Animales polinizadores y plantas: una simbiosis ancestral

Todos conocemos que existen insectos polinizadores, pero ¿sabes cómo comenzó esta relación simbiótica entre la planta y el artrópodo?
Animales polinizadores y plantas: una simbiosis ancestral

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 07 junio, 2020

Se acerca el fin de la primavera, y con ella, desaparecen los molestos síntomas de la alergia que muchas personas y mascotas sufren durante esta estación. Como es bien sabido, esta reacción del sistema inmune se produce por la entrada del polen en las vías respiratorias, causando un cuadro clínico molesto. Aunque puedan resultar desgradables, estas pequeñas partículas son utilizadas por los insectos polinizadores de manera inconsciente para perpetuar los ecosistemas.

Así es, el proceso de polinización es esencial para el funcionamiento del mundo tal y como lo conocemos: las plantas son la base de la cadena trófica y de la producción de oxígeno terrestre, por lo que la vida no sería posible sin ellas. Aquí te mostramos cómo surgió esta simbiosis de carácter ancestral entre los polinizadores y las plantas.

¿Qué es la polinización?

En primer lugar, es necesario delimitar el término:

La polinización es el proceso de transferencia del polen desde los estambres hasta el estigma o parte receptiva de una flor a otra, produciéndose una fecundación y permitiendo la formación del fruto.

Existen diversos tipos de métodos para polinizar:

  • Las plantas anemófilas son aquellas que utilizan el viento para dispersar el polen por el medio.
  • Las hidrófilas, en cambio, son plantas acuáticas que utilizan el agua como método de dispersión principal.
  • Por último tenemos a las plantas zoófilas, que utilizan un vector animal como transmisor del polen.

Es este último tipo de plantas el que nos interesa, y en ellas centraremos las siguientes líneas.

Ejemplar de mosca escorpión sobre una flor.

Una simbiosis ancestral

La relación entre plantas y polinizadores es un claro ejemplo de coevolución, ya que ambos componentes se han adaptado evolutivamente para maximizar los beneficios de la interacción. Pero ¿cómo sucedió esta simbiosis?

A continuación, te presentamos la explicación de varios estudios recogidos en este artículo de revisión:

  • En sus primeras etapas evolutivas en el planeta, registros fósiles han evidenciado que las plantas eran mayoritariamente anemófilas.
  • Ciertos grupos de insectos, durante la era del Triásico, comenzaron a pasar de una dieta hematófaga (consumir sangre) a una dieta fitófaga, es decir, a alimentarse de las partes vivas de las plantas, pues estas se encontraban disponibles en el medio y el costo de acceder a ellas era menor.
  • Este cambio supuso un duro golpe para las plantas, pues la presión que ejercía la herbivoría sobre ellas dificultaba enormemente su supervivencia y reproducción.
  • Como respuesta a esta presión, las plantas comenzaron a producir compuestos oleopáticos derivados de sustancias secundarias para repeler o envenenar a sus atacantes.
  • A pesar de su eficacia, estos compuestos eran energéticamente costosos para las plantas, lo que reducía sus posibilidades de permanecer en el medio y reproducirse.

Así pues, parecía que las plantas se encontraban en un callejón sin salida: cuál es la mejor opción ¿protegerse gastando energía que disminuye la supervivencia o no defenderse y esperar no ser atacado? Al final, la selección natural tiene respuestas para todo.

Si no puedes con el enemigo, únete a él

Las plantas, a lo largo de los siglos, tomaron el camino evolutivo más consecuente: aliarse de algún modo con sus enemigos y aprovecharse de ellos.

Así, comenzó la producción del néctar. Este tiene una triple función:

  • Debido a su naturaleza azucarada y a que surge de estructuras llamativas como las flores, desvía completamente la atención de los pequeños seres vivos a las estructuras florales, dejando estos en paz a las hojas y el tallo, indispensables para la vida del vegetal.
  • Ofrece una fuente de alimento alternativa y más beneficiosa para los insectos: nutre más que las hojas en menores dosis.
  • Por último, aunque suponga un coste energético, también aporta un beneficio a la planta: si el néctar se encuentra en una zona rodeada de polen, se puede aprovechar la visita del insecto para que este se lo lleve consigo a la siguiente planta y se produzca la reproducción.
Avispa en una flor

En la cooperación está la fuerza

Este mecanismo evolutivo es, cuanto menos, apasionante, pues demuestra que en ciertos casos la naturaleza puede establecer relaciones de simbiosis cuando antes solo se concebía la depredación.

De forma simplificada, la planta le brinda una mejor oferta a los insectos polinizadores: no te comas mis hojas, y yo te ofrezco algo aún más nutritivo.

Así pues, al verse ambos componentes beneficiados, los dos han coevolucionado a lo largo del tiempo para maximizar el beneficio de esta interacción.

 

 


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