Los monos roban por nuestra culpa

Es frecuente escuchar que los monos están acostumbrados a robar cosas. ¿Pero es posible que los humanos hayamos fomentado esta práctica?
Los monos roban por nuestra culpa
Eugenio Fernández Suárez

Escrito y verificado por el veterinario Eugenio Fernández Suárez.

Última actualización: 06 noviembre, 2018

Que los monos roban cuando tienen la oportunidad parece que está grabado en el imaginario colectivo, sin embargo, lo cierto es que estos comportamientos se dan especialmente en zonas de turismo totalmente incontrolado, donde el ser humano es el principal causante de estas conductas, las cuales pueden tener graves consecuencias.

Los monos roban a los turistas

Ver monos y otros primates en la naturaleza es algo que a mucha gente le resulta atractivo. Son un grupo de animales muy populares, por lo que cualquier persona que viaja a ciertas zonas de Sudamérica, África o el Sudeste Asiático quiere interaccionar con estos animales.

Esto ha sido aprovechado por muchas personas y empresas, por lo que en muchas zonas turísticas se promueve este tipo de comportamientos vendiendo a la gente comida para los monos o no regulando este tipo de actividades. La realidad es que en lugares como Gibraltar o Tailandia mucha gente va con comida a lugares donde hay primates salvajes habituados, por lo que es normal que estos acaben asociando la comida al hombre.

Los primate somos animales muy inteligentes y bastante adaptables, por lo que estamos deseosos de explotar nuevos recursos, como a los turistas. Es por ello que aquellos primates que viven en entornos turísticos suelen dedicar mucho menos tiempo a alimentarse, ya que consumen comida hipercalórica fabricada por y para el ser humano.

Monos han llegado a la Edad de Piedra

Los peligros de las interacciones no controladas con primates

Entre primates compartimos las bases del lenguaje: monos y personas utilizan gestos faciales para comunicarse de forma muy compleja, algo que apenas se puede ver en otros grupos del reino animal, como aves y reptiles. Sin embargo, igual que un sueco y un nigeriano difícilmente se entenderían aunque ambos usan lenguaje hablado, lo cierto es que ocurre lo mismo entre nosotros.

Un ejemplo claro es la sonrisa humana, tan explotada en el mundo del cine: a muchos primates no humanos, como el famoso mono capuchino de cabeza dura, se les entrena para poner esta cara. El problema es que en primates suele representar una cara de sumisión y miedo, la cual se produce generalmente tras agresiones o conflictos.

Esto quiere decir que muchos animales son entrenados con miedo para poner esta cara, y también que el ser humano asocia este rostro a algo amigable cuando no es así. Es por eso que son habituales los ataques de monos a personas, ya que representan más del 20% de las mordeduras de animales. En muchas ocasiones pensamos que un mono nos manda besos o nos sonríe y en realidad nos está amenazando, por lo que devolverle el gesto desde la ignorancia puede salir caro.

Un ataque de uno de estos animales no solo representa un riesgo medido en mordeduras, sino también en enfermedades.

Aunque se desconoce la capacidad de transmisión de muchas enfermedades viricas, lo cierto es que compartimos con el resto de primates enfermedades como el sida, el ébola, la rabia o algunos herpesvirus mortales.

Amenazas para los primates por interacciones con humanos

El problema es que esta actividad se retroalimenta, y cuantos más turistas van a molestar a estos animales, más roban los monos, hasta el punto de que son considerados peligrosos. En Gibraltar se han llegado a sacrificar animales porque comenzaron a entrar en las casas, algo inadmisible en una especie como el macaco de Gibraltar, que se encuentra en peligro de extinción.

Dar comida a los monos.

Por supuesto, el consumo de alimentos humanos tiene consecuencias graves para la salud de estos animales: un ejemplo claro es lo que ocurrió con los babuinos pacíficos. Un grupo de ellos falleció por consumir comida humana. Además, los humanos también podemos transmitir enfermedades a estos animales, como es el caso de catarros y resfriados a especies como el el gorila de montaña.

Cuando vamos a ver a estos animales en su hábitat, debemos hacerlo con cautela y no caer en nuestras ganas de interaccionar con ellos. Debemos ir a reservas responsables donde no se explote a estos animales, que se pueden ver perfectamente en la distancia mediante el uso de prismáticos y cámaras. 

De esa manera podremos combatir el tan recurrido tópico que afirma que los monos roban, y podremos disfrutar de sus comportamientos naturales aunque no nos permitan sacarnos una foto chula.


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