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El sofisticado e interesante cerebro de las abejas

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Las abejas, tanto a nivel colectivo como individual, son extremadamente inteligentes y complejas. Vamos a ver la base cerebral de su comportamiento.
El sofisticado e interesante cerebro de las abejas
Última actualización: 15 agosto, 2022

Son pocas las capacidades cognitivas que se les escapan, como bien demuestra el cerebro de las abejas. Sin un controlado estudio de su comportamiento, tan solo recogen polen para crear alimento; con él, se averigua que son capaces de procesar números y manejar conceptos simbólicos.

Es por ello que muchos investigadores se han lanzado a observar de cerca este diminuto órgano para desentrañar los secretos de las abejas. Cada pequeña obrera, parte imprescindible de la mente colmena para la que trabaja, tiene mucho que decir también en lo individual. Vamos a verlo en más detalle.

Cerebro pequeño, pero matón

A la hora de relacionar el tamaño del encéfalo con la inteligencia, se ha demostrado que el tamaño del mismo no es sinónimo de un menor nivel de inteligencia. Donde sí se ha encontrado una correlación, no obstante, es entre la relación del volumen del cerebro respecto al cuerpo: es lo que se conoce como cociente de encefalización.

La mayoría de los animales altamente inteligentes, como delfines y cuervos, tienen un cerebro bastante grande en comparación con su cuerpo. Esto se debe a que su entorno, desarrollo y relación con el medio y sus congéneres requiere de una alta especialización. En el caso de las abejas, funciona de la misma manera: su compleja vida requiere de un encéfalo grande con respecto a su cuerpo.

De hecho, entre ellas también varía. El cerebro de las abejas es más grande en aquellas especies que se especializan en un solo tipo de flor. Además, aquellas que viven en entornos ocupados por el humano también muestran un cerebro más grande, pues necesitan tomar en cuenta un mayor número de factores para su supervivencia.

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Algunas peculiaridades sobre el cerebro de las abejas

El tamaño no es lo más fascinante del cerebro de las abejas. Unos animales tan complejos a todos los niveles requieren de una alta especialización cerebral, por lo que cada estudio que se hace sobre él arroja resultados fascinantes. Vamos a ver algunos de ellos.

Necesitan dormir para rendir

En laboratorio se ha demostrado que abejas (Apis mellifera) y abejorros (Bombus terrestris) requieren de un sueño sin sobresaltos para afianzar los aprendizajes. Aquellos grupos que no durmieron bien fallaron más a la hora de repetir una tarea de relacionar colores con ciertos estímulos.

Tienen nociones de sumar y restar, y también del cero

Las operaciones aritméticas complejas, como la suma y la resta, el uso de símbolos y/o el etiquetado, solo se han demostrado en un número limitado de vertebrados no humanos. Sin embargo, las abejas no se quedan atrás: en un estudio se ha demostrado que abejas individuales resolvieron problemas desconocidos que implicaban sumar o restar un elemento de un grupo.

Y no solo eso: son capaces de sustraer hasta encontrar un conjunto vacío y comprenderlo, es decir, operan con el número cero. Esta capacidad, demostrada en ciertos vertebrados no humanos y niños pequeños, está al alcance de las abejas melíferas.

Diferentes neuronas para combinar olores

El procesamiento olfativo es crucial para las abejas, cuya comunicación a través de feromonas es clave en la organización de individuos. Un estudio descubrió que poseen diferentes grupos de células especializadas para diferentes aromas y se activan simultáneamente para procesarlos de forma combinada.

Los olores utilizados en el estudio evocaron patrones de excitación espaciotemporales específicos en el lóbulo antenal, el análogo estructural y funcional del bulbo olfativo de las abejas.

De hecho, su bulbo olfatorio está dividido en dos subsistemas que transmiten información diferencial sobre la calidad y cantidad de los olores de su entorno. Por tanto, las abejas realizan un procesamiento en paralelo que se puede estudiar para predecir el comportamiento que tienen a la hora de relacionarse y buscar alimento.

Una región para la socialización

A la hora de relacionarse, el cerebro de las abejas también cuenta con áreas especializadas. En este caso se trata de los cuerpos pedunculados, una estructura relacionada con el comportamiento social, la integración sensorial multimodal, el aprendizaje y la memoria

A la hora de catalogar la valencia de una interacción (es decir, si es positiva o negativa), esta región se activa. Es un funcionamiento análogo al del cerebro de los vertebrados, lo que sugiere que el camino evolutivo que hemos seguido respecto a los insectos no es tan divergente como se creía.

Poseen asimetría cerebral

Al igual que nosotros, las abejas presentan diferenciación en la especialización de cada hemisferio cerebral. Hemos ampliado esta investigación para mostrar que las abejas exhiben sesgos laterales en su respuesta inicial a los olores: se vuelven hacia la fuente de un olor que se presenta en su lado derecho y se alejan de él cuando se les presenta en su lado izquierdo.

Las abejas muestran asimetría lateral tanto en el aprendizaje de olores asociados con una recompensa como en el recuerdo de dichas asociaciones.

Más fascinantes a cada paso

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El estudio sobre los insectos sociales tiene absorbidas a multitud de comunidades científicas. La capacidad que tienen para trabajar como un solo organismo, frente a la inteligencia de cada uno de sus individuos, abre un campo de investigación tan grande que cuesta conectar todos los cabos sueltos.

Sin embargo, conocer a las abejas es, además de interesante, una necesidad para comprender su papel en el ecosistema de forma profunda. Son inteligentes y una pieza clave para mantener la homeostasis del planeta, ¿qué más se les puede pedir?


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


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