacer a tu clientela.
Bibliografía
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- Edwards, R. (2006). Pet Sitting: Is It For Me?.
- Marçal, A. F. B. A. (2013). Business plan for a pet sitting and dog walking company (Doctoral dissertation).
- Missoni, J., Cvitković, D., Pavlak, M., Konjević, D., & Marošinac, V. (2015). Pet sitting: keeping and caring for pets as a means of employment. Veterinarska Stanica, 46(1), 19-26.