¿Cómo se gestionan los focos de rabia?

El virus de la rabia sigue provocando grandes estragos en numerosos países del mundo, pero lo cierto es que es una enfermedad prevenible, siempre y cuando se detecten rápido los focos en animales.
¿Cómo se gestionan los focos de rabia?
Érica Terrón González

Escrito y verificado por la veterinaria Érica Terrón González.

Última actualización: 01 marzo, 2021

La rabia es una enfermedad infecciosa provocada por un virus de la familia Rhabdoviridae. Este agente patógeno afecta a animales y humanos y es una de las zoonosis más peligrosas y mortales del mundo.

Transmitida a través de un mordisco, la rabia ataca el sistema nervioso central y provoca una encefalitis que acaba siendo letal casi siempre. Por esta razón es tan importante gestionar con efectividad los focos de rabia nada más se detectan, pues su expansión podría poner en grave peligro a las poblaciones humanas.

España está declarada como libre de rabia terrestre desde los años setenta. Desde entonces, se somete a vigilancia a los animales susceptibles de transmitirla, de ahí la solicitud de vacunación preventiva en las mascotas —que acceden al país a través de las fronteras— que viajan con sus dueños.

¿Por qué es necesario someter esta enfermedad a un plan de vigilancia epidemiológica?

Se trata de una necesidad, dada nuestra proximidad geográfica con regiones endémicas de rabia —como son muchos países del norte de África—. Esto lo demuestran algunos casos esporádicos que tiene lugar en Ceuta o Melilla, porque las fronteras siempre son permeables y no todas las entradas de animales susceptibles se pueden controlar.

A este hecho se une el tráfico cada vez más intenso de personas y sus mascotas entre fronteras. En respuesta a este descontrol, el Ministerio de Agricultura —junto con el Ministerio de Sanidad y el Instituto de Salud Carlos III— elaboraron un Plan de Contingencia.

Este tipo de planes están diseñados para el control de las zoonosis en animales domésticos y sirve como guía para combatir su presencia.

Controlar los focos de rabia es esencial en animales.

¿Cómo se gestionan los focos de rabia?

Si bien España es un país libre de rabia en estos momentos, ha habido algún caso excepcional que ha puesto en jaque a las autoridades. El ejemplo más reciente fue en 2013, cuando un perro importado desde Marruecos resultó estar infectado. Siguiendo este modelo, vamos a explicar cómo se enfrentan las autoridades a los focos de esta enfermedad tan problemática.

En primer lugar, conocer los antecedentes

Cuando un país es libre de rabia, se encuentra en lo que se conoce como «nivel de riesgo 0», porque no existe ningún caso actual. Durante el nivel de riesgo 0, las autoridades mantienen activos los siguientes elementos de control:

  • Un plan de vacunación antirrábica en los animales domésticos susceptibles —como es el caso de los perros—.
  • Un plan de vigilancia epidemiológica en reservorios domésticos y salvajes.

Ante cualquier sospecha —por ejemplo, un perro con conducta agresiva repentina que ha mordido a varias personas— hay que ponerse manos a la obra. La evaluación del riesgo es clave en estos casos, pero, en cuanto ha habido agresión a personas, la respuesta suele ser abatir al animal.

De esta manera, se pueden evitar riesgos innecesarios y tomarse las muestras pertinentes para poder confirmar el foco.

¿Cómo se actúa ante la sospecha de focos de rabia?

Mientras se esperan los resultados del laboratorio, se aplicarán las medidas cautelares pertinentes. El animal que ha ocasionado la alerta en primer lugar ha podido transmitirle el virus a otros animales y, por lo tanto, se pone sobre aviso a los profesionales veterinarios de la zona para que estén atentos a cualquier signo de la enfermedad.

En caso de que se confirme el foco, se activa el «nivel de riesgo 1»: foco primario con posibilidad de transmisión autóctona. Esto implica pasar a la siguiente fase del plan de contingencia, ya involucrando a las autoridades a nivel estatal.

En segundo lugar, se actúa en los focos de rabia

Ahora mismo solo existiría un foco primario, pero los niveles de riesgo 2 y 3 recogen ya la presencia de focos secundarios en animales domésticos y silvestres. En cualquier caso, las medidas básicas de gestión son las mismas:

  • Lo primero es declarar los focos de rabia, una enfermedad considerada de declaración obligatoria por la OIE. Mientras tanto, se acuerda un protocolo de actuación en caso de nuevas alertas, coordinado entre las autoridades de salud humana y animal. Para los animales, este protocolo incluirá vacunación y serología para confirmar la ausencia del virus.
  • El siguiente paso es informar a las regiones colindantes para delimitar un área de restricción en torno al foco. Allí se tomarán medidas de vigilancia y control animal hasta asegurar la ausencia de riesgo. Mientras tanto, hay que reforzar el control de los animales vagabundos que pudieran ser transmisores, así como el movimiento transfronterizo de mascotas.
  • Por último, en caso de que otros animales hubiesen sido atacados por el primer infectado, se los consideraría sospechosos de ser portadores del virus. Por ello, tendrían que ser sometidos a una evaluación del riesgo para decidir si se mantienen en cuarentena o se sacrifican.

¿Qué puede hacer la ciudadanía para evitar la expansión de la rabia?

Junto con las medidas de contingencia mencionadas, se proponen también medidas cautelares. Ahí es donde entra la colaboración de la ciudadanía, en base a estas 2 premisas:

  • La primera medida es que, mientras duren las restricciones, se suspendan las actividades públicas que supongan la reunión de animales susceptibles —por ejemplo los concursos caninos, que pueden ser un foco de contagio—.
  • Por otro lado, los dueños llevarán a sus mascotas con correa por la calle para mantenerlas bajo control.
Una prueba de la rabia.

En presencia de una enfermedad tan grave, las autoridades competentes tienen que estar preparadas para actuar con absoluta rapidez y eficacia. La colaboración es imprescindible y el intercambio de información debe ser, ante todo, transparente. La rabia se trata de una zoonosis gravemuchas veces mortal— y gestionarla no deja de ser algo muy complejo.


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