Cuidados de la displasia de cadera del perro

Esta enfermedad tiene un factor genético, aunque la displasia de cadera del perro también está relacionada con otros factores como la edad y el sobrepeso
Cuidados de la displasia de cadera del perro
Alejandro Rodríguez

Escrito y verificado por el biotecnólogo Alejandro Rodríguez.

Última actualización: 08 febrero, 2022

Seguro que alguna vez has oído hablar de la displasia de cadera del perro. ¿Pero sabes realmente qué es, cuáles son sus causas y cómo se trata? Si quieres saber más sobre esta enfermedad, en este artículo te damos todos los detalles.

¿Qué es la displasia de cadera del perro?

Hablamos de una enfermedad que afecta a la zona de la cadera y sus articulaciones. Se produce por la unión defectuosa de la cabeza del fémur con su cavidad correspondiente en la cadera. Cuando esto ocurre, los tejidos se degradan y los perros empiezan a sentir malestar al caminar, lo que deriva en cojera.

La displasia de cadera de perro suele aparecer a los 4 o 5 meses de edad y se agrava con el tiempo, a medida que la pelvis aumenta de tamaño. Existen varios grados distintos de displasia, que según la Fundación Ortopédica para Animales (OFA) varían en cuanto a diagnóstico y tratamiento.

Principales causas

No hay duda de que existe un factor genético detrás de esta enfermedad. Pero existen otros, como por ejemplo:

  • Alimentación inadecuada: falta de nutrientes o exceso de proteínas.
  • Sobrepeso.
  • Ejercicio excesivo o inadecuado.
  • Tamaño: es mucho más frecuente en perros medianos y grandes.
  • Razas específicas de perro: existen ciertas razas, como el pastor alemán, el mastín napolitano o el golden retriever, que tienen mayor predisposición a sufrir esta enfermedad.
Displasia de cadera del perro: tratamiento

¿Cómo se diagnostica la displasia de cadera del perro?

Existen una serie de síntomas que pueden indicar la displasia de cadera en perros. Entre ellos, los más frecuentes son la cojera evidente, la dificultad para levantarse o incluso para mantenerse en pie. Si observamos alguno de estos síntomas, debemos acudir al veterinario, donde seguramente le practicarán una radiografía para confirmar.

Tratamiento y cuidados

Como hemos comentado antes, existen varios tipos de tratamiento, en función del grado de desarrollo de la enfermedad. Generalmente, la mayoría de los tratamientos van encaminados a reducir los efectos o paliar los futuros síntomas. Pese a todo, la clave del éxito de la mayoría de tratamientos reside en un diagnóstico temprano: será más fácil de tratar cuanto antes se detecte.

En general, podemos hablar de un tratamiento preventivo o conservador, que incluye la fisioterapia canina, la utilización de sillas de ruedas o los soportes de cadera. Estos dispositivos poseen unos mecanismos que estabilizan la cadera, a la vez que evitan la atrofia y estimulan la actividad muscular de la zona articular afectada.

Sillas de ruedas para perros

También existe un tratamiento que podríamos denominar como médico o farmacológico, especialmente indicado para animales mayores en los que la displasia es avanzada y el riesgo de cirugía es mayor.

En estos casos, se suelen administrar antiinflamatorios para reducir el dolor. También es frecuente combinar estos últimos con condroprotectores, un suplemento alimenticio que favorece la hidratación del cartílago y retrasa la aparición de diversos síntomas.

Por último, también se puede recurrir al tratamiento quirúrgico, donde se incluyen varios procesos destinados a mejorar la zona afectada.

Una opción válida puede ser la sustitución total de la articulación por una prótesis de cadera. Esta opción es la definitiva, aunque también la que tiene un coste más elevado.

Como siempre recomendamos, las decisiones en cuanto a diagnóstico y un posible tratamiento debe valorarlas nuestro veterinario de confianza.

Entre los cuidados que nosotros podemos proporcionar a nuestro perro, el más importante es vigilar el peso de animal con una dieta controlada, para evitar que se carguen demasiado las articulaciones afectadas.

También debemos controlar el ejercicio, que debe ser moderado y regular en el tiempo. Con todos estos consejos, quizá no consigamos que la enfermedad desaparezca, pero lograremos que nuestro perro, a pesar de todo, tenga una buena calidad de vida.


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