Tularemia en perros: síntomas y tratamiento

La tularemia en perros es una enfermedad infecciosa y zoonótica que puede acabar con la vida de tu can y otros animales con los que convivas. Aprende aquí a reconocerla para poder tratarla lo antes posible.
Tularemia en perros: síntomas y tratamiento
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 08 febrero, 2022

La tularemia en perros, también llamada fiebre del conejo, no es muy común en cánidos domésticos. Aun así conviene conocer sus formas de contagio y los síntomas que provoca, ya que se trata de una enfermedad zoonótica que puede contagiarse a varias especies, incluido el ser humano.

Si tu can tiene contacto con otras especies de animales y vives en un entorno rural, las probabilidades de contraer tularemia aumentan. Por eso, aquí tienes una ficha completa sobre sus características, diagnóstico y tratamiento. No te lo pierdas.

¿Qué es la tularemia en perros?

La tularemia en perros es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Francisella tularensis. Los canes pueden contraerla en cualquier momento de su vida, aunque cachorros, perros ancianos y ejemplares inmunodeprimidos tienen más probabilidades de contagiarse. Si no se trata al perro, esta infección llega a ser mortal.

Esta es una dolencia más usual en conejos y roedores, de ahí el nombre de “fiebre del conejo”.

Tipos de tularemia

Según la subespecie de Francisella tularensis que infecte al can se pueden encontrar 2 variantes de esta enfermedad. Las tienes a continuación:

  1. Tipo A, Francisella tularensis biovar tularensis: es la presentación más grave. Requiere atención veterinaria inmediata.
  2. Tipo B, Francisella tularensis biovar palearctica: se trata de una versión más leve y está más presente en medio acuáticos, como aguas contaminadas, mamíferos acuáticos e insectos que se reproducen en lugares húmedos.
Un perro blanco enfermo en el veterinario, un ejemplo de neosporosis canina.

Causas de la tularemia en perros

La tularemia se contrae cuando el can se expone a un foco infectado, ya sean animales, agua o el propio suelo. Dicho de otro modo, para enfermar el can tendría que beber agua contaminada o exponerse a los fluidos eyectados por un animal infectado (o comérselo).

Esta enfermedad también puede transmitirse a través de la picadura de parásitos como garrapatas, pulgas, mosquitos o moscas infectados.

La inhalación de las bacterias en aerosol (por un estornudo de otro perro, por ejemplo), o bien por contacto con mucosas, también son fuentes de infección. Si la Francisella tularensis entra a través de la piel, se formará una ampolla al cabo de unos 3 días.

Síntomas de la tularemia en perros

No es común que un perro con tularemia de tipo B exhiba síntomas. Si lo hace, estos serán falta de apetito, letargia y febrícula. Los signos no durarán demasiado tiempo.

Si se trata de la variante A (la más grave), aparecerán otros signos adicionales que sí pueden poner en peligro la vida del can. Presta atención a los siguientes:

  • Dolor abdominal.
  • Tos.
  • Diarrea con deshidratación.
  • Poliuria (micción frecuente).
  • Alta frecuencia cardiaca.
  • Aumento del jadeo o frecuencia respiratoria.
  • Movilidad reducida.
  • Úlceras en la piel en caso de que la bacteria haya entrado por vía cutánea.
  • Rigidez muscular.
  • Placas purulentas en la garganta.
  • Úlceras o parches blancos en la lengua.
  • Vómitos.

Si se deja avanzar la enfermedad, el perro podría llegar a presentar mucosas amarillentas (ictericia), lo que indica que el hígado se está viendo afectado. En caso de que la bacteria afecte a otros órganos, verás síntomas acordes, como dificultades para orinar si se dañan los riñones.

Pueden pasar de uno a 10 días desde la exposición inicial a la bacteria hasta que aparecen los primeros síntomas. En humanos se sigue un curso similar, por lo que deberás acudir a un médico si alguno de tus animales enferma de tularemia.

¿Cómo diagnosticar la enfermedad?

El veterinario le realizará una entrevista completa al tutor para recabar toda la información posible acerca de las supuestas fuentes de infección. No obstante, no existe una prueba específica para detectar la enfermedad, por lo que el diagnóstico tendrá que ser diferencial.

También se realizará un examen físico completo del animal. Para complementarlo es recomendable realizar pruebas de sangre como un hemograma completo, test bioquímicos y un análisis de electrolitos. También es conveniente realizar una analítica de orina general.

Los perros con tularemia suelen tener los niveles de glóbulos blancos altos y bajos los de glucosa, sodio y plaquetas. Por otro lado, es posible que se detecte sangre en la orina.

Tratamiento de la tularemia en perros

La clave para aumentar las probabilidades de supervivencia del can es tratar la enfermedad en su curso temprano, pero aun así el pronóstico es reservado. El tratamiento consiste en un régimen agresivo de antibióticos y es posible que el animal necesite ser hospitalizado para incluir un abordaje de soporte.

Es imprescindible que en casa se tenga mucha constancia con el tratamiento, aunque ya no haya síntomas o estos se disminuyan mucho. De lo contrario, las recaídas serán casi seguras. Además, se debe estar atento a la aparición de signos extraños (como las convulsiones o la sordera), pues la administración de antibióticos de esta forma tan agresiva puede tener efectos secundarios.

Durante el tratamiento, asegúrate de que el perro está lo más aislado posible para disminuir el riesgo de contagio, pues la bacteria es resistente y es capaz de sobrevivir durante semanas o meses en el entorno sin un hospedador.

Por otro lado, es posible que el can necesite tomar otras medicaciones según qué órganos haya deteriorado la bacteria. Mantén a tu mascota en un ambiente tranquilo y no dejes que se deshidrate. Si le cuesta comer, puedes introducir latas húmedas y otras comidas apetitosas en la dieta.

¿Cómo prevenir la enfermedad?

La prevención de la tularemia pasa fundamentalmente por el control de las garrapatas y otros parásitos externos, pues son los que suelen transmitir la variante B de la enfermedad, la más grave. Ciertas actividades como el pastoreo o la caza exponen a menudo al can, por lo que no conviene realizarlas en exceso.

Si paseas a tu can al aire libre y por entornos donde viven otros animales, no dejes que se acerque a ellos, a sus cadáveres o a sus desechos. En cuanto a ti, siempre que tengas sospechas de haber estado en contacto con la bacteria procura no tocar a tu perro hasta que te desinfectes.

Existen muchas señales de que un perro tiene cáncer.

La tularemia en perros es una enfermedad muy peligrosa, tanto para ellos como para los animales con los que conviven, incluido el ser humano. Por eso, la mejor forma de protegeros a todos será seguir estas normas de prevención, pues cuando aparezca la infección quizá sea demasiado tarde.


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