En general, cuando se hace alusión a crueldad animal el referente principal son las corridas de toros. Sin embargo, el uso de animales en espectáculos, en especial los silvestres, termina convirtiéndose para ellos en una maquinaria que les proporciona mucho sufrimiento.
Si bien algunos espectáculos, como los shows de televisión o cine, se encuentran fuertemente regulados por las leyes de algunos países frente al uso de animales, existen una serie de vacíos legales que permiten muchas acciones que van en contra del beneficio de los animales.
Tal es el caso de los animales silvestres usados en la industria del espectáculo, pues muchos animales son capturados desde que son crías en sus entornos naturales y obligados a vivir en condiciones que difícilmente pueden simular sus entornos.
El daño ambiental
Algo muy problemático frente a sacar especies de un entorno es que, en caso de escaparse, puede llegar a producirse un daño ecológico severo por la intromisión de especies foráneas.
Por otra parte, el tráfico de especies sigue siendo una de las amenazas principales dentro de los procesos de extinción de especies, que ha llegado a niveles críticos.
Un ejemplo de lo anterior lo devela un estudio reciente que reportó que en 40 años las especies marinas han visto sus poblaciones reducidas hasta en un 75% de los ejemplares.
La tortura del cautiverio
Además del proceso que significa pasar por la intromisión en un entorno al que no están acostumbrados, los animales que no nacieron en cautiverio son sometidos a malos tratos y torturas para que realicen actividades completamente ajenas a sus conductas naturales.
Miles de animales sucumben al año a estos entrenamientos, ya sea producto de accidentes o debido a los tratos inhumanos a los que son sometidos.
Las condiciones de vida tampoco son las mejores, pues estos deben vivir la mayor parte del tiempo encerrados en tráileres o jaulas oscuras y reducidas, en ocasiones caminando sobre sus propios excrementos o los de sus compañeros de celda.
Igualmente los métodos de entrenamiento tampoco son los más adecuados, pues lo ideal es que el animal aprenda lo más rápido posible y desarrolle miedo hacia su cuidador, por lo cual se utilizan en ellos punzones, descargas o golpes.
Los métodos de castigo que se usan con más frecuencia son las amputaciones (dientes, colmillos, garras), el aislamiento total y la privación de alimentos o agua.
Finalmente, después de ser sometidos años a esta clase de tratos y a pasar largas horas trabajando sin un descanso adecuado, son abandonados una vez llegan a edades maduras en jaulas oscuras, donde escasamente son alimentados o tratados por un veterinario, donde finalmente sucumben víctimas de soledad y enfermedades.
El problema de fondo
El problema principal de este fenómeno radica, al igual que con la caza furtiva, en el desconocimiento por parte de los espectadores del sufrimiento que atraviesan estos animales durante la dura vida de cautiverio.
Por lo tanto, asisten masivamente a estos eventos, fomentando y financiando indirectamente las prácticas que se cometen sobre estos animales.
El desconocimiento es un factor determinante en estos casos, pues las industrias de entretenimiento venden la imagen de que son, de hecho, los lugares más felices del mundo.
Sin embargo, tras los bastidores, las secuelas físicas y emocionales del trato inhumano y el encierro en los animales es más que evidente, y es preciso iniciar acciones que busquen detener este tipo de actividades, por lo menos,para buscar un mundo más justo para todos.
De modo que los invitamos a que reflexionen y miren más allá, para que sentemos entre todos un precedente y le demos una voz a aquellos que no pueden contar su sufrimiento.