El pavo real y otras aves aristocráticas

En todos los grupos animales hay alguno que destaca por encima de los demás. Es entonces cuando se habla de realeza y aristocracia animal. De ahí podría venir el nombre del pavo real, ¿no es así?
El pavo real y otras aves aristocráticas
Érica Terrón González

Escrito y verificado por la veterinaria Érica Terrón González.

Última actualización: 12 septiembre, 2020

Para mucha gente, el aspecto externo de un animal es decisivo a la hora de utilizarlo como alimento, de ahí que se rechacen algunos peces o animales del fondo marino y se prefieran piezas de extrema belleza que despierten el deseo gastronómico.

Por eso se habla de aves aristocráticas, pues muchas de ellas fascinaron al hombre por su  aspecto y acabaron servidas en mesas reales y nobles. Es el caso de pavos reales, cisnes o faisanes, destinados a convertirse en símbolo de belleza y aristocracia, no solo en las mesas, sino en jardines y palacios.

Las primeras aves aristocráticas y su forma de vida

A continuación, hablaremos de dos de las aves que han constituido desde hace siglos bocados suculentos para reyes y nobles: el pavo silvestre y el pavo ocelado.

El pavo silvestre o común

Meleagris gallopavo pertenece a la familia de las faisanáceas, al igual que codornices, perdices y faisanes. Todas ellas, como se puede apreciar, son aves muy codiciadas por su carne. Este pavo es oriundo de América del Norte y fue domesticado por los aztecas mucho antes de que Colón cruzase el océano.

A raíz de la colonización, esta especie se introdujo como ave doméstica en casi todo el mundo. En Europa pronto reemplazó a otras gallináceas en la mesa de príncipes, lo que convirtió a esta ave en el plato más exquisito en los festines.

El pavo macho mide hasta 1,2 metros de largo y suele pesar unos ocho kilos. El color de su plumaje es café oscuro con reflejos verde metálico o bronceados. Estos animales poseen plumas iridiscentes de numerosos colores: rojo, verde, cobre, bronce y dorado.

La hembra, sin embargo, solo llega a pesar unos cuatro kilos y su coloración varía entre el gris y el marrón, mucho menos vistosa. Eso sí, ambos sexos tienen la cabeza y el cuello desnudos, adornados por una piel rugosa de tono azulado con ciertas partes rojas.

Sus pies y patas son rojizos y fuertes, ideales para correr.

¿Cómo se comportan estas aves aristocráticas?

El macho, durante la época de celo, despliega aparatosamente el gran abanico de su cola y arrastra por el suelo las alas abiertas, en actitud amenazadora. Esta es su forma de reñir con los machos rivales por la supremacía del grupo de hembras que quiere para su harén.

Cada pava pone de ocho a quince huevos que empolla durante 28 días. Al poco de nacer, esta se lleva a las crías fuera del nido para que en menos de dos semanas ya estén en condiciones de volar. Aunque es cierto que los pavos, en general, prefieren correr para escapar de los posibles depredadores (comadrejas o zorros, entre otros).

Los adultos desaparecen con rapidez entre los matorrales cuando se sienten amenazados. Mientras, los jóvenes se quedan inmóviles a la menor señal de peligro.

Comen todo tipo de semillas, bayas, bellotas, insectos y caracoles. A veces, incluso, rebuscan en los escondrijos de ardillas u otros roedores, esperando saquear sus reservas de comida.

Un pavo común.

El pavo ocelado

Meleagris ocellata también pertenece a la familia de las codornices y los faisanes. Le debe su curioso nombre a los ojos u ocelos que muestra en su cola. Su estado de conservación es pobre debido a la sobreexplotación por caza y, sobre todo, a la destrucción y fragmentación de su hábitat.

El pavo ocelado es algo más pequeño que el pavo común y comparte con él la cabeza y el cuello desnudos, de azul brillante y con verrugas anaranjadas. El resto del cuerpo muestra un plumaje más bien negro azulado iridiscente. Son sus plumas cobertoras de cola y rabadilla las más llamativas, con patrones iridiscentes que asemejan ojos en las puntas.

¿Cómo se comportan estas aves aristocráticas?

Los hábitos reproductivos del pavo ocelado se asemejan a los del pavo común, sobre todo durante el celo, salvo por el hecho de que machos y hembras forman bandadas mixtas fuera de la estación de cría.

Es cierto que vuelan con más de presteza que su pariente y no tienen problema en utilizar las alas ante el peligro. Es más, confían más en ellas que en la agilidad de sus fuertes patas para escapar de cualquier depredador que les aceche.

El pavo ocelado, una de las aves aristocráticas.

El pavo real, la verdadera soberana de las aves aristocráticas

Pavo cristatus llegó desde el sur de Asia y es uno de los animales más majestuosos que existen. Desde tiempos antiguos destacó entre los animales admirados por el hombre, a causa del extraordinario abanico policromado que constituye su cola. De hecho, estas aves eran consideradas un símbolo de esplendor tal que las familias poderosas solían tenerlas en sus jardines.

La Biblia cuenta que en tiempos del rey Salomón los palacios se llenaban de estas aves, trayéndolas desde tierras lejanas.

Esta orgullosa ave se ha mantenido en estado semidoméstico durante más de 2000 años. En cautividad es arisca y pendenciera y su llamada es una especie de trompeteo. Cuando está en libertad, se reúne en pequeños grupos que vagan de día buscando por el suelo semillas e insectos y al atardecer levanta el vuelo y sube a las ramas de los árboles, donde la altura protege su descanso.

¿Cómo se comporta un pavo de la realeza?

Durante el celo, los machos se pasean desplegando en abanico su espléndida cola, en la que brillan los más raros colores. Exhiben vanidosamente este abanico ante la hembra o cualquier otro ave que se pare frente a él, incluso ante los humanos.

Adopta posturas que parecen incluso arrogantes, pero que son necesarias para mantener el equilibrio contra la presión que ejerce el aire sobre la cola.

En realidad, lo que tanto llama la atención de su cola no es más que una cubierta «falsa», constituida por plumas muy largas y vistosas. Estas plumas simulan el abanico, pero la cola verdadera está debajo y sirve de apoyo al suntuoso despliegue.

Las pobres hembras resultan insulsas al lado del llamativo macho, pues carecen de su brillante colorido.

Una hembra de pavo real con sus crías.

Como hemos podido observar, estamos ante una serie de animales cuyas fascinantes características van mucho más allá de sus cualidades como carne de caza. A pesar de que en tiempos antiguos fueran un alimento predilecto, a día de hoy podemos observar a estas singulares aves sin la necesidad de acabar con sus vidas.


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