Se dice que el perro es el mejor amigo del hombre. Si tenemos una expresión tan rotunda para referirnos así a nuestros compañeros de cuatro patas es porque existe algo de razón. Todos tenemos muy claro que los perros son nuestros mejores amigos en el reino animal, pero, ¿sabes a qué se debe esta conexión?
El origen de los perros
Se han formulado bastantes teorías sobre el origen de los perros. La más aceptada entre los científicos actualmente es la que explica que evolucionaron a partir de los lobos gracias a los asentamientos humanos. Cuando los humanos se convirtieron en sedentarios y formaron sus primeros poblados, empezaron a generar basureros.
Esos basureros estaban formados sobre todo por restos de comida que atraían a los lobos. Los lobos que tenían menos miedo de los humanos conseguían comer más que el resto, ya que no huían cuando las personas se acercaban a ellos.
Por su parte, los humanos pronto se dieron cuenta de que era una ventaja tener a esos animales cerca: les avisaban cuando algo indeseable se acercaba al poblado y, además, sabían cazar. Los humanos mantuvieron a esos animales cerca de sus casas y empezaron a reproducirse.
Los cambios genéticos no debieron tardar en aparecer: a cada generación los cachorros tenían menos agresividad o miedo, por lo que eran más dóciles. Además, ya se estaban criando acompañados de humanos: muy pronto dejaron de ser lobos para convertirse en perros primitivos.
Como se puede observar, los perros no existirían si no hubiese humanos. Su evolución ha dependido únicamente de los seres humanos, que luego además fueron seleccionándolos genéticamente en razas para aprovechar todo su potencial.
La ayuda de los perros
La historia de la humanidad sería muy diferente si no hubiesen existido los perros, ya que nos han acompañado desde nuestros primeros asentamientos. Cuando los primeros cánidos domésticos vivieron entre los humanos empezamos a reproducirlos seleccionando sus mejores características para adaptarlos a nuestras necesidades.
Sin los perros de caza, la dieta y la supervivencia de los humanos hubiera sido muy diferente; de la misma manera ocurre con los perros guardianes. Protegían los poblados y a sus habitantes, tanto de animales salvajes como de otros poblados hostiles, a cambio de un plato con comida.
A medida que evolucionaban nuestras necesidades, empezaron a hacerlo también nuestros compañeros. Es conocido por todos que los grandes reyes y dirigentes militares siempre han tenido perros de compañía. Aunque los canes no pudieran redactar las leyes, estaban al lado de quien necesitaba decisión, consuelo o apoyo para guiar a un país.
Esta evolución no les ha afectado solamente a ellos. También ha cambiado en cierta manera el cerebro humano.
Conexión emocional y química
Quienes hemos tenido una mascota lo sospechábamos, pero un estudio de 2015 de una universidad japonesa lo confirma: mirar o interactuar con un perro aumenta los niveles de oxitocina en el cerebro. La oxitocina también es conocida como la hormona del amor, porque provoca sensación de calma y felicidad.
Es decir, en cuanto química cerebral, es genético que queramos a los perros, con la misma hormona que une a madres e hijos, a familias y a enamorados. Si además interactuamos con ese animal y nos demuestra cariño, se crean lazos emocionales que se pueden llegar a medir científicamente.
Los seres humanos hemos evolucionado, desde esos primeros asentamientos primitivos, para amar a los perros. Es una condición química a la que no podemos escapar. Por otro lado, ayudan a ser amados con su buen carácter y comportamiento.
Porque cuando un perro mira a su familia humana, en su cerebro ocurre algo parecido al humano: segrega hormonas que le dan sensación de bienestar y felicidad. Tanto los perros como los humanos hemos compartido miles de años de historia y hemos evolucionado para estar juntos.
El maravilloso carácter de los perros
Desde esos primeros lobos que no tenían miedo a los humanos y se quedaron con nosotros, estos animales han cambiado mucho, no solo físicamente. Los perros tienen carácter único dentro del reino animal: son dóciles, son complacientes y, ante todo, desean estar con seres humanos.
Uno de sus rasgos más característicos es su carácter: su mayor recompensa es conseguir la atención o la aprobación de los seres humanos sin importar los sacrificios que cueste. Ningún otro ser vivo tiene tanto temple como para adaptarse a nuestras sociedades y nuetra forma de vida. A pesar de ello, los perros son capaces de todo por estar a nuestro lado.
Llevar una correa por la calle y hacer sus necesidades solo en los momentos que elegimos son dos grandes sacrificios rutinarios que hacen por nosotros. En casos extremos, hemos visto cómo los perros arriesgan e incluso pierden la vida por proteger a sus familias. Parece que no hay nada que no vayan a hacer por estar con nosotros.
El perro que trabaja para nosotros
De hecho, el carácter de los perros es tan espectacular que hemos diseñado profesiones que solo ellos pueden hacer. Tras un entrenamiento correcto, los perros acceden a trabajar para nosotros durante toda su vida, a cambio solo de afecto, comida y la satisfacción de estar haciéndolo bien.
Solo un perro de terapia puede ofrecer el consuelo que aportan los entrenados para acompañar en hospitales o juzgados. De la misma manera, los lazarillos se han convertido en una ayuda inigualable a personas ciegas; además de todas las especializaciones de perros de ayuda, que van desde la gente en silla de ruedas o diabética.
Parte de los trabajos más delicados de la policía lo llevan a cabo perros: la detección de drogas o sustancias mediante el olfato depende de ellos, pero también la localización de personas perdidas y su rescate. Son tristemente famosos los que buscan personas entre los escombros tras las catástrofes naturales.
El perro es el mejor amigo del hombre. Nos hemos acompañado durante miles de años, tantos que nuestros cuerpos han cambiado para poder adaptarnos los unos a los otros. Nosotros les aportamos comida, comodidad y seguridad mientras ellos dedican su vida a complacernos y hacernos felices.