El ciervo: ¿una especie exótica invasora?

Muchas veces hablamos de especies invasoras y nos imaginamos animales extraños y desconocidos. Erróneamente, consideramos autóctonas especies que no lo son y que están dañando los ecosistemas.
El ciervo: ¿una especie exótica invasora?
Érica Terrón González

Escrito y verificado por la veterinaria Érica Terrón González.

Última actualización: 22 agosto, 2020

La introducción de una especie exótica invasora en un ecosistema es una de las amenazas más significativas a su biodiversidad. Por eso, en los últimos años la preocupación de la comunidad científica por estas «invasiones» biológicas se ha incrementado notablemente.

Los mamíferos fueron los primeros organismos introducidos en nuevos hábitats, bien como ganado, como animales de compañía o como fuente de caza. La familia Cervidae, por ejemplo, es uno de los grupos taxonómicos con más alta proporción de especies invasoras.

Uno de los casos más reconocidos es el del ciervo rojo (Cervus elaphus), que se encuentra entre las catorce especies de mamíferos invasores más dañinas reconocidos por la IUCN.

¿Es el ciervo una especie exótica invasora?

Debido a su valor como especie cinegética, el ciervo rojo ha sido introducido en países como Argentina, Chile, Australia o Nueva Zelanda. Pero no solo él se encuentra en esta situación.

Al menos trece especies de cérvidos han sido introducidas en diferentes regiones del mundo con el fin de incrementar las oportunidades de caza, enriquecer la biodiversidad local y como alternativa productiva.

A pesar de tratarse de animales herbívoros, son organismo alteradores del ecosistema invadido. Existen numerosas evidencias de que estos ungulados pueden alterar la estructura y dinámica de la flora local.

Esto lo consiguen no solo a través de la alimentación, sino también con actividades asociadas como el pisoteo, el descortezado, las defecaciones, etc. Estas modificaciones pueden tener un efecto en cascada para el resto del ecosistema, alterando incluso la composición de la fauna.

¿Son los ciervos una especie exótica invasora?

La relación entre los cérvidos y las plantas está bien documentada en el hemisferio norte, donde generalmente son nativos y han coevolucionado juntos. Sin embargo, sus interacciones con las especies nativas donde se introducen son más desconocidas.

En América del Sur, por ejemplo, se considera que el ciervo tiene un efecto negativo en la ecología local, pues compite con otros herbívoros y produce cambios en la flora.

El ciervo rojo en la Patagonia argentina, un ejemplo de introducción invasiva

Cervus elaphus llegó a Argentina desde Europa, con la finalidad de repoblar cotos de caza y variar así las especies ofrecidas. Esto comenzó a principios del siglo XX, en La Pampa, y a partir de ahí se fue introduciendo en otras zonas, cruzando incluso la frontera hacia Chile. De ahí que a finales de siglo ya hubiesen poblaciones por todo el país.

A día de hoy no se conoce con precisión su distribución real. Solo se sabe que existen poblaciones silvestres en provincias como Mendoza, La Pampa, Jujuy y Tucumán. Hay otros tantos núcleos en cautividad, como es el caso de Buenos Aires o Córdoba. Por eso, su área de distribución se sigue ampliando, dispersándose desde las poblaciones salvajes y cautivas.

Sabiendo esto, es necesario hacer hincapié en la importancia de controlar estas poblaciones para evitar mayores daños al ecosistema. Será imprescindible realizar mapas de su distribución, conocer el ratio machos-hembras y números poblacionales y a partir de ahí tomar decisiones sobre como gestionar las poblaciones y si es necesario recurrir a las batidas.

Interacción de los herbívoros locales con esta especie exótica invasora

La información disponible indica que no existe un solapamiento significativo a nivel de dieta entre el ciervo y otros mamíferos herbívoros. Da igual si son nativos, como el chinchillón (Lagidium viscacia) o el guanaco (Lama guanicoe), o exóticos, como la liebre (Lepus europaeus).

Si que es cierto que ciertos estudios determinaron que la dieta del huemul (Hippocamelus bisulcus) y el ciervo rojo son similares. Es decir, podrían entrar en conflicto y esto afectar negativamente a la especie local. Pese a todo, se ha acabado demostrando que el propio ganado doméstico puede tener mayor impacto en el huemul que el ciervo.

Interacción con los ecosistemas boscosos

La presencia del ciervo colorado en los bosques patagónicos puede ser considerada como un disturbio relativamente reciente. La abundancia de sus poblaciones es sustancialmente mayor a la de las especies nativas.

Además, se trata de un disturbio crónico, en oposición a los disturbios esporádicos como los incendios o las plagas vegetales. Se ha probado que el ciervo modifica sustancialmente las comunidades boscosas, reduciendo la cobertura del sotobosque y modificando su composición.

Pero más allá de los efectos directos que cualquier herbívoro pueden tener sobre la flora, están los indirectos. Esto ocurre cuando la población de ciervos altera el efecto que otra especie tiene sobre una tercera. Por desgracia, los estudios realizados para detectar los efectos indirectos en la relación flora-ciervo en Argentina son escasos.

Sí que existen algunos que reportes que demuestran que el ciervo facilita la invasión de otras especies exóticas competidoras, al impactar sobre las especies nativas (Relva et al., 2010).

El peligro de las especies exóticas

Las especies exóticas invasoras son especies foráneas introducidas de forma artificial que consiguen adaptarse al medio y colonizarlo. El problema radica en que generan un combate desigual en el que las especies autóctonas tienen las de perder. ¿Por qué? porque no han evolucionado en contacto con estas nuevas especies. De esta manera no logran estar a la altura, son desplazadas, mueren y se extinguen.

Ciervo en el campo verde.

No todas las especies invasoras han llegado intencionadamente a los nuevos ecosistemas. Muchas lo hacen de forma accidental por desconocimiento y negligencia de los ciudadanos. Es lo que ha sucedido en España, por ejemplo, con el galápago de Florida.

Para evitar este problema, la sensibilización de la ciudadanía es clave. Como consumidores no debemos nunca adquirir mascotas exóticas o plantas invasoras, pues estas especies suponen hoy en día la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).


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