El hábitat trampa: ¿por qué es un problema para los animales?

En ocasiones, existe un desajuste entre la calidad percibida de un hábitat y la real. Esto ocurre por diversos motivos y provoca efectos nocivos sobre la biodiversidad.
El hábitat trampa: ¿por qué es un problema para los animales?
Miguel Mata Gallego

Escrito y verificado por el biólogo Miguel Mata Gallego.

Última actualización: 09 febrero, 2022

El hábitat trampa surge cuando los animales perciben un lugar como bueno para desarrollarse, a pesar de que en realidad esa zona no es adecuada para que vivan. Este concepto puede ser un grave problema para algunas especies, pues reduce su eficacia biológica de manera drástica sin que las poblaciones lo sepan.

¿Qué son los hábitats trampa? ¿Por qué surgen? ¿Qué podemos hacer para que los animales los eviten? Responderemos a estas preguntas y muchas más en las siguientes líneas.

Una cuestión de percepción

Un hábitat trampa es, principalmente, un hábitat engañoso. Puede parecer un fragmento de un ecosistema adecuado para que en él se establezcan diversos taxones animales, pero en realidad sus características impiden que los seres vivos tengan una supervivencia o un éxito reproductor adecuados.

Los animales están sujetos a su historia evolutiva, modelada por la selección natural. Por esta razón, son capaces de detectar en la naturaleza ciertas señales que les indican que un hábitat es adecuado. La presencia de árboles viejos atrae a las aves carpinteras y los pastizales abiertos a muchos reptiles, por ejemplo.

Esta selección de hábitats es constante desde hace millones de años, ya que las especies han ido desarrollando pautas de comportamiento que se han heredado de generación en generación. La mayoría de animales llevan en el planeta mucho más tiempo que nosotros y esto se refleja en su impronta genética.

El problema aparece cuando, de manera muy rápida, los humanos hemos modificado la naturaleza hasta convertirnos en sus dueños. Esta modificación es tan veloz que, en muchas ocasiones, las especies no tienen tiempo de adaptarse a los cambios y se ven abocadas a caer en trampas ecológicas.

Ejemplos de hábitat trampa

Por ejemplo, las aves rapaces tienden a buscar árboles secos desde los que otear el paisaje en busca de presas. Por ello, interpretarán cualquier estructura que les permita observar los alrededores como adecuada para posarse.

Es por esto que muchas aves rapaces han sido electrocutadas en torres de alta tensión: cayeron en la trampa de pensar que era un hábitat de calidad, sin saber que era enormemente peligroso por la electricidad. Los hábitats trampa son, en definitiva, como el queso de una trampa para ratones: bajo una apariencia buena se esconde un peligro real.

Un murciélago sobre un cable de alta tensión: claro ejemplo de un efecto trampa.
Un murciélago posado sobre un cable de alta tensión: un claro ejemplo de un hábitat trampa.

La importancia de la calidad del hábitat

Hemos aprendido que los hábitats trampa surgen cuando los animales fallan en su percepción de la calidad del lugar. Según un artículo sobre el tema publicado en la revista Conservation Biology, si comparamos la calidad real del hábitat con la percibida por los animales, tendríamos 4 tipos de hábitats:

  1. Hábitat fuente: aquel de calidad alta y que es percibidos correctamente como bueno. Los animales lo seleccionan con preferencia.
  2. Hábitat sumidero: aquel que no es muy adecuado, pero que los animales identifican como tal. Los animales no viven en él salvo que no quede más remedio.
  3. Trampas de percepción: en este tipo, ocurre lo contrario que en los hábitats trampa. El hábitat es bueno, pero el animal no lo percibe como tal y no se establece en él. Pueden haber muchas causas para esto, pero normalmente se da cuando hay intervención humana y el animal lo evita por miedo.
  4. Hábitat trampa: el hábitat es malo pero es percibido como bueno. Es peligroso, pues los animales tenderán a vivir en él empujados por sus instintos biológicos, pero su población se verá comprometida a la larga.

La restauración ecológica y el hábitat trampa

En ocasiones, sin pretenderlo, los humanos creamos verdaderos hábitats trampa para los animales en proyectos de restauración de ecosistemas. Es importante tener en cuenta que, cuando se restaura un hábitat, se mejora la presencia de algunas especies en detrimento de otras.

Por ello, es importante conocer las preferencias de hábitat de las especies, especialmente de las amenazadas, para asegurar que no las dirigimos hacia una trampa ecológica.

Un ejemplo de esto ocurrió en las restauraciones forestales llevadas a cabo en Israel. En esta zona, se reforestaron grandes zonas de pastizal, hábitat de un lagarto amenazado (Acanthodactylus beershebensis). Al haber más árboles, las aves rapaces multiplicaron su presencia en esta zona, lo cual es claramente positivo para ellas, pero terrible para este lagarto.

Al haber más rapaces, el lagarto en cuestión sufrió una tasa de depredación altísima que amenazó aún más su existencia, pues él no era consciente de la trampa que suponía la presencia de árboles en los pastizales.

Conocer los mecanismos de selección es una prioridad

Como ya hemos dicho anteriormente, muchas veces existe un desajuste entre la manera en la que los animales eligen dónde vivir y la idoneidad de estos sitios. Por ello, es importante saber, en proyectos de restauración ecológica, qué mecanismos hacen que los animales seleccionen un hábitat. 

Si se consigue que las pistas que llevan a los animales a seleccionar un buen hábitat estén presentes en la restauración, se logrará atraerlos hasta ese sitio concreto. Si es posible que los animales perciban un lugar en el que el hombre ha metido mano como bueno, se estima que se establezcan ahí.

Del mismo modo, si se logra que los animales eviten lugares dañinos para ellos, se salvarán del efecto de los hábitats trampa. Esto se puede conseguir mediante elementos disuasorios, del mismo modo que los espantapájaros evitan que las aves se coman los cultivos.

Los premios bienestar animal fomentan la conservación.

En definitiva, los hábitats trampa son un problema para muchos animales, pues viven en zonas que son de baja calidad, mientras las perciben como lo contrario y reducen su supervivencia y reproducción. Si conseguimos entender cómo seleccionan sus zonas de campeo, podremos evitar que los seres vivos se vean atraídos por lugares dañinos.


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