Hiperlipidemia en gatos: causas, síntomas y tratamientos

La hiperlipidemia felina está ligada al estilo de vida del gato y su dieta. Estos son los principales factores que se deben controlar para prevenirla.

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La hiperlipidemia en gatos es un trastorno que se desarrolla en varias enfermedades felinas, en el que la grasa se acumula en el torrente sanguíneo. En sí, la hiperlipidemia no es una enfermedad, sino un efecto de un estilo de vida o, en ocasiones, un signo clínico de otras patologías o enfermedades hereditarias.

A pesar de no ser tan común en gatos como lo es en perros o humanos, esta afección puede presentarse en los felinos que padecen diabetes, obesidad, pancreatitis y otras enfermedades más comunes en ellos. A continuación, se comentará qué puede causar este trastorno, cómo puede ser detectado en gatos y qué soluciones existen.

Causas de la hiperlipidemia en gatos

La sangre es un tejido en el que podemos encontrar muchos tipos celulares, además de otras moléculas. Así, es normal y sano encontrar colesterol y triglicéridos en el torrente sanguíneo. Tras comer, la concentración de estas moléculas aumentan para después reducirse.

Este evento fisiológico se conoce como lipemia y es la razón por lo que un gato debe estar en ayunas antes de un análisis sanguíneo.

Por el contrario, existen situaciones en las que los niveles de estas moléculas lipídicas no bajan y comienzan a acumularse en los vasos sanguíneos, lo cual puede provocar diversos problemas. En gatos se conocen 4 tipos diferentes de hiperlipidemia:

  • Posprandial: aquella que viene provocada tras la toma de alimentos. Como dijimos, es un proceso normal.
  • Inducida por medicamentos: ciertos fármacos —como los corticosteroides— pueden aumentar los niveles de lípidos en sangre.
  • Hiperlipidemia primaria: aparece cuando el gato porta en el genoma algún gen mutado que causa esta acumulación de grasa.
  • Hiperlipidemia secundaria: se da cuando el felino sufre otra enfermedad que causa la acumulación de lípidos en el torrente sanguíneo. Por ejemplo, patologías como la obesidad, diabetes, enfermedades del hígado, nefropatías, síndrome de Cushing o una dieta alta en grasas.

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Al comienzo de este trastorno, los gatos no muestran ningún tipo de signo clínico. A esto se le suma que los felinos son expertos en disimular el malestar. Por ello, como norma general, es muy importante realizar un análisis de sangre al año o cada 2 años a las mascotas, sobre todo en gatos mayores.

Signos clínicos de la enfermedad

Cuando la hiperlipidemia se vuelve patológica y deja de estar ligada a algún fenómeno natural en el cuerpo, pueden empezar a aparecer signos clínicos que el tutor podrá detectar.

Muchas veces, estos signos evidentes son consecuencia directa de la enfermedad que causa la hiperlipidemia, más que por ella en sí misma. Por ejemplo, en un gato que desarrolle hiperlipidemia como consecuencia de la diabetes, se verán los signos clínicos de la diabetes mellitus.

De este modo, la etiología de la hiperlipidemia en gatos es muy variada y puede ir desde signos dérmicos hasta cuadros neurológicos. Algunos de ellos son los siguientes:

  • Vómitos.
  • Diarrea.
  • Disminución del apetito o anorexia, que a su vez pueden provocar una pancreatitis.
  • Manchas blancas en la superficie del ojo, por acumulación de grasa en la córnea.
  • Prurito en la piel y alopecia.
  • Convulsiones y cambios en la conducta, como consecuencia de la acumulación de triglicéridos que llegan al cerebro.
  • Poliuria y polidipsia. Estos términos hacen referencia a patrones de micción irregulares.

Como puede verse, los signos clínicos de la hiperlipidemia en gatos pueden ser leves, intermedios o severos. Las manifestaciones más graves podrían acabar con la vida del animal o, al menos, disminuir su bienestar de forma considerable.

Tratamiento

Una vez que se diagnostica la hiperlipidemia en el gato a través de un análisis sanguíneo, el veterinario deberá encontrar la causa subyacente a la acumulación de lípidos en la sangre. 

En el caso de que no se detecten enfermedades que puedan haber causado la hiperlipidemia, el paciente felino será diagnosticado con hiperlipidemia primaria o hereditaria. Los únicos tratamientos para estos casos son los cambios en la dieta y la disminución del aporte de grasas a través de los alimentos.

Por lo general, si se sigue la nueva dieta de forma correcta, el gato no necesitará ningún tipo de medicación.

Si el veterinario encuentra una causa subyacente a la hiperlipidemia, el gato será diagnosticado por esa enfermedad, donde la acumulación de grasa será un signo clínico o efecto secundario.

El tratamiento dependerá entonces de la patología primaria. Cuando sea la obesidad la causa de la hiperlipidemia, con total probabilidad el primer tratamiento será dietético, aunque también podrán recetarse ciertos fármacos. En el caso en el que la patología causante sea la diabetes, ya existen fármacos específicos para abordarla a largo plazo.

Como conclusión, cabe destacar que en todo momento el tratamiento irá ligado a la patología primaria —en el caso en el que la haya—. Por el contrario, un cambio en la dieta será la solución casi siempre que no se encuentre una causa subyacente.

Prevenir la hiperlipidemia en gatos

Prevenir la hiperlipidemia primaria en gatos es más simple de lo que parece. Basta con evitar reproducir a aquellos felinos que la padecen, pues con la selección genética por parte de los criadores es suficiente para erradicar la enfermedad en futuras generaciones.

Cuando se trata de hiperlipidemia secundaria, en la mayoría de los casos, las enfermedades que terminan causándola están muy relacionadas con la dieta y el estilo de vida del animal. Por ello, la mejor prevención es mantener la salud de la mascota.

La hiperlipidemia en gatos se contrarresta con la dieta.

De este modo, una dieta equilibrada para la especie, con aportes de alimentos frescos y crudos —así como una rutina diaria de ejercicio— será fundamental para la buena salud del gato. Además, no se deben olvidar las visitas anuales al veterinario como prevención para estas y otras enfermedades.

Bibliografía

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