Origen del samoyedo, una de las razas más antiguas del mundo

Se estima que el perro samoyedo existe desde hace unos 3 000 años, tiempo durante el cual brindaban apoyo a los nómadas siberianos en el pastoreo de rebaños, el tiraje de trineos y la cacería de otros animales. Su capacidad para resistir a temperaturas muy bajas fue determinante para su supervivencia hasta la fecha.

Deben su nombre a su procedencia de los pueblos samoyedos del norte de Rusia. Se han encontrados restos óseos en el norte de Europa, que los conecta como herederos de la robustez de los lobos norteños. Esto los hace perfectos para tareas complicadas en climas extremos.

Según esos restos, su pelaje poseía una capa interna muy densa que le protegía de las gélidas temperaturas, y una capa externa de pelo largo y un poco áspero que repelía el exceso de agua y la nieve. Asimismo, presentaba especial abundancia de pelo en el tórax y el cuello como protección adicional a los órganos vitales. Este rasgo se conserva aún en la actualidad.

La cola poseía la cantidad idónea de pelo para proteger la boca del frío en caso de dormir en la intemperie. Contaban también con el tamaño perfecto de orejas, que impedían su congelación, y una longitud en sus patas ideales para mantener su cuerpo a una distancia prudente de la nieve.

Viajeros lejanos en nuestro mundo actual

Debido a lo recóndito de los parajes donde se desarrolló el samoyedo, esta casta se considera una de las más puras; conserva cualidades de servicio y adaptabilidad en el ámbito doméstico. Ernest Kilburn-Scott fue el responsable de su llegada desde Rusia, un hombre que llevó a Inglaterra un samoyedo llamado Sabarka como regalo para su esposa.

Al poco tiempo la pareja adquirió una hembra, con lo que se daría inicio al cruce de los samoyedos en Inglaterra y el resto de Europa. En 1902 una princesa belga visitó San Petesburgo y quedó alucinada con los ejemplares de samoyedo que vio.

Luego emigró a los Estados Unidos y se llevó consigo los cuatro especímenes que había adoptado en Rusia, lo que daba inicio a otra etapa de esta raza en el continente americano.

Personalidad del samoyedo

Este tipo de canes son de personalidad activa, despierta y muy expresiva. El samoyedo demuestra afablemente la entrega por los suyos de una manera natural.

Su alegría y buena disposición se evidencia en la brillantez de sus ojos y la característica forma de su boca, que simula una constante sonrisa. Este rasgo lo hace irresistible para muchos humanos.

Tienen un temperamento equilibrado y su inteligencia y lealtad le ha otorgado la fama de perro trabajador y servicial. Asimismo, se le conoce como una de las razas con más autoconfianza en el mundo canino: son conscientes que su supervivencia depende en gran medida de desarrollar al límite sus capacidades.

Se relaciona cariñosamente con los niños, y es que se convierte en su cómplice y en el mejor compañero de juegos. Adora las actividades al aire libre, pero al momento de descansar anhela la cercanía de los suyos. Por esto, duerme placenteramente dentro del hogar y mucho mejor si es cerca de la cama de sus humanos.

El samoyedo se siente parte de la familia y los dueños deberán reforzar este sentimiento, pues cuando este can se siente relegado puede llegar a convertirse en un ejemplar difícil de manejar. Aunque por naturaleza este perro es ruidoso, resulta prudente entrenarlo para controlar sus ladridos, que puedan causar situaciones de incomodidad con los vecinos.

Adiestramiento y alimentación adecuada

Esta estirpe canina requiere de grandes cantidades de ejercicio para mantenerse mentalmente equilibrado. Los paseos diarios no suelen ser suficientes, aunque sí resultan provechosos para educarlo y que adopte habilidades de socialización.

El samoyedo necesita espacio suficiente para correr y drenar la energía que posee, y los entrenamientos para la obediencia deportiva pueden ganar todo su interés. Sin embargo, este perro ostenta una versatilidad sin igual, por lo que se recomienda acudir con un experto que pueda explorar y explotar las mejores capacidades inherentes a la personalidad del can.

El trabajo con esta casta demanda dedicación y grandes dosis de paciencia para hacer brotar el temperamento definitivo del samoyedo, el cual, si se ha trabajado apropiadamente, redundará en fuertes lazos de cariño y lealtad entre el dueño y su perro.