Parajes en España para ver animales salvajes
La vida del planeta va cambiando rápidamente y los hábitats naturales se van reduciendo con el pasar del tiempo. Por esto, resulta una experiencia tan atípica como conmovedora entrar en contacto con animales salvajes en libertad. Tanto que puede cambiar la forma de percibir el mundo de cualquier persona.
Son vivencias mágicas. Los escenarios de ensueño que dan estos paisajes hacen que la vida cobre sentido. Aunque sobran las razones por las cuales una persona se decide a salir a descansar en estos sitios, siempre es importante ser prudente y responsable.
España, un pequeño paraíso para animales salvajes
En Huesca se encuentra un gran reservorio de vida natural, específicamente en el corazón de los Pirineos, en el bosque de Piedrafita de Jaca. Es el parque de fauna Lacuniacha.
Allí, el lobo ibérico domina el territorio, pues se extiende hasta el norte de Portugal. Es un animal impresionante por su presencia, que tiene una mala fama injustificada, como una amenaza a los rebaños. Sin embargo, es vital su importancia para el ecosistema.
Otros habitantes de este parque son el lince boreal, el bisonte europeo, el muflón común y el jabalí. También puede observarse la muy amenazada especie de caballo de Przewalski, conocida también como caballo salvaje de mongol o Takhi. Asimismo, destaca el bovino de Hock, una raza lograda artificialmente.
Tierra de osos
En el Parque Nacional Somiedo de Asturias también se pueden ver lobos y osos pardos europeos. De hecho, se estima que cerca del 50 % de la población de esta subespecie de osezno que habita la cordillera Cantábrica, lo hace en las poco más de 29 000 hectáreas de esta gran reserva.
Ciervos, jabalís, venados, y liebres de perinol forman, igualmente, parte de la fauna de animales salvajes de este inmenso e idílico espacio natural. Lo mismo que el zorro rojo, la marta, la jineta, el gato montés, la garduña y el tejón.
España, destino ideal también para las aves
Somiedo ofrece igualmente la posibilidad de disfrutar del espectáculo de una gran variedad de aves. Más de 120 especies permanecen dentro de los registros. Destacan el urogallo cantábrico, el águila real y el halcón peregrino. Los más afortunados pueden toparse con algunos ejemplares no tan comunes, como son los pájaros carpinteros pico negro y pico mediano.
En Huesca, dentro del Parque Nacional de Ordesa y Monteperdido, se encuentra una reserva natural del quebrantahuesos. Esta especie de buitre, que se encuentra en peligro de extinción, ha podido aumentar su población desde 1980.
Por otra parte, en Málaga hay una zona muy conocida donde abundan los flamencos: la laguna de Fuente de Piedra, en la comarca de Antequera. Allí estas majestuosas aves son las estrellas principales. Aunque los meses de febrero a junio siguen siendo el periodo ideal para ir a visitarlas, también se puede hacer el resto del año.
Además, Zaragoza ofrece en la laguna de Gallocanta un emblemático paisaje que sirve de hogar a la grulla. Esta peculiar especie gruiforme se queda estacionada en esta área entre octubre y marzo, lejos de los lugares donde el invierno es más duro.
Escenarios marinos
Desde el estrecho de Gibraltar hasta Mazarrón abundan los delfines. Estos mamíferos acuáticos no tienen inconvenientes en acercarse a las embarcaciones y mostrarse juguetones. En el golfo de Bizkaia y Tenerife las ballenas acaparan toda la atención.
Turismo y prudencia con animales salvajes
El turismo con una mirada conservacionista es una idea fabulosa, con buenos resultados para salvar la vida de muchas especies. También es cierto que, en algunos ecosistemas más frágiles, puede poner en peligro a las especies que los habitan libremente.
Un gran ejemplo de situación que supone un riesgo para la supervivencia de especies es el buceo en barreras de corales: son formaciones sumamente frágiles y de recuperación extremadamente difícil.
Por otro lado, la inquietud por tener cerca a los animales salvajes puede poner en peligro la vida de una persona. Es importante recordar que ir a la aventura bajo estas condiciones es exponerse a los diversos peligros que conlleva. Un animal asustado puede responder de forma impredecible y hasta agresiva.
Finalmente, la mayor imprudencia que cometen algunas personas que se deciden a explorar la naturaleza es ir por su cuenta. Es necesario evitar las improvisaciones y seguir siempre las indicaciones de los expertos.
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