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Un monstruo comestible, el rape blanco
Bajo el mar se encuentran todo tipo de criaturas, de todos los tamaños, pesos, formas y colores. Algunas nos parecen extrañas, otras horribles. Y algunas se pueden considerar, incluso, monstruosas. A continuación te hablamos del rape, un monstruo comestible.

Las profundidades del mundo marino están llenas de especies extraordinarias que deleitan a los buceadores y conocedores de la fauna acuática. Su diversidad crea imágenes para todos los gustos, pero está claro que algunas especies no están destinadas a ganar un concurso de belleza. Es por esto que el rape, siendo una delicia gastronómica, es considerado un monstruo comestible.
Características y generalidades del rape
El pejesapo común o rape es un robusto pez carnicero, perteneciente al orden de los Lofiformes. Se trata de un grupo de peces teleósteos caracterizados por tener:
- Aletas carentes de espinas.
- Aspecto aplastado y viscoso.
- Una boca enorme en una cabeza descomunalmente grande, que representa la tercera parte de su cuerpo.
- La piel desnuda, carente de escamas, pero recubierta de verrugas y protuberancias carnosas.
El pejesapo, pez rape, rape blanco o común, puede llegar a medir 1,3 metros de longitud y pesar hasta 30 kilos.
Resulta interesante saber que es un mal nadador y que, como otras especies de peces, emplea sus aletas de forma rudimentaria para reptar trabajosamente por el fondo marino.
En general, este pez es de color oscuro y tiene aletas de contorno irregular, por lo que resulta difícil distinguirlo cuando se hallan sobre la arena o las rocas.
¿Dónde vive este monstruo comestible?
Los peces rape son animales que habitan en todos los mares, tanto en aguas templadas y superficiales como en aguas frías y profundas. Algunos prefieren el agua transparente y diáfana, pero la mayoría muestra predilección por las aguas oscuras de las fosas oceánicas.
Normalmente viven en el fondo del mar, semienterrados en la arena. Allí, su piel moteada le proporciona un buen disfraz. Y desde tan excelente observatorio, acecha y devora a cuantos seres pasan a su alcance: peces, crustáceos, crías de tiburón, etc.
¿Y cómo se alimenta?
El pejesapo pertenece al grupo de los animales pediculados, es decir, que poseen una estructura corporal en forma de pedúnculo. Aquellos que viven en aguas poco profundas, poseen en el extremo de dicha prolongación un bulto carnoso que agitan para atraer a otros peces.
Este pedúnculo se localiza en el primero de los 6 radios espinosos que se alzan ante su aleta dorsal. Y se sirven de él como si fuese una caña de pescar, balanceándola suavemente delante de su boca. Con ella consiguen atrapar numerosas víctimas.
Para tal hazaña dispone de una boca de grandes dimensiones que le permite, a veces, tragarse animales de su mismo tamaño, e incluso patos o gansos cuando se presenta la ocasión.
Esta boca está provista de un buen número de dientes, agudos y curvados hacia atrás – como los de las serpientes –. Y con estos dientes consigue retener firmemente a sus presas.
Los rapes que habitan en las grandes profundidades, donde no llega la luz, están provistos de un cebo luminoso. Cuando algún pez pequeño se acerca al referido cebo, el rape abre la boca y lo engulle rápidamente.
La cultura gastronómica de consumo del rape
El rape presenta un aspecto poco agraciado, pero es uno de los pescados más sabrosos del mar. Se consume especialmente en los países del Mediterráneo.
“Esta bestia antediluviana –existe desde hace más de cien millones de años– ha propiciado recetas espectaculares y muy enraizadas en nuestra tradición culinaria” dice Carlos Piera.
Un monstruo comestible, a fin de cuentas
El pejesapo ofrece un aspecto tan feo que algunos comerciantes no se atreven a ponerlo a la venta venta si no es despellejado y cortado en trocitos. Pero no son conscientes de lo delicado de su carne, que lo convierte en un pescado de primerísima calidad.
Aquellos que habitan en las profundidades suelen tener carnes más aceptables, pero los de aguas superficiales no resultan tan agradables al paladar.
Licenciada en Veterinaria por la Universidad de León en 2014, cursó un Máster en Gestión de Fauna Silvestre en la Universidad de Murcia, en 2015. A lo largo de toda su vida llevó a cabo numerosos cursos de formación en inglés como segundo idioma, acompañados de estancias en el extranjero por periodos compatibles con su formación académica (Londres y Australia, principalmente). Durante sus años de formación universitaria, realizó estancias en varias empresas relacionadas con la profesión veterinaria. Dada su especialización en fauna silvestre, destaca la colaboración con algunos de los Centros de Recuperación de Animales Silvestres más importantes del país, tales como GREFA (Madrid, 2015) o el CRAS de Valladolid (2015). Desde 2018 colabora con la empresa Falco Iberia durante los meses de cría de aves como cuidadora de las crías de las aves rapaces que allí se producen.