¿Las hormigas tienen cerebro? Descubre cómo es su interior

Las hormigas constituyen alrededor del 15 al 20 % de la biomasa terrestre, ejerciendo una gran influencia en sus hábitats. Este éxito se debe a su organización social y, en general, al funcionamiento de su «cerebro».
¿Las hormigas tienen cerebro? Descubre cómo es su interior
Georgelin Espinoza Medina

Escrito y verificado por la bióloga Georgelin Espinoza Medina.

Última actualización: 22 abril, 2024

Las capacidades cognitivas están presentes en muchos animales y no solo se restringen a los seres humanos. Algunos pueden resolver tareas y han demostrado cierto nivel de aprendizaje. En el caso de los insectos sociales, a pesar de su pequeño tamaño, poseen habilidades de coordinación, comunicación y adaptación asombrosas, pero: ¿cómo lo hacen?, ¿las hormigas tienen cerebro?

Te sorprenderá saber que las hormigas tienen un cerebro, aunque, si piensas que es similar al nuestro o el de los otros vertebrados, esto es un error. De hecho, poseen un sistema nervioso descentralizado, lo que significa que cuentan con varios ganglios en el cuerpo. A continuación indagamos en este tema.

¿Cómo es el cerebro de las hormigas?

Lo que llamamos cerebro en las hormigas corresponde al ganglio supraesofágico, el mismo que se ubica por encima o en la parte superior al esófago. Esta estructura recibe información de los órganos sensoriales de la cabeza y se encuentra formado por la fusión de tres pares de ganglios.

Así, encontramos tres regiones principales, cada una formada por dos ganglios:

Infografía sobre las partes del cerebro de una hormiga
En el protocerebro de las hormigas se encuentran los llamados cuerpos fungiformes, en los que convergen la información visual y olfativa.


¿Dónde tiene el cerebro la hormiga?

Como hemos mencionado, las hormigas poseen su cerebro o ganglio supraesofágico en la cabeza. Además, su sistema nervioso está formado por un doble cordón ventral, con ganglios por cada segmento del cuerpo del insecto.

El cerebro es el ganglio más anterior y con mayor grado de complejidad. Los otros son los siguientes:

  • Subesofágico. También ubicado en la cabeza y formado por la fusión de tres ganglios, que inervan las mandíbulas, las maxilas y el labio.
  • Ganglios torácicos. Son tres y se encargan de los centros sensoriales y motores del tórax de las hormigas.
  • Ganglios abdominales. Nueve en total. Los dos primeros fusionados con el último del tórax. Por otro lado, el octavo y el noveno también se encuentran unidos.

¿Cómo funciona el cerebro de una hormiga?

Hormiga en la naturaleza.
La información recibida por la hormiga es procesada e integrada en el cerebro para emitir una respuesta acorde con el estímulo. Créditos: Franco Patrizia/Pixabay.

Al igual que en otros animales, las hormigas perciben la información del mundo exterior por medio de sus órganos sensoriales. No son muy visuales, algunas incluso poseen ojos bastante reducidos o hasta ausentes. El sentido más importante en ellas es el olfato, que tiene como receptores a miles de sensilas en sus antenas.

De esta manera, los órganos sensoriales son los que se encargan de monitorear el ambiente, gracias a células especializadas que detectan las diversas formas el mundo exterior. Estas señales percibidas se transmiten al sistema nervioso, a través de los nervios, que llevan la información hasta el cerebro.

La inteligencia y memoria de las hormigas

Estos insectos sociales se caracterizan por su asombrosa capacidad de adaptación y coordinación entre todos los individuos de la colonia. Además, tienen habilidades para resolver problemas complejos en su día a día, durante las siguientes situaciones:

  • Defensa del territorio.
  • Construcción del nido.
  • Búsqueda de alimento.

Asimismo, algunas especies son excelentes cultivadores de hongos o utilizan herramientas en sus tareas. Una publicación en Ecology and Evolution sugiere que las hormigas Aphaenogaster subterranea presentan comportamientos complejos, al emplear objetos para transportar alimentos líquidos a la colonia. También poseen una memoria a corto y largo plazo, adaptada a sus necesidades. Por ejemplo, para recordar el olor del nido y de sus compañeros, así como la ubicación de su hogar, fuentes de alimentos, patrones espaciales y rutas.

