¿La mantis religiosa es venenosa?
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La mantis religiosa es un animal de aspecto alienígena que ha suscitado leyendas y fascinación a partes iguales. Sus ojos agrandados, su cabeza movible y sus patas delanteras en forma de garfio no dejan indiferente a nadie. Tantas adaptaciones para la caza en un solo organismo nos hacen preguntarnos lo siguiente: ¿la mantis religiosa es venenosa?
En este espacio diseccionaremos las técnicas de defensa de este curioso insecto, pero adelantamos que es mucho menos peligroso de lo que su aspecto sugiere. ¿Quieres conocer a la mantis religiosa y sus familiares? ¡No dejes de leer!
¿Qué son las mantis religiosas?
Antes de responder a la pregunta que aquí nos atañe, vemos de interés saber qué son las mantis y algunas de sus características generales. Estos curiosos invertebrados son insectos (clase Insecta) que pertenecen al orden Mantodea, el cual engloba unas 2400 especies repartidas en 460 géneros distintos.
Hay mantis de todos los colores y los tamaños, pero todas comparten una serie de rasgos típicos del resto de insectos: una cabeza con la mandíbula, los ojos compuestos, los 3 ojos simples y las antenas; un tórax con 3 pares de patas y 2 pares de alas; y un abdómen relativamente grueso, el cual alberga los órganos digestivos y los reproductores.
Las mantis religiosas son muy llamativas por presentar un primer par de extremidades “doblado” en forma de garfio, lo que les otorga una apariencia de rezo constante (de ahí su nombre común). De todas formas, también les caracteriza su vertiginoso proceso reproductivo, su estereopsis visual, su capacidad de rotar la cabeza 180° y muchas cosas más.
Existen miles de especies de mantis, entre las que destacan las siguientes:
- Mantis orquídea (Hymenopus coronatus): es nativa en Malasia, Indonesia, Tailandia, Birmania y Sumatra. Se caracteriza por su coloración blanca y rosa y por su morfología atípica, con la que intenta camuflarse sobre los pétalos de distintas especies de plantas. Las hembras son muchísimo más grandes que los machos.
- Mantis diabólica (Idolomantis diabolica): los ejemplares adultos llaman la atención por su tamaño grande, el cual oscila los 13 centímetros para las hembras y los 10 centímetros para los machos. Es una especie nativa de Kenia, Malawi, Etiopía, Somalia y otras regiones de África.
- Mantis religiosa (Mantis religiosa): quizá la especie de mantodeo más conocida en todo el mundo. Se distribuye por todo el viejo mundo (Eurasia) y presenta una coloración verdosa o pajiza bastante simple.
Podríamos seguir citando especies de mantis hasta escribir un libro, ya que existen más de 2000 y todas son fascinantes. De todas formas, vemos de interés fijar nuestra atención en la especie Mantis religiosa, pues es la que seguramente te haya suscitado la pregunta planteada en primer lugar. ¡Vamos a ello!
¿Es la mantis religiosa venenosa?
La respuesta a la cuestión es sencilla y directa: no, en absoluto. Ninguna especie de mantis sintetiza toxinas potentes en glándulas específicas y, además, todas carecen de órganos modificados (como aguijones, colmillos o quelíceros) para inyectarlas. Dicho de otro modo, no son ni tóxicas (no sintetizan compuestos tóxicos) ni venenosas (no pueden inyectarlos).
Lo más probable es que la creencia de que la mantis religiosa es venenosa surgiese a raíz de su aspecto y su conducta. Se trata de un animal con una morfología alienígena y tiene una capacidad predatoria excelente. ¿Cómo lo consigue sin inocular toxinas a sus presas? Lo vemos a continuación.
La caza de la mantis religiosa
Las mantis son carnívoras generalistas, es decir, se alimentan de todo animal más pequeño que ellas que pase por delante. Las especies que habitan en las secciones altas de los vegetales suelen preferir presas voladoras (moscas y polillas), mientras que las más grandes y pesadas pueden llegar a atrapar geckos y pequeños roedores de forma esporádica.
Las extremidades juegan un papel esencial en todo este proceso. La mantis religiosa posee un primer par de patas de naturaleza raptorial, en las cuales la coxa y el trocánter están fusionados para crear una base conspicua. El fémur es el segmento más poderoso y visible y contiene una serie de “pinchos” internos que ayudan a sujetar a la presa. Por último, la tibia representa la punta de la garra y está muy dentada.
Gracias a la conformación de sus extremidades, las mantis solo tienen que confiar en su velocidad, en su visión y en su capacidad de camuflaje para emboscar y cazar a sus presas. Una vez las tienen entre sus patas raptoriales, es muy difícil que consigan escapar.
Las mantis no necesitan veneno. Sus patas son suficientemente poderosas para mantener a la presa bien sujeta mientras es devorada viva.
¿Qué hacer si me muerde una mantis?
La mantis religiosa (y todos los mantodeos) no posee veneno, pero sí que tiene unas mandíbulas capaces de despiezar carne y carcasas de insectos. Uno de estos ejemplares nunca te va a atacar por su propio pie, pero es posible que manipulándolo de la forma inadecuada te lleves un mordisco.
A pesar de que estos insectos no sean venenosos, hay que tener en cuenta ciertos protocolos para desinfectar la herida en caso de que se produzca una mordida. Te los mostramos en la siguiente lista:
- Moja tus manos con agua templada.
- Aplica jabón en tus manos (ya sea en forma de gel o de pastilla) y pásalas por la herida.
- Lava la zona afectada durante al menos 20 segundos. Asegúrate de higienizar todo el lugar de la mordida y las estructuras adyacentes.
- Escurre bien todo el jabón y sécate la zona afectada.
- Si estás sangrando, coloca un apósito o algodón para facilitar la coagulación y ponte una tirita.
La mayoría de mantis realizan un mordisco equivalente a un rasguño, pero las especies más grandes (algunas del género Hierodula) pueden llegar a romper la piel humana y provocan sangrados leves. Como podrás imaginar, lo mejor siempre será admirarlas desde lejos para evitar percances.
Tras leer estas líneas nos queda más que claro que la mantis religiosa no es venenosa, ni ella ni ninguna otra especie que pertenezca al orden Mantodea. De todas formas, estos insectos no se quedan cortos en cuanto a herramientas y sus poderosas extremidades son suficientes para mantener a la presa inmóvil mientras es devorada viva.
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