Cinco causas de parálisis en perros y gatos

Las personas dedicadas al diagnóstico de problemas neurológicos en animales domésticos, saben que hay muchas causas posibles para que exista una parálisis. En este artículo hemos querido presentarte cinco de estas posibles causas.
Cinco causas de parálisis en perros y gatos
Érica Terrón González

Escrito y verificado por la veterinaria Érica Terrón González.

Última actualización: 22 junio, 2020

Vemos un animal paralítico y rápidamente pensamos en que ha tenido un accidente. Asociamos la parálisis de las extremidades posteriores con un traumatismo grave, pero no tiene por qué ser así; la parálisis en perros y gatos tiene múltiples causas.

Por eso, cuando tu mascota no es capaz de levantase con las patas de atrás, existen varios orígenes posibles: neurológicos, ortopédicos o sistémicos. Aquí te los mostramos más en detalle.

Parálisis en perros y gatos: causas neurológicas

Enfermedad degenerativa de los discos intervertebrales

Es una patología frecuente en perros, pero rara en gatos. Se debe a la aparición de hernias discales , que pueden cursar con sintomatología aguda o crónica. Las razas con mayor predisposición son teckel, Cocker spaniel, beagle, pequinés, o Shih Tzu entre otras.

Los síntomas leves pueden ser tratados con confinamiento estricto en una jaula o similar durante varias semanas. Y si la afección es moderada pero la sensación de dolor es grave, puede ser tratada con descompresión quirúrgica.

Los animales que inicialmente se manejan con confinamiento, llevarán asociado un tratamiento analgésico. Pero aún así, pueden empeorar. Esto indicará un deterioro aún mayor del disco herniado y deberá ser manejado quirúrgicamente.

En cualquiera de los casos mencionados, será importante verificar el estado neurológico del animal con regularidad, y si se produce algún empeoramiento, habrá que valorar la posibilidad de recurrir sí o sí a la cirugía.

Radiografía de cuello en un perro.

Parálisis en perros y gatos: causas ortopédicas

Traumatismos

Un traumatismo que afecte a la columna vertebral, con o sin fractura o dislocación del cuerpo vertebral, puede alterar la médula espinal. Es decir, puede desencadenar una parálisis posterior, ya sea parcial o total.

Los pacientes deben ser estabilizados sobre una superficie rígida durante la inspección inicial, para prevenir movimientos que empeoren el traumatismo. Puede ser necesario incluso sedar al animal si este lucha contra la sujeción, para evitar que se lastime más.

Si es posible, el diagnóstico por imagen debe realizarse con el animal consciente para mantener el tono muscular normal y limitar el movimiento de la columna.

El tratamiento, una vez más, incluirá el reposo en jaula, acompañado de la administración de analgésicos. Se recurrirá a la  descompresión quirúrgica si hay una marcada presión sobre la médula espinal o inestabilidad de la columna.

En algunos casos el traumatismo provocará la fractura de una o varias vértebras. En ese caso, la aplicación de una férula externa desde la escápula a la base de la cola puede utilizarse para limitar el movimiento de la columna.

Parálisis en perros y gatos: causas sistémicas

Tumores y metástasis

La presencia de una masa tumoral que comprima la médula espinal o la salida de los nervios periféricos puede dar lugar a una parálisis. Esta puede ir apareciendo de forma gradual o ser repentina. Para verificar este origen tumoral, será imprescindible el diagnóstico por imagen.

Un ejemplo habitual de parálisis en gatos es la presencia de un linfoma medular. Enfermedad que, además, suele asociarse con otras patologías sistémicas como la leucemia felina.

En cualquier caso, sea cual sea la causa, los síntomas derivados de la compresión de la médula espinal suelen responder a la terapia antiinflamatoria. También se recomienda reposo y, en última instancia, la cirugía descompresiva.

Discoespondilitis

Se conoce como tal a la inflamación del disco intervertebral y los tejidos que lo rodean, normalmente por causas infecciosas. La vía habitual de infección es la diseminación de microorganismos a través de la sangre, procedentes de un foco situado en otra parte del cuerpo.

Los síntomas incluyen aquellos comunes a cualquier infección, como fiebre o depresión. Pero además, se apreciará dolor e inflamación en la zona afectada. Las pruebas clínicas que demuestren la presencia de una infección, junto con la radiografía espinal, podrán confirmar el diagnóstico. El tratamiento tendrá que incluir, aparte de reposo, el uso de antibióticos.

Embolismo fibrocartilaginoso

En veterinaria, se considera una de las patologías neurológicas más comunes que afectan la médula espinal de estos animales. Suele aparecer con mayor frecuencia en razas de perros grandes, entre los dos y los diez años de edad.

En los gatos también se describe, pero con muchísima menos frecuencia que en los perros.

Se produce cuando un trozo del disco intervertebral entra en los vasos sanguíneos produciendo el taponamiento de las arterias espinales. Esto desencadena un pequeño infarto en la zona (falta de riego en los tejidos) pudiendo aparecer una parálisis.

Las consecuencias dependerán del tamaño del émbolo y de la localización y extensión del tejido infartado.

No se conocen muy bien las razones de que este embolismo se produzca. Pero independiente de cómo pueda ocurrir, existe una isquemia aguda del tejido espinal que provoca síntomas similares a un traumatismo espinal. Con la única diferencia de que estos síntomas suelen ser más inmediatos.

parálisis en perros y gatos

Una patología compleja

La parálisis en perros y gatos puede tener diversas causas, pero una cosa es clara: esta no es motivo para dejar de querer al animal. Los perros y gatos paralíticos pueden llevar vidas relativamente normales con atención veterinaria, y son igual de merecedores de amor y aprecio que cualquier otra mascota.


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