¿Pueden los virus alterar el comportamiento?

La evolución de los virus se debe a la habilidad de adaptarse a los distintos huéspedes y circunstancias, asegurando así su exitosa transmisión. Este artículo te ayudará a saber más sobre el estratégico modo de infectar de este agente microscópico.
¿Pueden los virus alterar el comportamiento?
María Muñoz Navarro

Escrito y verificado por la bióloga María Muñoz Navarro.

Última actualización: 30 marzo, 2020

¿Sabías que los virus pueden alterar el comportamiento de los animales? ¡Así es! A lo largo de la evolución, los virus han adquirido distintos mecanismos adaptativos para asegurar su transmisión al huésped. Uno de ellos es la alteración del comportamiento de los organismos vivos.

Muchos artrópodos actúan como vectores transmisores: garrapatas, pulgas, mosquitos… La transmisión se produce cuando el vector se alimenta de la sangre (como los hematófagos) o de otras sustancias como la savia (en el caso de las plantas), infectados por algún agente patógeno que pueden ser bacterias, parásitos o virus. Posteriormente pican a los animales o humanos, que actúan como hospedador definitivo.

Además de afectar a sus vectores, numerosos virus provocan infecciones en el propio sistema nervioso central (SNC) de los animales, causando trastornos en el comportamiento del huésped.

A continuación te comentaremos algunos ejemplos de estrategias que adoptan los virus para favorecer su posterior transmisión.

Virus que modifican el comportamiento de vectores artrópodos

1. El virus de la marchitez manchada del tomate. Este virus perteneciente a la familia Bunyaviridae, que afecta a los cultivos, altera el comportamiento alimentario de su vector, los trips (insecto del orden thysanóptera).

Por un lado, los machos infectados se alimentan con más frecuencia que los no infectados. Por otro lado, estimula la salivación hasta tres veces más. Todo esto lleva al aumento de las probabilidades de inoculación del virus en el tomate.

El virus de la marchitez manchada del tomate.

Otros virus de esta familia vírica, La Crosse (causante de la encefalitis de La Crosse) y el virus de la fiebre del valle del Rift, causan un aumento en la frecuencia de la picadura de los vectores.

2. Virus del Dengue. Aedes aegypti es el mosquito vector de flavivirus causante de enfermedades como la fiebre amarilla, dengue y fiebre de Zika, tanto en animales como en humanos.

Las hembras utilizan su capacidad olfativa para encontrar el mejor lugar donde poner los huevos. El virus les afecta al sistema nervioso central, alterando su proceso olfativo y ampliando el rango espacial para la ovoposición y colonización de nuevos nichos. Como resultado, el virus consigue propagarse a otras zonas.

Vemos pues, que esta capacidad de cambiar el comportamiento del vector se conserva en estos virus como mecanismo de evolución y adaptación que mejora su transmisión.

Virus que modifican el comportamiento a través del SNC

Los trastornos en el comportamiento de los animales enfermos están relacionados con cambios en el peso, la temperatura, la preferencia al gusto, la ingesta de alimentos y aguas y los patrones de sueño.

Se ha visto que los virus desempeñan un papel directo en estas alteraciones en la conducta. Por ejemplo:

  • En ratones neonatales, el virus de la enfermedad de Borna les induce una preferencia anormal del sabor a la sal.
  • El virus del moquillo canino induce la pérdida de peso en perros, mientras que en ratas infectadas el 5-10 % aumentaron su peso en un 300 %.
  • Se han visto alteraciones en el patrón del sueño provocados por la infección por el virus de la influenza en ratones y el virus de la inmunodeficiencia en felinos.

La capacidad cognitiva se asocia con el sistema neuronal e implica actividades de aprendizaje, memoria, motoras y motivacionales.

La infección viral puede afectar a la capacidad cognitiva de manera directa o indirecta

Las vías directas: incluyen lesiones de las células neuronales debido a la propia replicación del virus o a que sus componentes causan la lisis celular: virus de la rabia, virus del herpes simple.

Las vías indirectas: el virus causa daños a distintas células a través de alteraciones neuroambientales o como resultado de respuestas inmunes del huésped a la infección. Se ha sugerido que la esclerosis múltiple, una enfermedad autoinmune, se inicia por una infección viral persistente.

Las vías indirectas pueden estar relacionadas con el desarrollo o agravamiento de trastornos neurodegenerativos como el alzhéimer y párkinson.

Virus relacionados con alteraciones neurológicas

Influenza A. Los ratones infectados por este virus (virus de la gripe), muestran cambios en su comportamiento relacionados con la ansiedad y cognición. Esto es debido a cambios en la expresión de genes que regulan funciones sinápticas en la amígdala, hipotálamo y en el cerebelo.

Rata gris de cerca.

Virus de la rabia. Como ya sabrás, este virus provoca alteraciones drásticas en el comportamiento de los huéspedes infectados. Un estudio pubicado en Scientific Reports halló que una región en la glucoproteína de este virus actúa inhibiendo los receptores de neurotransmisores presentes en el SNC.

Virus que afectan otros órganos

El virus de Séul (hantavirus). El reservorio de este virus son roedores de diversas especies (en los cuales no causa enfermedad). A través de la saliva y las heces pueden transmitirlo a las personas y ocasionarles el síndrome pulmonar del hantavirus. Hay un estudio realizado en Noruega con roedores en el que los machos infectados presentaron un comportamiento mucho más agresivo que los no infectados.

La presencia de este virus en pulmones, riñones y testículos podría ser la razón de este cambio conductual. Además, la agresividad los lleva a provocar más mordeduras, lo que puede favorecer la propagación del virus a través de las heridas.

Los virus pueden alterar el comportamiento

Como hemos podido ver, la infección viral del SNC puede provocar anomalías neurológicas, así como alterar el comportamiento. Por lo tanto, se puede decir que los virus –en cierta forma– pueden alterar el comportamiento.

Una mejor compresión de los efectos de la infección viral crónica o persistente en el SNC nos ayudará a conocer mejor cómo funcionan los mecanismos moleculares relacionados con los trastornos del comportamiento, incluso en animales.


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