Un estudio de la Royal Society Open Science denota que la especie Formica fusca aprende de manera rápida, su memoria dura hasta 3 días y disminuye de forma lenta con el tiempo. Además, es muy resistente a la extinción.

En este contexto, se destaca el papel fundamental de su sofisticado sistema de comunicación química a través de moléculas llamadas feromonas. Se trata de sustancias que contribuyen con la regulación, integridad, y unión de la colonia.

Las feromonas son las señales que las hormigas emplean para comunicarse, etiquetar rutas hacia fuentes de alimento o encontrar el camino al nido; gracias a que marcan el sendero con estas sustancias químicas. De igual manera, también las emplean para alertar a sus compañeras sobre la defensa de la colonia.

No obstante, estas habilidades van más allá del uso de sustancias químicas, ya que pueden derivar de señales visuales aprendidas como marcas del terreno o del dosel de los árboles, entre otras.

¿Las hormigas tienen emociones?

Cuando se habla de emociones, se hace referencia a estados cerebrales múltiples, que comprenden componentes subjetivos, cognitivos, conductuales y fisiológicos, desencadenados por factores ambientales. Antes se pensaba que los animales invertebrados no cumplían con los requisitos estructurales y funcionales en sus cerebros y sistemas nerviosos para desarrollar estas habilidades complejas.

No obstante, investigaciones de las últimas décadas, como la publicada en Journal of experimental Biology, indican que ciertas especies muestran diversos fenómenos que se consideran emociones:

  • Caracoles.
  • Cangrejos.
  • Babosas de mar.
  • Insectos, como abejas, moscas y hormigas.

Por ejemplo, las hormigas rojas de fuego (Solenopsis invicta) pueden presentar comportamientos conductuales similares a las expresiones que indican placer en humanos. Estas conductas se observaron dentro de la colmena, cuando interactuaban con las crías y consumían agua azucarada.

Asimismo, un estudio de la Universidad de Cambridge sugiere que en los insectos, hay baja probabilidad de sentir dolor. Debido a la carencia de conexiones neuronales en las áreas cerebrales que responden a los estímulos nocivos.

Aunque otras investigaciones respaldan cierta evidencia de dolor en insectos. Entre ellos se pueden mencionar los siguientes:

  • Abejas
  • Moscas
  • Avispas
  • Hormigas
  • Mosquitos
  • Cucarachas
Sin embargo, no hay datos concluyentes en lo que concierne a las emociones, porque se trata de un tema con mucho debate y en creciente investigación, en el que solo el tiempo dará la razón.

Las hormigas tienen cerebros sociales

El cerebro de una hormiga es pequeño, constituido por alrededor de 250 mil neuronas. Esta cifra es más que suficiente para que ellas logren sobrevivir en el mundo. En sí, su verdadera fuerza radica en su organización social y comportamiento, ya que la colonia trabaja como un todo, por lo que se consideran superorganismos.

Como insectos sociales dividen sus tareas. Cada una tiene su papel específico en la colonia desde su nacimiento, por lo que sus cerebros se especializan en cumplir sus funciones. De esta manera, cada casta presenta una organización neuronal diferente, basada en sus roles.

Así lo sugiere una publicación en la revista Nature Ecology & Evolution, con hormigas de la especie Monomorium pharaonis. Este estudio encontró que los cerebros de los machos no son tan especializados como el de las obreras. De hecho, presentan tendencias opuestas y hasta complementarias en su organización.

Por un lado, los machos poseen una composición cerebral con mayor abundancia de células para el procesamiento visual y pocas para el aprendizaje, la memoria y la información olfativa.

En contraste, en las obreras se invierte esta tendencia, ya que ellas son las que se encargan de todas las tareas de mantenimiento de la colonia, mientras los ejemplares masculinos tienen una vida más corta con un único papel: la fecundación.



Las hormigas tienen un cerebro pequeño, pero complejo

Como hemos visto, las hormigas no tienen un cerebro igual al de los vertebrados, ya que cuentan con un sistema nervioso descentralizado. Sin embargo, su ganglio supraesofágico es más que suficiente para sus capacidades de aprendizaje, orientación, comunicación y percepción del entorno.

Aunque este cerebro es pequeño (con apenas 250 mil neuronas), no deja de ser complejo. Tan interesante que, hoy en día, continúa como objeto de estudio para muchos científicos. Aquí no importa el tamaño, sino todo lo que las hormigas pueden hacer gracias a él.


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