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Regurgitación en perros y gatos: busca una solución

Gato-comiendo

El reflujo pasivo del alimento ingerido –y generalmente sin digerir– proveniente desde el esófago o desde la faringe se conoce como regurgitación. Puede ocurrir apenas unos minutos luego de que tu mascota haya comido, o también varias horas después, siempre y cuando el alimento continúe sin digerirse. A diferencia del vómito, la regurgitación no va acompañada de náuseas ni de contracciones abdominales y puede tener su causa en problemas en el esófago o en la garganta del animal.

Principales causas de la regurgitación en perros y gatos

dos perros

Dejando de lado la regurgitación voluntaria que realizan las madres para alimentar a los cachorros, o el caso de algunos gatos que regurgitan el alimento sin que padezcan problema alguno, este inconveniente suele aparecer como consecuencia de patologías que obstruyen el esófago o que afectan el proceso de la deglución, como pueden ser problemas en la garganta.

Estos problemas pueden presentarse con frecuencia al momento del nacimiento del animal, o también pueden ser adquiridos. Entre los diferentes motivos encontramos:

  • Cáncer
  • Presencia de objetos extraños
  • Rabia
  • Envenenamiento
  • Enfermedad de los músculos (miopatía)
  • Problemas con el sistema nervioso automático
  • Problemas congénitos con el tracto esofágico
  • Esófago agrandado
  • Tumor
  • Cáncer
  • Hernia del hiato
  • Estrechamiento del esófago

Ten en cuenta que, la gran mayoría de las enfermedades esofágicas se manifiestan principalmente por alteraciones en la deglución y por la regurgitación. En ocasiones pueden aparecer otros signos inespecíficos como apatía, anorexia, halitosis, sialorrea (excesiva producción de saliva) y fiebre.

Si el bloqueo del tránsito del alimento ocurre en la parte posterior de la garganta o en la parte superior del esófago, la comida sale al exterior de forma casi inmediata y los intentos para comer o beber pueden provocar síntomas de ahogamiento. Además, el alimento que es regurgitado puede tener forma de “salchicha” y presentarse cubierto por saliva.

Las alteraciones del esófago inferior, por su parte, están relacionadas con la regurgitación de alimento sin digerir, pero horas después de haber sido ingeridos.

Algunos datos sobre el megaesófago

perro y gato

  • El megaesógafo es una dilatación del esófago que se presenta junto con una disfunción o parálisis de los movimientos normales hacia el estómago. Por tal motivo, los animales no pueden propulsar de manera adecuada la comida desde su boca hasta el estómago.
  • La principal causa de regurgitación en gatos y, sobre todo, en perros se debe al megaesófago congénito idiopático. Esta dilatación se presenta principalmente en animales jóvenes. Hay muchas hipótesis sobre los motivos que la provocan, pero la que tiene más aceptación en los últimos tiempos es la falta de tono muscular y de peristaltismo -conjunto de movimientos que permiten la progresión del alimento- en el cuerpo esofágico.
  • Los síntomas comienzan a aparecer cuando los gatitos y los perritos son destetados.
  • En algunas razas de perro esta enfermedad es hereditaria. Es el caso de Schnauzer Miniatura y el Fox Terrier. También se ha observado predisposición a desarrollar esta patología en las razas Pastor Alemán, Gran Danés, Setter Irlandés, Labrador y Sharpei.

Si la regurgitación no se debe a problemas graves y que requieran tratamientos quirúrgicos, una alimentación adecuada –complementada o no por fármacos–, permitirá que el alimento transite correctamente por el aparato digestivo y sea digerido de  forma conveniente. También, otras cuestiones relacionadas con la postura del animal a la hora de ingerir su comida pueden contribuir a evitar que regurgiten.

  • El veterinario será quien  indique los pasos que hay que seguir en cada caso, señalando la dieta correcta y, de ser necesario, la medicación para acompañarla.
  • Por otra parte, la ingesta de la comida en posición bípeda es un detalle fundamental para lograr la superación de las regurgitaciones. El principio físico de la gravedad es el que facilitará que la comida llegue al estómago de la mascota sin quedar atascada en su esófago.
  • Si el animalito tiene inconvenientes para adoptar esta postura, se deberá poner la comida a la altura de su boca. En los dos casos, luego de terminar de alimentarse, hay que procurar que se quede 10 minutos en la misma posición, para asegurarse que el alimento baje correctamente hasta su estómago.

Seguramente con el tratamiento correcto –aplicado en tiempo y forma– evitarás que tu gato o tu perro sufran estas molestas alteraciones.

 

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